MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Movilidad sustentable:compartir viajes y autos

Argentina.-El 10 de octubre se celebró en todo el mundo el Día Internacional de los Viajes Compartidos.
En un mundo con mil millones de autos, las plataformas para facilitar el carpooling (compartir trayectos) y los sistemas de carsharing (autos compartidos, accesibles a través de alquileres flexibles) crecen como la única alternativa razonable. Las automotrices ya se subieron a esta ola, que empieza a avanzar en Argentina.

1.000.000.000. Según un estudio de la consultora especializada Ward, hace ya más de tres años, en agosto de 2011, la cantidad de coches en las calles superó los mil millones.

En un mundo de siete mil millones de personas (y contando), un auto cada siete personas no parece tanto.

Pero los números engañan; es conocida la definición de estadística como esa ciencia que considera que si un hombre come un pollo y otro pasa hambre, han comido medio pollo cada uno. En el caso de los autos, según estadísticas recopiladas por el Banco Mundial, en el principado de San Marino hay más de un auto por cabeza; en Estados Unidos; ocho cada diez personas; en Australia y Nueva Zelanda, siete, y en la mayor parte de Europa, uno cada dos humanos.

Estos números se compensan con los de África, entre 0,2 (Togo) y 1,35 (Mauricio) autos cada diez. En Argentina estamos en el medio: uno cada tres.

Otra vez: en los “países desarrollados” hay en promedio un auto cada dos personas, incluido ese 30 o 40% de la población que son los chicos, y no manejan.

Un coche, con espacio para cuatro o cinco personas, cada una y media.

El transporte terrestre causa hoy el 25% de los gases de efecto invernadero del mundo. Las grandes potencias emergentes, China, India y Brasil, incorporan millones de autos a su parque cada año. Según el International Transport Forum, si seguimos así, para 2050 habrá 2500 millones de vehículos en el mundo. Es hora de reconocer que tenemos un problema.

La buena noticia es que los pronósticos no son destino. Hay miles de personas pensando en cómo encontrar la vuelta para poder trasladarnos por el mundo de forma más eficiente, responsable y feliz. Y en esto la economía colaborativa tiene mucho que proponer.

La base de la economía colaborativa es desterrar la idea de propiedad como imperativo, e instalar en cambio el acceso como ventaja. Dicho de otro modo, lo que necesitamos es trasladarnos, no poseer un coche. Ser dueño de un auto trae un abanico de problemas: primero hay que juntar dinero para comprarlo, después hay que pagarle patente, seguro y garage, encontrar lugar para estacionar, pagar fortunas cada vez que se descomponeà para usarlo, ¿dos horas por día? ¿Quince, veinte horas por semana? ¿Por cuánta gente a la vez? Y ni hablar de los efectos de los embotellamientos sobre el humor individual y social, de los accidentes y, en un nivel macro, de la emisión de gases de carbono que empujan al cambio climático global. ¿No sería genial poder moverse por el mundo con comodidad sin necesidad de poseer -tantos-autos?

La mejor opción en términos de eficiencia energética lleva más de un siglo inventada: es el transporte público, sean colectivos o trenes. Pero los autos ofrecen una autonomía y comodidad con la que el transporte público no siempre puede competir. ¿Cómo acceder a las ventajas de andar en auto, sin las penurias de ser su dueño?

Compartir trayectos
El modelo más amigable en términos de sustentabilidad, ecología e interacción social es el “ridesharing” o “carpooling”, que propone agruparse para sacar el máximo provecho a un viaje en auto, que gasta lo mismo con un pasajero o con cuatro.

¿Cuántos vecinos viajan todos los días a la misma hora desde el mismo edificio al centro de la ciudad? ¿Por qué no ir juntos, ahorrar dinero, contaminación y estrés? Este sistema no es nuevo; lo usan desde hace décadas los padres que organizan “pools” para llevar y traer a sus hijos de escuelas, fiestas y clases de natación. En su vertiente rutera, de grandes distancias, es heredero de la tradición vagabunda del “dedo”. Pero la tecnología hoy permite escalar la dimensión de estos acuerdos con formas menos rústicas (y mucho más seguras) de encontrar compañeros de viaje. En todo el mundo florecen las plataformas que ofrecen buscar online quiénes viajan en la misma dirección, coordinar con ellos detalles y reparto de costos, y hasta elegir los compañeros por perfiles de red social, lo que agrega una capa esencial: la de la confianza. Después de cada viaje, los participantes califican a aquellos con los que compartieron el trayecto, y generan así un ecosistema que descansa en la recomendación entre pares (p2p).

En Europa el pionero fue el sistema alemán Mitfahrzentrale.de, creado en 1998, que más tarde se asoció a la red internacional Carpooling. Un camino similar recorrió la plataforma francesa Covoiturage, hoy parte de BlablaCar. Hace unos años, solo conectaban a los usuarios, como una cartelera de avisos; hoy se sofisticaron e incluyen el pago anticipado de la parte del costo a compartir, para mejorar el compromiso de los viajeros al acordar el viaje. En todos los casos, el precio es puesto por el dueño del vehículo. Según difunde Carpooling, su sistema ya transportó a 70 millones de personas, con lo que ahorró 750 millones de litros de combustible y salvó a la atmósfera de un millón y medio de emisiones de carbono. En Estados Unidos, el sistema más popular es Zimride, impulsado por las universidades y las grandes empresas. Todas estas plataformas crecieron exponencialmente al dar el salto de las pantallas de las computadoras a las aplicaciones para teléfonos inteligentes.
Fuente: TELAM
Por: Marcela Basch
Periodista, licenciada en Letras y docente, fundadora del portal de noticias de economía colaborativa y cultura libre El plan C.