MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

La Meseta de Somuncurá: un tesoro patagónico reconocido mundialmente por su biodiversidad unica

Especies endémicas en el Área Natural Protegida Meseta de Somuncura

Valchea, Rio Negro, 21 de mayo de 2025. ¿Por qué un territorio aislado y aparentemente inhóspito del noreste patagónico ha captado la atención del mundo científico y ambiental internacional? La respuesta está en su valor ecológico irremplazable, recientemente reconocido con uno de los premios más prestigiosos del mundo para la conservación de la naturaleza.

La Meseta de Somuncurá, ubicada en la provincia de Río Negro, Argentina, ha sido recientemente galardonada con el Whitley Award 2024, también conocido como el «Oscar Verde» de la conservación ambiental. Este reconocimiento fue otorgado al biólogo argentino Federico Kacoliris, investigador del CONICET y presidente de la Fundación Somuncurá, por su labor incansable en la protección de especies endémicas y amenazadas que habitan este ecosistema extraordinario. El premio no solo realza el valor biológico de la región, sino que también evidencia el impacto positivo que la ciencia aplicada y el trabajo con las comunidades locales pueden generar en territorios críticos para la biodiversidad global.

La Meseta de Somuncurá se extiende por más de 3.469.827 hectáreas, convirtiéndose en una de las áreas protegidas más vastas de Argentina. Se trata de una altiplanicie volcánica que emerge en medio de la estepa patagónica, alcanzando alturas superiores a los 1.200 metros sobre el nivel del mar. La formación geológica, compuesta por basaltos y mesetas de origen volcánico, genera un aislamiento natural que ha favorecido la evolución de especies únicas en el mundo, tanto en flora como en fauna.

Este territorio, árido y de difícil acceso, ha permanecido relativamente inalterado por la actividad humana masiva, lo que ha permitido la conservación de condiciones ecológicas excepcionales. Sin embargo, su fragilidad ambiental lo convierte en una prioridad para la acción conservacionista, especialmente ante las amenazas crecientes del cambio climático, el avance de especies invasoras y la falta de conocimiento generalizado sobre su valor.

Especies únicas en el mundo: La ranita del Valcheta y la mojarra desnuda

Entre los protagonistas de esta historia se encuentran la ranita del Valcheta (Pleurodema somuncurense) y la mojarra desnuda (Gymnocharacinus bergii). Ambas son especies endémicas, lo que significa que no existen en ningún otro lugar del planeta.

La ranita del Valcheta es un pequeño anfibio acuático que habita en los cursos de agua termal del arroyo Valcheta. Su población ha disminuido drásticamente en las últimas décadas debido a la introducción de especies exóticas como truchas y sapos, que alteran su hábitat y compiten por recursos. Por su parte, la mojarra desnuda es el único pez de agua dulce endémico de la Patagonia árida, y también se encuentra en peligro crítico de extinción por razones similares.

Ambas especies han sido declaradas como prioritarias por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y su protección ha sido el eje del proyecto de Kacoliris, que combina investigación científica con acción directa en territorio.

El rol clave de la Fundación Somuncurá y las comunidades locales

La estrategia de conservación implementada en la región va mucho más allá de la simple protección de especies. Incluye programas de restauración del hábitat, monitoreo poblacional continuo, educación ambiental para comunidades y escuelas rurales, y diálogo directo con los pobladores que habitan la meseta. De esta manera, la conservación se convierte en una tarea compartida, en la que los saberes científicos y los conocimientos locales se complementan y refuerzan.

La Fundación Somuncurá, creada y dirigida por Kacoliris, se ha convertido en un actor central en este proceso. Desde hace más de una década, desarrolla proyectos de manejo de fauna nativa amenazada, capacita guardaparques y lidera campañas de sensibilización a nivel regional y nacional. Además, mantiene vínculos institucionales con organismos provinciales como la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro, con quienes articula políticas de largo plazo.

Un reconocimiento que trasciende fronteras

El Whitley Award, entregado en Londres por la Whitley Fund for Nature, es uno de los premios más importantes del mundo en materia de conservación. En su edición 2024, Federico Kacoliris fue uno de los siete galardonados a nivel global, siendo el único representante latinoamericano.

