Las observaciones de los sismos solares demuestran que el nivel de la actividad magnética en las profundidades de la estrella se ha reducido significativamente y ha alcanzado los niveles más bajos, lo que puede indicar que el astro ya vivió cambios irreversibles en su funcionamiento interior, dice el estudio publicado en la revista MNRAS.
“Los últimos picos de actividad del Sol alcanzaron el mínimo histórico, además, durante el ciclo actual, su mínimo duró un período extraordinariamente largo. Será interesante observar el ciclo siguiente, si es parecido o si regresa a niveles normales”, explica Yvonne Elsworth de la Universidad de Birmingham.
La actividad del Sol se determina por el número de manchas y brotes en él, que están vinculados con los cambios del campo magnético de la estrella. El ciclo de la actividad solar, de un máximo al otro máximo, dura unos 11 años.
En los años cuando nuestra estrella es más activa, se intensifican y aumentan en número las tormentas magnéticas, lo que puede resultar en problemas técnicos, dolencias en las personas sensibles y la aparición de las auroras con más frecuencia.
Los científicos explican que hasta hace poco tiempo el Sol se encontraba en la fase de Gran Máximo Solar, durante la que la actividad del astro superaba los índices normales.
Sin embargo, el ciclo actual (el 24) que empezó en enero de 2008, resultó ser el más débil en la historia de las observaciones, por lo cual los astrónomos temieron que nuestra estrella entrara en la fase de ‘hibernación’. No obstante la reanudación de su actividad en 2015 disipó parcialmente estos temores.
Según las observaciones de los astrónomos, el interior del Sol está viviendo procesos extraordinarios, y los expertos todavía no pueden explicar su origen ni siquiera pueden predecir si estos se repetirán en el próximo ciclo de actividad, que empezará en dos años.
Elsworth cree que en caso de que se repiten las tendencias del ciclo actual, es posible que llegue un periodo parecido al Mínimo de Maunder, que duró de 1645 a 1715, cuando las manchas solares prácticamente desaparecieron de la superficie del Sol, tal como observaron los astrónomos de la época, y que es vinculado con la Pequeña Edad de Hielo, a principios de la Era Moderna.