El teniente general y veterano de guerra en Malvinas Bari del Valle Sosa es oficial superior del Ejército Argentino y ocupa el más alto cargo no político de la estructura de las Fuerzas Armadas de la Nación: tiene en sus espaldas la responsabilidad de conducir el Estado Mayor Conjunto de las FFAA, máximo órgano de asesoramiento militar al comandante en jefe (el Presidente de la Nación). El 2 de abril de 1982, el hoy teniente general era apenas un soldado de 23 años que integraba un regimiento de Infantería que fue transportado a Malvinas el 11 de abril. Según relató, uno de sus mayores recuerdos es el momento cuando desde la cabina de comando del Hércules C130 que lo transportaba divisó el contorno de las islas recientemente recuperadas.
—¿Dónde lo sorprendió el anuncio de que habíamos recuperado las Malvinas?
—Esa madrugada yo era teniente y estaba destinado en la Escuela de Infantería con sede en Campo de Mayo. A través de la radio me entero del episodio de la recuperación de las islas el 2 de abril.
—¿Qué sintió el teniente Sosa?
—Pensemos que tenía 23 años en ese entonces. Fue una gran sorpresa, nadie imaginaba este desenlace, por lo menos quienes estábamos en ese momento en la Escuela de Infantería. Y una gran emoción porque una de las pocas cosas que unen a todos los argentinos es Malvinas. Entonces ese sentimiento afloró inmediatamente.
—¿En qué momento es usted destinado o comisionado a formar parte del teatro de operaciones?
—Dentro del proceso de esos días los que estábamos en la Escuela de Infantería nos llevaron a reforzar distintas unidades del país, y en mi caso me tocó ir a reforzar al Regimiento de Infantería 25 con sede en Coronel Sarmiento, que fue el Regimiento que recupera las islas en esta Operación Rosario. Y el día 11 de abril por la noche pasé a las islas en un avión Hércules de la Fuerza Aérea y todavía tengo presente en mi memoria cuando el comandante nos invita a la cabina y ver el contorno de las islas esa noche del 11 al 12 de abril.
—¿Cómo era el ánimo de ese momento?
—En el caso mío me tocó ser segundo jefe de una Compañía de Infantería y pude tener la oportunidad de ver oficiales, suboficiales y soldados que dieron todo. Eran soldados en el más profundo sentido de la palabra. Más allá de la jerarquía, más allá del grado de cada uno y del rol que cumplía, lo que uno puede haber visto ahí, mi experiencia y lo que me quedó grabado en mi retina y en el corazón, básicamente, es la entrega total: dieron todo, dimos todo. Y no había grados, no había diferencias. A quienes hemos tenido la oportunidad de ver eso, nos llega profundamente.
—El infante es normalmente la persona tal vez físicamente más sacrificada en un conflicto. ¿En algún momento vio que las circunstancias lo superaban?
—Hubo momentos, particularmente la noche del 13 al 14 de junio. Esa noche, yo formando parte de la Compañía B, se hizo el último contraataque de tropas terrestres en dirección desde Puerto Argentino, que era el viejo cuartel de los marinos. Y en esa madrugada la situación estaba realmente difícil dado que nosotros sobrepasamos las posiciones del Grupo de Artillería 4 que ya se replegaban, porque habían consumido toda la munición y estábamos recibiendo fuego directo de armas automáticas. Ese momento realmente pensé que podía ser la última vez.
—Bueno, posteriormente estuvo 30 días como prisionero del enemigo.
—Estuve casi 30 días después del 14 de junio. No recuerdo bien exactamente si fue 18, 19 de junio. Fuimos llevados como prisioneros de guerra hasta el Establecimiento San Carlos, y estuvimos ahí un par de semanas. Luego en un buque, un par de semanas más.
—Mucho se ha dicho de las fallas en lo que se conoce técnicamente como conjuntes, las relaciones conjuntas. ¿Dejó una lección Malvinas? ¿Qué planes hay en este sentido?
—Malvinas es un caso de estudio muy particular sobre ese tema. El informe Rattenbach, que es el más reconocido, muestra claramente que hemos tenido errores profundos de coordinación entre las tres fuerzas armadas, no hubo una acción coordinada. Esa experiencia se acumuló, se han hecho mejoras en algunos aspectos. Uno de los objetivos más claros que tenemos hoy en el ámbito del Estado Mayor Conjunto, del Ministerio de Defensa también, es lograr una acción militar conjunta integrada realmente eficaz. Buscar la forma de trabajar en equipo y lograr una actuación que permita ser más eficientes con lo que disponemos.
—17 millones de argentinos aproximadamente o no habían nacido en la época de Malvinas o eran muy chicos. ¿Qué reflexión puede hacer hacia esa porción de la gente que no sabe lo que este país vivió y fundamentalmente a sus hombres y a los veteranos en general?
—Malvinas es una de las causas que une a los argentinos, porque es fruto de la educación. Y estoy seguro que los jóvenes, porque tengo hijos jóvenes también, han sido educados con esta mirada. Uno advierte que sigue siendo una causa compartida, una causa justa de todos los argentinos. Más allá inclusive que por supuesto está dentro de la Constitución Nacional. Pero yo veo que realmente este es un sentimiento profundo que está no solo en los que pintamos canas sino en los jóvenes también. Creo que ha habido una maduración profunda de la sociedad que vio a sus veteranos de otro modo; el año pasado los desfiles que se hicieron a raíz del Bicentenario, tanto en Tucumán como acá en la Ciudad de Buenos Aires, el 9 y 10 de julio, se mostró ese afecto, ese agradecimiento, ese sentimiento profundo que une a la sociedad con sus veteranos.
Y como veterano uno siente, dado que pasó el tiempo del dolor de la derrota, que cumplió con su deber. Siente que cada uno de aquellos que estuvimos hemos dado un paso y hemos entregado la vida más allá de que hayamos vuelto algunos. Pero estoy convencido que ninguno de los que volvimos fuimos los mismos. Hemos aprendido y creo que estamos cada uno aportando desde su lugar un granito de arena para el engrandecimiento de nuestro país y de nuestra sociedad.
Fuente: Por Fernando Morales para Infobae