MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Mario Mariscotti: “Richter divagaba, decía cosas ridículas, pero cautivó a Perón”

Bariloche.-El autor de “El secreto atómico de Huemul”, un libro de investigación que se centra en el proyecto científico fallido que tuvo lugar en la isla frente a Playa Bonita y en el origen de la investigación de la energía atómica en nuestro país, ahora se encuentra concentrado en la reconstrucción de la historia de la creación de INVAP y sus comienzos.

Mario Mariscotti: “Richter divagaba, decía cosas ridículas, pero cautivó a Perón”
Mario Mariscotti se encuentra en Bariloche para reconstruir la historia de INVAP e hizo un repaso del frustrado “Proyecto Isla Huemul”.

 

Mariscotti visitó los estudios de El Cordillerano Radio en el programa que conduce Antonio Zidar, “El Expreso Periodístico”, y se detuvo en distintos hitos de la historia de la energía atómica en la Argentina, en sus protagonistas y en cuestiones que incumben a la actualidad.

Mario Mariscotti es doctor en Física, profesor titular de Física Nuclear en la UBA. Trabajó durante 28 años en la CNEA donde participó de la instalación de uno de los mayores aceleradores electrostáticos existentes, e inició dos nuevas líneas de investigación en el campo. Es investigador en reconocidos institutos del mundo, entre otras muchas participaciones en distintos ámbitos científicos nacionales e internacionales. Mutipremiado con los “Konex” e incluso presidente del jurado en una de las ediciones.

En estos momentos, se encuentra de visita en Bariloche ya que está trabajando en un proyecto que busca recuperar la historia de INVAP. “Estamos haciendo trabajo para reconstruir su historia, como hicimos con los orígenes de la energía atómica. Estamos recogiendo los testimonios de quienes estuvieron en sus comienzos y su desarrollo. Vale la pena que los argentinos conozcan esta historia, porque sería ideal que estas experiencias se repitieran, no son fáciles de llevarlas a cabo. Estas cosas dependen de ciertas personas clave” señaló Mariscotti.

El físico realizó un trabajo similar en los años 80 con su investigación acerca del proyecto Huemul, que estuvo a cargo del científico austríaco Ronald Richter desde 1948 hasta 1952, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

El proyecto de la isla Huemul y la creación de la CNEA

“La CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), fue creada como una comisión para atender los asuntos de Richter en 1950 por el coronel González, al que Perón le había pedido que se ocupara del tema. El coronel no sabía nada de energía atómica, ni de física ni nada, pero él quiso que a la isla Huemul fueran jóvenes argentinos para aprender y formarse. Y Richter se negó a eso, entonces, un año después, González creó en Buenos Aires la Dirección Nacional de Energía Atómica y eso se convierte en los orígenes de la actual CONEA” indicó Mariscotti. En efecto, la Comisión Nacional de Energía Atómica, a cuyo frente estuvo en primera instancia el coronel Enrique González y, a partir de 1952, el capitán de Fragata Pedro Iraolagoitia, fue creada en mayo de 1950.

El coronel González era muy cercano a Perón, antes había sido director de Migraciones, y empezó a dedicarse al proyecto de Richter con el presupuesto de dicha área. De esta manera, su trabajo “fue clave, porque si no hubiera hecho eso, no se hubiese formado esta institución con personas jóvenes y buenas, formadas”.

De esos inicios, la creación de la CNEA se erige como el impulso más valioso que se enmarcó en este proyecto. De esta forma, Mariscotti destacó la “coherencia en la línea de dirigencia que permitieron que se concrete. La continuidad, la no discriminación política, fueron cuestiones clave. Y la decisión de que esa institución nueva, se fuera integrando con gente buena, estudiantes avanzados, bien seleccionados, con compromiso con la calidad. Esas cosas fueron fundamentales para la creación de la CNEA, además de tener objetivos nacionales”.

Más adelante, en 1971, comenzó a gestarse la creación de INVAP: “cuando Varotto vuelve de Stanford, crea el Departamento de Investigación Aplicada en la Argentina y después se da cuenta que, como él quiere comercializar la energía, empieza a pensar en una institución del Estado, como es INVAP, en el 71”.

¿Qué pretendían hacer en la isla Huemul?

Existe una diferencia entre dos procesos que es fundamental para entender el proyecto de Richter y que Mariscotti ilustró brevemente en su diálogo con este medio. Se trata de la distinción entre fisión y fusión nuclear: “en la fisión, se tiene un núcleo muy pesado que es el uranio, y con un pequeño neutrón ya lo parte en dos y ya se saca energía de esa partición. En la fusión, en cambio, con helio o litio, que son los elementos más livianos, hay que juntarlos. El problema es que esos núcleos están cargados de energía positiva, cargas iguales se repelen. Entonces, la única forma, para unirlos es agitarlos y que produzcan calor (se puede hacer esto con un acelerador de partículas, pero es más la energía que se gasta que la que se gana). Si aumenta la temperatura, llega un momento en que se supera esa barrera repulsiva y se juntan, y ahí se produce la reacción de fusión y podemos obtener energías. El tema es cómo hacerlo, hay que alcanzar temperaturas como las del sol” explicó.

“Richter pensaba que cuando uno tiene un gas, casi a cualquier temperatura, siempre hay una molécula con suficiente velocidad como para chocar con otra. Entonces eso pensaba hacer él, que con cualquier temperatura algo iba a dar chispita. Cuando yo le dije que estaba equivocado no se inmutó, me dijo ‘mi secreto es otro’”, señaló Mariscotti.

