MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Fue un éxito el lanzamiento del satélite argentino SAC-D

UN HITO ESPACIAL. Se construyó a través de un histórico convenio entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina y la NASA. Es el cuarto de su serie y estudiará los efectos del cambio climático.

LA PARTIDA. A BORDO DEL COHETE LANZADOR DELTA II, EL SATELITE SAC-D AQUARIUS PARTIO AYER A LAS 11.20 HORA ARGENTINA DESDE ESTADOS UNIDOS. A LAS 18.36 YA ESTABA ENVIANDO DATOS.

«Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”, sostenía Isaac Newton hace más de tres siglos. Hacia ese desconocimiento apuntó ayer el lanzamiento del satélite SAC-D/Aquarius, una misión conjunta entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de la Argentina y la agencia espacial de los Estados Unidos, la NASA. Salió a las 11.20 (hora argentina) desde la base Vandenberg, en California, EE.UU., y fue todo un éxito.

“Todo ocurrió tal cual lo esperábamos” , dijo –un poco exaltado– a Clarín el líder científico de la misión por el lado estadounidense, el doctor Yi Chao.

El desarrollo del lanzamiento pasó por varias etapas. Primero, se dio la salida del cohete que llevaba al satélite. A los 57 minutos, se produjo la separación: el satélite abrió los paneles solares y quedó solito. Se encuentra “mirando” hacia la Tierra a 657 kilómetros de altura. En cambio, el cohete que lo transportó –un Delta II– se hundió en el Océano Pacífico.

“La mayoría de los que trabajamos en la misión no dormimos anoche. Había mucho en juego” , contó Conrado Varotto, el director ejecutivo de la CONAE, quien trabaja en el programa espacial del país desde sus inicios, en 1991. Lo que estaba en juego era poner en órbita un satélite mucho más grande y sofisticado que los tres anteriores de la serie SAC que ya se lanzaron, con sello argentino, para la observación de la Tierra.

Esta vez, los instrumentos que el satélite SAC-D tiene a bordo serán clave para determinar los niveles de salinidad en la superficie de los océanos. Es decir, la característica que hace que las aguas de los océanos nos resulten salados. Hasta ahora, ese parámetro se medía desde los barcos o con boyas. “Con el satélite en funcionamiento, podremos tener información sistematizada sobre los niveles de salinidad, que nos servirán como indicadores del ciclo del agua, y nos permitirá hacer predicciones sobre el cambio climático”, aseguró Chao a través de una entrevista teléfonica con Clarín . El científico es de origen chino y está especializado en oceanografía satelital.

No todo será sal en la vida del satélite.

En su interior tiene dos instrumentos clave que también fueron diseñados en la Argentina.

 Uno consiste en un sensor infrarrojo que será útil para monitorear los volcanes, los incendios, y la temperatura de suelo y mar. El otro instrumento será una cámara de alta sensibilidad, que se aplicará al monitoreo de tormentas eléctricas, cobertura de nieve, auroras polares, y –por si fuera poco– iluminación nocturna.

Esta última aplicación contribuirá a controlar mejor la pesca ilegal en el mar Argentino.

“La cámara permitirá detectar barcos pesqueros que no cumplan con las normas que limitan las capturas, ya que el satélite estará observando de noche”, advirtió Héctor Otheguy, gerente general y CEO de la empresa pública rionegrina Invap.

A partir de ayer, entonces, cuando quedó en órbita, el satélite empezó a dar las 14 vueltas diarias a la Tierra. Lo hará –como mínimo– durante los próximos cinco años. Y ya es un orgullo para todos.

“Ni los Estados Unidos ni la Argentina podrían haber hecho esta misión solos. La colaboración mutua fue crucial para que hoy estemos celebrando el éxito” , afirmó Chao. En tanto, la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, también expresó sus sentimientos desde la Casa Rosada: “Siento mucho orgullo y esperanza de lo que podemos hacer los argentinos. Hace apenas 10 años lanzábamos piedras, y hoy lanzamos cohetes y satélites”. Además, la presidenta atribuyó a los medios el desconocimiento de la gente sobre la agencia espacial argentina. “Yo estoy segura que uno sale a la calle, pregunta por la NASA y todo el mundo sabe qué es la NASA, y si salimos a la calle y preguntamos por CONAE nos miran con cara de si estamos hablando en español o en algún otro idioma extraño. Esto no es culpa de la sociedad, no es culpa de la gente, esto es culpa de que estas cosas nunca son noticia”, opinó la presidenta.

Como actividad educativa, ayer también se organizó una actividad en un colegio de la localidad cordobesa de Alta Gracia.

 Los chicos construyeron artefactos de plásticos que lanzaron a través de infladores y aprendieron sobre física, ingeniería y oceanografía.

El desarrollo de satélites ha destacado a la Argentina en el mundo desde principios de los años noventa. Los cuatro que ya diseñó Invap para la CONAE formaron parte de un plan espacial que empezó en 1991, durante la presidencia de Carlos Menem.

Hace 11 años se lanzó el tercer satélite de la serie SAC.

El plan se renovó en 2004 con el presidente Néstor Kirchner, y tiene plazo hasta 2015. Para el SAC-D, la CONAE invirtió 60 millones de dólares. La NASA (que está a cargo de 14 satélites que hoy están en órbita) puso 287 millones de dólares, incluyendo gastos de lanzamiento. A las 18.36 de ayer, el satélite argentino tomó contacto con el centro de la CONAE en Córdoba. La investigadora principal por el lado argentino, Sandra Torrusio, dijo que había recibido bien sus datos. “Lo que acaba de ocurrir recién es el llanto de un bebé que está sano”, dijo.

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