En medio de la sexta gran extinción de especies que acecha al planeta, Iberá experimenta el programa de reintroducción de fauna o rewilding más exitoso del continente. Con foco en el modelo sudafricano que privilegia la producción de naturaleza para el desarrollo de economías locales, la ONG Conservation Land Trust (CLT) logró restituir al humedad correntino cuatro de sus especies emblemáticas: el oso hormiguero gigante, el venado de las pampas, el pecarí de collar y el tapir; mientras avanza con el guacamayo rojo y el yaguareté.
El rewilding apunta a la restauración total de ecosistemas. Ninguna especie de la cadena trófica original queda afuera. Y el abanico de biodiversidad puebla el ambiente. Ese era el sueño del mentor de CLT, Douglas Tompkins, y continúa en su viuda, Kristine McDevitt: sanear los suelos, reintroducir fauna extinta y recuperar ecosistemas completos.
En cuatro enormes hexágonos con mallas de cinco metros de altura habitan cuatro yaguaretés, que son los jaguares más grandes de América. La Fundación Leonardo Di Caprio donó US$ 500.000 para reintroducirlos.
Clarín recorrió los núcleos de reintroducción de fauna del Iberá. En el Centro de Rescate y Cuarentena en San Cayetano, la bióloga Alicia Delgado, cuenta que tienen tres osos listos para liberar con radio collar. Y otros tres ositos bebés, que demandarán un año de cría porque han perdido a sus mamás. “La primera osa que reintrodujimos fue “Tota” y llegó aquí en 2007. Hoy tenemos unos 100 osos distribuidos en dos poblaciones pero con 36 crías nacidas en libertad”.
Enrollados en su colas largas y peludas, asoman su trompa y con su lengua cual lombriz, pegajosa y extensa, se nutren de hormigas y termitas. “Los bebés se alimentan de un licuado con suplementos para ganar peso y calor”, dice Guichi, la encargada de alimentar a los osos bebés.
“Nena”y “Arandú”. Madre e hija. Juntas se pasean por el Iberá. Cuando crezca, “Arandú” perderá sus rayas blancas y pesará como su madre, unos 300 kilos. En la reserva viven seis ejemplares adultos de tapir.
Adentro del recinto, en una sala de cirugía, tres expertos veterinarios anestesian a un animal fornido y velludo. Sin reacción sobre la mesa quirúrgica, exhibe su hocico con colmillos prominentes. Es un pecarí de collar. Está recién llegado y por eso es sometido a un riguroso control de sanidad. Las donaciones de los 22 pecaríes realizadas por la Estación Experimental Horco Molle de Tucumán, y la Estación de Fauna Autóctona del gobierno de Salta permiten que hoy todos esos animales ya estén reinsertos en su hábitat natural.
A la hora del almuerzo, Juanita y José nos reciben con una mesa de campo en su casa de San Miguel. No muy lejos, una rama de árbol acoge un nido gigante. “Es de jabirús, adentro del nido están los huevos y los están empollando”, cuenta Juanita. Ella y José fueron entrenados por CLT, hoy cocinan para turistas y organizan cabalgatas vaqueanas por el pueblo.
“Sucedió que al comprar Tompkins las tierras abrió la servidumbre de paso. Eso permitió el acceso y circulación de la gente en campos antes privados y cerrados al turismo”, explica Matías Rebak, quien desde el Comité Iberá, impulsa entrenamientos para personas como Juanita y José.
Para la siguiente escala hay que atravesar la laguna en lancha hasta la isla de San Alonso. Allí, en el corazón de los esteros, nos recibe Maite Ríos, zoóloga española responsable de rewilding del CECY, Centro de Cría del Yaguaretré, Dispuestos en cuatro enormes hexágonos con mallas de cinco metros de altura, cuatro yaguaretés, retozan al sol. El último avistaje de un jaguar salvaje en el Iberá fue en 1953, año en que Corrientes sufrió la gran extinción de sus especies emblemáticas. Fundación Leonardo Di Caprio, donó US$ 500,000 al proyecto de reintroducción del jaguar. Pero lo que más necesitan, aclara Ríos, “es prolongar las estadías de préstamos con fines reproductivos. “En la Argentina quedan 200 yaguaretés, distribuidos en exiguas poblaciones, lo que dificulta terriblemente su reproducción”.
Ahora bordeamos el humedal por el Este hasta llegar a la Estancia Rincón del Socorro, en Colonia Pellegrini. El responsable en monitoreo de tapires es Rafael Abuín. Cuenta que hace solo un mes nació el primer tapir en libertad. Ayudados por un antena telemétrica, divisamos a “Nena” junto a su cría, “Arandú, entre el pastizal. Ambas tienen trompa prominente, curva y al olfatear mueven solo el extremo. Una rareza. Arandú crecerá y perderá sus inolvidables rayitas blancas. Llegará a pesar como su madre: unos 300 kilos. Mientras tanto, “seis ejemplares de tapir adultos ya viven libres” en el lugar.
Días atrás, Rincón del Socorro recibió la visita del presidente Macri junto a Juliana Awada y su hija Antonia. Los tres conocieron a la pequeña Arandú, cuyo nombre significa sabio en guaraní. Todo avanza en sintonía con la creación del gran Parque Iberá. Y con el impulso de “economías de naturaleza” para lograr que pueblos con baja densidad de habitantes puedan ser eco y autosustentables.
El mismo objetivo persigue el ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, que incluyó al Iberá en el Corredor del Litoral. Se trata de una ruta ecoturística que atraviesa Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa con el interés de dispersar o captar, parte del millón y medio de turistas que ingresan desde Misiones y sólo vistan las Cataratas de Iguazú.
El proyecto de conservación de Tompkins es ponderado por los ecologistas planetarios. Son conocidas mundialmente sus donaciones de tierra en la Patagonia Argentina, Chile y aquí en Corrientes. Para el mundo de la conservación CLT hoy encarna el proyecto de reintroducción de fauna más ambicioso del continente.
Fuente: Diario Clarín https://www.clarin.com/sociedad/crean-arca-noe-ibera-restituyen-especies-emblematicas_0_rkFdOHEiW.html