Ronald Richter, un hombre “sin escrúpulos”

“Le gustaba mucho venir al cine, hay una historia de que les hacía ver a sus colaboradores más cercanos, que no eran muchos, películas de espionaje, de cosas secretas. En Monte Grande, entre el 52 y 54, tuve muchos testimonios de que era muy salidor, que salía con chicas jóvenes” comentó Mariscotti acerca del científico austríaco.

Richter estudió en la Universidad de Praga, en la que llegó a hacer un doctorado: “pude hablar con algunos de sus compañeros de carrera. Un profesor, que en primer año era compañero de él, dijo que no salía a los recreos, que hacía cálculos todo el tiempo, todos lo tenían como un genio. Pero a medida que pasaban los años, él no avanzaba y los otros sí. Cuando este compañero llegó a ser profesor auxiliar, Richter seguía siendo alumno, ahí se dieron cuenta que divagaba, decía cosas ridículas”.

Al llegar a la Argentina, el científico logró una gran influencia con el presidente Perón. “Era muy convincente y Perón fue extremadamente inocente” señaló Mariscotti. “Hay una carta que Perón le escribió a Richter, donde se ve la sumisión de Perón, el temor de hacer algo que le pudiera molestar”.

Con todo esto, después de estar años tras su pista, finalmente en el año 79, Mariscotti pudo dar con Richter y concretar un encuentro: “me costó mucho, en esa época no teníamos teléfono y lo busqué mucho. En febrero del año 79, en Monte Grande, donde yo sabía que estaba, recorrí todo, los vecinos, la estación de bomberos, los restaurantes, todos me decían que se había ido, pero él estaba”.

“Yo diría que Richter era una persona muy especial, tuve oportunidad de conversar con él, fue una experiencia única. Era un tipo que se alejaba de la realidad, no estaba detrás del dinero, estaba convencido de lo que hacía, quería la gloria. Hasta donde yo he podido ver, él no estaba cómodo con el nazismo”, agregó.

El bochornoso fin

Mariscotti lo definió como un “episodio dramático” que él en su trabajo ha reconstruido y representado a través de la lectura de documentos y testimonios de esa época: “en el año 51, Perón había hecho el anuncio y había dicho con mucho entusiasmo que Argentina había logrado la fisión controlada. Después, con el transcurso del tiempo las cosas no funcionaban, no había resultados. En febrero del 52 González se enteró de que Richter estaba hablando con una empresa alemana para irse a Indio Muerto. Es decir, cambiar toda la instalación en la isla, por su cuenta, eso desencadenó una crisis y empezaron las duda”.

En septiembre de 1952 la isla Huemul fue visitada por una comisión fiscalizadora integrada por los doctores José Antonio Balseiro, Mario Báncora, Manuel Beninson, Pedro Bussolini y Otto Gamba. A partir de esto, los científicos, en especial Balseiro, pudieron comprobar que los argumentos de Richter eran absolutamente inviables y demostraron que en el laboratorio no había ningún dispositivo que pudiera generar un campo magnético oscilante para lograr un efecto de resonancia con la frecuencia necesaria de precesión de Larmor, como sostenía Richter.

En el año 54, dos años después de que terminara el proyecto de la isla Huemul, Richter se encontraba en Monte Grande. En ese año, en el Congreso se discutió la ley de minerales estratégicos y se habló de energía nuclear. En esa ocasión, “los radicales empezaron a decir que nunca habían sabido sobre el proyecto Huemul. Richter desde Monte Grande dijo que quería venir a dar explicaciones, y con la mayoría peronista decidieron declararlo en desacato. Eso le mereció cinco días de cárcel en los sótanos del Congreso”.

En el proyecto se invirtieron un total de 62 millones de pesos, 15 millones de dólares en ese momento. Esta suma correspondería, en la actualidad, a unos 300 o 500 millones de dólares.

“Perón no tenía buenos físicos al lado de él ni asesores confiables. Pero hay que reconocer que él tenía ganas de ir adelante, de construir un país con desarrollo tecnológico y energía barata para su plan nacional de desarrollo. La verdad me da pena, porque él lo hizo con buena voluntad, pero no tenía las herramientas para evaluarlo”, comentó Mariscotti.

José Antonio Balseiro, figura clave

Balseiro estudió en Córdoba en el colegio Monserrat, “tuvo una buena educación y se distinguió por ser una persona inteligente, disciplinada y aplicada. Consiguió una beca para ir a estudiar a la Universidad de La Plata. Él y toda su generación se formaron como investigadores muy competitivos a nivel internacional”.
De esta manera, Mariscotti indicó que “en los 50 consiguió una beca muy limitada del Consejo Británico, dejó a su señora y sus hijos por un par de años para trabajar en Inglaterra. Estando allá, lo llamaron para venir a integrar la Comisión Investigadora para la que fue clave, los demás no sabían lo suficiente para demostrar que Richter estaba errado. El único que tenía capacidad de hacer eso era Balseiro: fue una paradoja, porque el ministro defendió hasta las últimas consecuencias el proyecto y Balseiro fue precisamente el verdugo”.

La energía atómica hoy

Mariscotti sostiene la importancia de la energía atómica como base para el crecimiento energético del país: “creo que los principales especialistas y los ambientalistas más respetados admiten y promueven la energía nuclear y la única solución que tenemos”.

“Las energías eólica y solar, la verdad es que han avanzado mucho últimamente, pero sin embargo los especialistas dicen que la energía nuclear como energía de base es necesaria. Se está trabajando mucho en sistemas de acumulación de energía. Hoy en día, tanto Chernóbil como Fukushima han contribuido a mejorar los estándares de seguridad”, definió.

Fuente: El Cordillerano