MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Alemania renovable: cómo un gasoducto se convirtió en un centro tecno

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BERLIN.-  Si el comentario común de todo turista que recorre Berlín es el contraste latente entre el pasado y la modernidad en cada una de sus esquinas, no hay mejor ejemplo que el campus Euref, que en su terreno de angostas calles adoquinadas alberga el esqueleto de lo que fue alguna vez el gasoducto del barrio de Schöneberg, en la zona este de la ciudad.

Fue a principios de los ’90, tras la caída del Muro, que llegaron nuevos inversores y se propusieron diseñar un complejo laboral en la zona. Desde 2007 ya tomó forma el centro actual y el gasoducto solo quedó como un atractivo de un nuevo centro dedicado a la movilidad sustentable, las energías renovables y la digitalización. Un patio de recreo para numerosas startups que decidieron radicarse allí, junto a un puñado de empresas tradicionales y bancos.

Entonces llegó Mauricio Rojas, ingeniero de sistemas colombiano, quien oficia como entusiasta guía de la visita al oasis para innovadores. Equipado con turbinas y panales solares en los techos, este pequeño mundo autogenera a partir del viento y el sol la energía que necesita.

Los autos que rápidamente llaman la atención del visitante son eléctricos y se recargan en una hilera de surtidores que, a su vez, son alimentados por las células fotovoltaicas dispuestas sobre el techo del estacionamiento. Equipados con un circuito especial que rectifica y estabiliza los oscilantes impulsos eléctricos, los vehículos más veloces pueden alcanzar los 190 kilómetros por hora.

Superado el desafío de la velocidad, la barrera a rebasar ahora son las distancias largas que obligan a recargar la batería varias veces si uno no quiere correr el riesgo de quedar a mitad de camino. El propio Rojas lo sufrió en carne propia, cuando debió pasar una larga y fría noche de cero grados en las afueras de Berlín por aventurarse demasiado lejos. «Estaba temblando. Desde entonces aprendí la lección», recuerda.

El campus también posee una miniplanta generadora de biogás y un circuito cerrado e inteligente que, como si fuera la computadora de la nave de «Alien», regula los parámetros principales del ecosistema. De acuerdo a la información que recibe de una central meteorológica, puede conocer por ejemplo cuántas horas de sol recibirán los paneles fotovoltaicos ese día, cómo soplará el viento, y entonces regular cuánta energía se debe acumular en las baterías.

Pero la estrella del Euref es un pequeño bus sin conductor que recorre las calles. Dotado de un scanner que visualiza las siluetas de los edificios y su entorno, posee además un detector de obstáculos para frenar en caso de que la situación lo requiera. Blanco y rojo, y con capacidad para siete pasajeros, recorre el campus con elegante tranquilidad. Por ahora es un prototipo, pero como tantas otras cosas surgidas allí, sus creadores esperan verlo dentro de poco recorriendo las calles de Berlín.

Fuente: www.ambito.com