La celebración del Día Mundial de las Aves Migratorias se lanzó en 2006 como iniciativa de la Secretaría del Acuerdo para la Conservación de aves acuáticas migratorias africanas-eurasiáticas en colaboración con la Secretaría de la Convención sobre la Conservación de las especies Migratorias Silvestres (CMS), dos tratados internacionales administrados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

La conmemoración, que funciona como una oportunidad anual de sensibilización, destaca la necesidad de la conservación de las aves migratorias y sus hábitats, al tiempo que busca concienciar a la población mundial sobre las amenazas que enfrentan estas especies, su importancia ecológica y el valor de la cooperación internacional para conservarlas.

En 2017, el lema del evento es: “Su futuro es nuestro futuro”. Destacando la estrecha relación entre las personas y la naturaleza, el objetivo planteado es sensibilizar sobre la necesidad de una gestión sostenible de los recursos naturales, proponiendo la conservación de las aves como acción importante para el futuro de la humanidad. Las aves son indicadoras del estado de los ecosistemas que habitan, de allí su rol clave para nuestro planeta.

Largos viajes
Existen diversos patrones de migración, pero la mayoría de las aves migran de las zonas de cría del norte a las zonas de invernada del sur. La migración es un viaje que presenta peligros y expone a estos ejemplares una gran cantidad de amenazas. La pérdida de sitios de invernada y de escala podría afectar negativamente en su supervivencia.

Cada año, varias especies de aves vienen a nuestro país dejando el hemisferio norte donde nidifican. Entre ellas podemos encontrar al playero rojizo (Calidris canutus), cuyas bandadas llegan a las playas del Atlántico y hasta Tierra del Fuego, pudiendo observarse en áreas protegidas como el Parque Nacional Campos del Tuyú, en la provincia de Buenos Aires. El playero rojizo es un ave pequeña, que pesa entre 120 y 200 gramos, y es capaz de trasladarse muchos kilómetros en poco tiempo.

También se observa el playerito de rabadilla blanca (Calidris fuscicollis) en los Parques Nacionales Monte León y Los Glaciares, en Santa Cruz; Nahuel Huapi, en la Patagonia andina; y Predelta, en Entre Ríos; también, en la Reserva Natural Formosa, en la provincia homónima, y en el Monumento Natural Laguna de los Pozuelos, en Jujuy, entre otra áreas protegidas. Es un ave de 15 centímetros que se alimenta de pequeños invertebrados, nidifica en el Ártico pero se alimenta y descansa en nuestra región, como lo hacen gran parte de las aves migratorias.

Otra de las aves que hacen miles de kilómetros anuales es el gaviotín golondrina (Sterna hirundo), proviene del Ártico, donde cría y anida, llegando en primavera a las costas y grandes lagos del interior de Argentina. Entre sus lugares de invernada se encuentra la Laguna de Mar Chiquita o Mar de Ansenuza, en Córdoba, un área protegida que actualmente forma parte del Convenio Marco establecido entre la Administración de Parques Nacionales, el Ministerio de Ambiente de la Nación y la provincia de Córdoba para la creación de un futuro Parque Nacional.

Mar Chiquita es el mayor lago de Argentina y el quinto de tipo salino del mundo. Es un área de gran riqueza en biodiversidad y uno de los atractivos turísticos más importantes del centro del país. Por su extensa superficie y su régimen de fluctuación, puede considerarse rara o única a escala continental. Declarado Sitio Ramsar en 2002, este humedal presta servicios ecológicos fundamentales y regula los regímenes hídricos y la biodiversidad, constituyendo un recurso de gran valor económico, científico y recreativo. Entre su rica diversidad biológica, además de los mamíferos, reptiles y anfibios registrados, destaca un grupo de alrededor de 150 especies de aves vinculadas a ambientes acuáticos que explican, además, por qué Mar Chiquita es un Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA).