MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Las emisiones se han estabilizado pero la cantidad de dióxido carbono en la atmósfera sigue aumentando

La estación de contaminación atmosférica de Cape Grim en Tasmania

En los mejores días, el viento que ulula aquí no ha tocado la tierra durante miles de kilómetros, por lo que el aire que llega debería ser el más limpio del mundo.

Pero en un risco por encima del mar se ubica un edificio que alberga un conjunto de máquinas sofisticadas dedicadas a olfatear el aire, día y noche, produciendo indicadores que revelan cómo la actividad humana está alterando al planeta.

Durante más de dos años, esta estación de monitoreo —junto con otras ubicadas al otro lado del mundo— ha estado emitiendo una advertencia: el dióxido de carbono que quema el planeta se elevó al nivel más alto jamás registrado en 2015 y 2016. Un nivel de incremento ligeramente más bajo pero inusual ha continuado en 2017.

Los científicos están preocupados por los recientes incrementos porque parecía que la cantidad de dióxido de carbono se había estabilizado en los últimos años, según los datos que los países compilan sobre sus propias emisiones.

Eso plantea un dilema: si la cantidad del gas que la gente está emitiendo ha dejado de aumentar, ¿cómo es que la cantidad que permanece en el aire puede estarse elevando tan rápido? ¿Significa que las esponjas naturales que han estado absorbiendo al dióxido de carbono están cambiando?

“Para mí, es una advertencia”, dijo Joseph G. Canadell, un científico australiano del clima que dirige el Proyecto Global sobre el Carbono, una colaboración entre varios países para monitorear las tendencias de las emisiones.

Los científicos han pasado décadas midiendo lo que estaba sucediendo con el dióxido de carbono que se producía cuando la gente quemaba carbón, petróleo y gas natural. Concluyeron que menos de la mitad del gas se quedaba en la atmósfera y calentaba al planeta. El resto era absorbido por el océano y la superficie terrestre, en cantidades aproximadamente iguales.

En esencia, estas esponjas naturales le estaban prestando un servicio enorme a la humanidad al absorber muchos de estos desechos gaseosos. Pero conforme las emisiones han ido aumentando, no queda claro durante cuánto tiempo las esponjas naturales podrán sostener ese ritmo.

Si se debilitan, el resultado sería algo similar a que los trabajadores de los servicios de recolección de basura se declararan en huelga, pero a una escala enorme: la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera aumentaría más rápidamente, acelerando el calentamiento global incluso más allá de su ritmo actual. Ya es lo suficientemente rápido para desestabilizar el clima, causar que los mares se eleven y amenazar las capas de hielo polar.

Muchos sospechan que el patrón climático presentado por el fenómeno del Niño, que se agravó en 2015 y 2016 llegando a ser uno de los más fuertes que se hayan registrado, podría haber causado el rápido aumento del dióxido de carbono al secar grandes zonas de los trópicos. La sequía contribuyó a generar enormes incendios en Indonesia a fines de 2015, lo que incrementó las emisiones de dióxido hacia la atmósfera. El Niño también ha producido rápidos aumentos en la producción de gases, aunque no tan grandes como los recientes.

Sin embargo, los científicos no están totalmente seguros de que El Niño sea el principal culpable; eso no puede explicar por qué un alto índice de aumento en el dióxido de carbono ha continuado en 2017, aunque ese fenómeno terminó a principios del año pasado.

Los científicos dicen que la incapacidad para saberlo con certeza no solo es un reflejo de la dificultad científica del problema, sino también del fracaso de la sociedad para invertir en un sistema de monitoreo adecuado para darle seguimiento a los profundos cambios que los humanos están produciendo en el planeta.

“Nuestra red es muy básica, contrario a las malas percepciones sobre el derroche de los fondos gubernamentales”, dijo Pieter Tans, director de una unidad que monitorea los gases de invernadero en la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).

Se estima que la actividad humana está bombeando casi 40.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al aire cada año, una cantidad que Canadell del Proyecto Mundial sobre el Carbono calificó como “impactante”. La concentración atmosférica del gas se ha elevado en un 43 por ciento desde la Revolución Industrial.

Eso ha calentado la Tierra en 1,14 grados Celsius aproximadamente, una cifra grande para la superficie de todo el planeta.

Los recientes aumentos en el dióxido de carbono han generado mucha incertidumbre porque las emisiones mundiales causadas por la actividad humana parecían haberse estabilizado en los últimos tres años. Eso obedece principalmente a los cambios en China, el mayor contaminador, donde una desaceleración económica ha coincidido con un esfuerzo consciente para reducir las emisiones.

“Yo estimaría que estamos a punto de alcanzar el máximo de emisiones, o si hay aumentos adicionales, no serán muy grandes”, dijo Wang Yi, profesor de la Academia China de Ciencias en Pekín, quien también pertenece a la legislatura nacional y asesora al gobierno en sus políticas climáticas.

Tans dijo que si las emisiones mundiales permanecían en los altos niveles actuales, el mundo seguiría en graves problemas.

“Si las emisiones no cambian durante las próximas dos décadas, lo cual sería un logro en cierto sentido, sería terrible para el problema del clima”, afirmó.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/07/05/las-emisiones-se-han-estabilizado-pero-la-cantidad-de-dioxido-carbono-en-la-atmosfera-sigue-aumentando/