MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

El tordo amarillo regresó a los Esteros del Iberá

Hace poco más de veinte días, en los Esteros del Iberá sucedió algo inseperado. En medio de una recorrida de rutina para monitorear a los ejemplares de una nueva población de oso hormiguero gigante -que fueron liberados recientemente en la reserva Carambola, próxima a la ciudad de Concepción del Yaguareté Corá- se observó una bandada de tordo amarillo en pleno vuelo. Adultos y juveniles, la colonia tenía aproximadamente unos 40 individuos, y su avistaje en el humedal correntino significa una gran oportunidad, según los científicos, de revertir la amenaza de su desaparición.

La especie está en riesgo, y fue categorizada por las autoridades nacionales en materia de conservación como en peligro crítico de extinción. Aunque es típica de los pastizales asociados a bañados o cañadas con agua permanente, el tordo amarillo había dejado de verse en la zona. En el siglo pasado, se extendían desde Misiones hasta el sur de Buenos Aires, y hace poco más de diez años se contabilizaban alrededor de mil ejemplares en todo el país. Hoy, según registros de Aves Argentinas, quedan alrededor de 600, agrupados en dos reductos aislados en el sur de Entre Ríos y el noroeste correntino. En el sur de Misiones, desafortunadamente, ya no se los ve más.

Las aves, dicen los expertos, son sensibles indicadoras de la salud de los ambientes. Quizá una de las especies que mejor reflejan lo que le pasa a la naturaleza en estas latitudes. Por eso, que hayan elegido el Parque Iberá, aseguran, es una excelente noticia. «Están en un lugar protegido y eso aumenta las chances de revertir la situación actual», dice Rafael Abuín, responsable de las fotografías tomadas a esta nueva colonia en pleno vuelo. Abuín es español, y llegó a Los Esteros del Iberá para trabajar en el programa de reintroducción de especies que lleva adelante la ONG Conservation Land Trust (CLT), con el fin de lograr la restauración total del ecosistema. Su idea era quedarse por poco tiempo, pero se enamoró del humedal correntino. Confiesa que ser testigo de este tipo de conquistas lo alientan a seguir trabajando. También retrasan su partida. Como técnico en Recursos Naturales, Abuín forma parte del Equipo de Especies de CLT, aunque como fotógrafo es muy requerido. Su catálogo de modelos incluye a algunas de las especies más emblemáticas que ya han sido reintroducidas en el Iberá, como el venado de las pampas, el pecarí de collar, el tapir y el oso hormiguero gigante. También presume de retratos únicos de los únicos ejemplares de yaguareté que hoy habitan en los recintos del Centro de Cría del Yaguareté (CECY) , en la isla San Alonso, donde el equipo de CLT avanza en uno de los proyectos más ambiciosos: la reproducción del máximo predador de la cadena trófica, que Corrientes perdió hace más de 60 años.

La bandada, en pleno vuelo en el Parque Iberá
La bandada, en pleno vuelo en el Parque Iberá

Una ruleta rusa

«Casi todas las pequeñas poblaciones de tordo amarillo que quedan en el país están en campos privados, delimitadas por la agricultura y la modificación constante del uso del suelo. Es como una ruleta rusa: un año pueden estar allí y con el cambio de cultivo desaparecen -explica Adrián Di Giacomo, investigador del Conicet, a cargo del laboratorio de Biología de la Conservación que funciona en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal)-. Que estén en la reserva implica algo muy importante, porque al transformase en un futuro próximo en Parque Nacional se puede hacer manejo de conservación para resguardar a la especie».

Destino ecoturístico

Los tordos amarillos son gregarios. Se mueven en bandadas, y su época reproductiva se extiende entre octubre y enero. En referencia al nuevo hallazgo en el Iberá, Pucheta agrega: «Pareciera que estamos frente a una colonia reproductiva, tanto por el tamaño del grupo como por la presencia de individuos juveniles».

Además de la posibilidad de que el tordo amarillo comience a repoblar nuevamente el Iberá, su presencia, junto con la de muchas otras especies emblemáticas, algunas de las cuales han regresado después de haberse extinguido, convierten al humedal correntino en un destino ecoturístico de avistaje de fauna de primer orden mundial. «Si conseguimos que se establezcan aquí sería un golazo de cara al turismo. Aquí, caminar entre la fauna es lo más normal del mundo, y es una característica que tienen muy pocos lugares en el mundo», remata Abuín.

La facilidad de ver animales silvestres en paisajes casi prístinos es, sin duda alguna, como repiten en CLT, «el mejor atractivo y oportunidad para desarrollar la economía de los pueblos que circundan el Iberá». Lo llaman «producción de naturaleza», un modelo por el que se apostó desde hace más de una década, que combina y revaloriza la cultura y la naturaleza del Iberá, uno de los humedales más grandes del mundo.