Este reconocimiento internacional no solo aporta visibilidad a los proyectos desarrollados en Somuncurá, sino que también asegura financiamiento clave para continuar con las tareas de restauración y protección. El prestigio del premio también genera nuevas oportunidades de colaboración con científicos, ONGs y organismos internacionales interesados en replicar el modelo de conservación comunitaria.

Un área protegida con historia y desafíos

La Meseta de Somuncurá fue declarada Área Natural Protegida en 1986, mediante el Decreto Provincial Nº 356. Sin embargo, su plan de manejo se aprobó recién en 2008, reflejando las dificultades históricas para garantizar una gestión integral del territorio. Hoy en día, el área enfrenta múltiples desafíos, entre ellos, la presión del pastoreo, la falta de infraestructura para el control ambiental, y la escasa visibilidad nacional e internacional frente a otros parques más conocidos.

No obstante, este premio marca un punto de inflexión. Pone sobre la mesa la urgencia de dotar a Somuncurá de mayores recursos institucionales, humanos y técnicos para garantizar su integridad ecológica en el largo plazo.

La flora de la meseta es igualmente notable. Alberga especies vegetales endémicas como Grindelia pygmaea y Lecanophora ruizleali, adaptadas a condiciones extremas de aridez y salinidad. Estas plantas, muchas de las cuales aún están en proceso de estudio, forman parte de un mosaico ecológico que sustenta una gran variedad de aves, mamíferos pequeños y reptiles.

Uno de los mamíferos más emblemáticos es el pilquín de Somuncurá, una variedad de chinchillón que también habita exclusivamente en esta región. Su dieta especializada y sus hábitos de refugio lo convierten en un bioindicador del estado de conservación del hábitat.

Somuncurá no solo es relevante desde el punto de vista biológico. Su geología volcánica, con sierras y conos inactivos, ha dado origen a paisajes únicos, utilizados desde tiempos milenarios por pueblos originarios. En la zona se han hallado pinturas rupestres, petroglifos y restos arqueológicos que dan cuenta de una presencia humana antiquísima, en interacción armónica con el entorno natural.

El naturalista suizo Jorge Claraz ya exploraba esta región en el siglo XIX, dejando registros fundamentales que hoy sirven de base para los estudios actuales.

Uno de los grandes potenciales de la Meseta de Somuncurá es el desarrollo de un turismo ecológico sostenible, basado en la interpretación de la naturaleza, la observación de fauna y la valorización cultural. Si bien las condiciones geográficas y logísticas no permiten un turismo masivo, sí existe la posibilidad de fomentar visitas guiadas de bajo impacto, vinculadas a programas de educación ambiental, ciencia ciudadana y voluntariado.

Esto no solo contribuye a generar ingresos alternativos para las comunidades locales, sino que también refuerza el sentido de pertenencia y compromiso con la conservación.

El camino por delante exige el fortalecimiento de redes de cooperación entre el Estado, el sector científico y las ONGs. También se requiere un financiamiento sostenido y transparente, capaz de mantener equipos técnicos en territorio, monitorear las poblaciones vulnerables y garantizar la aplicación efectiva del plan de manejo.

En un contexto global donde la pérdida de biodiversidad se acelera, Somuncurá se presenta como un modelo de intervención positivo, donde la investigación aplicada y la participación comunitaria muestran resultados tangibles.

Un ecosistema que merece ser contado y defendido

La historia de la Meseta de Somuncurá no es solo una noticia ambiental más. Es un llamado de atención sobre el valor de lo que muchas veces permanece invisible. Este ecosistema remoto, con sus especies únicas, su geografía imponente y su gente comprometida, es un símbolo de lo que aún se puede proteger cuando la ciencia, la educación y la comunidad trabajan en sintonía.

Hoy, gracias al trabajo de personas como Federico Kacoliris, el mundo mira hacia esta meseta patagónica con nuevos ojos. Y con ello, nace una oportunidad única para consolidar su conservación y transformarla en un caso ejemplar de preservación del patrimonio natural argentino.

También te puede interesar:

Municipalidad de Patagones
Tecno Planta
Viedma Municipio