La gobernadora reclamó el uso de unos 200 metros cúbicos por segundo de agua del Negro para conducirlos hacia el sur de su provincia y regar una 600 mil o más hectáreas. Los primeros en oponerse al pedido fueron los representantes neuquinos en la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), planteando su preocupación por las significativas bajantes que hoy sufren los ríos Neuquén y Limay que confluyen en el Negro, y calificando la iniciativa como “inviable”. Curiosamente, por su ubicación aguas arriba de la posible toma, Neuquén no se vería perjudicada directamente por la obra. La noticia también conmocionó a la provincia homónima del río.
El Negro está regido por la AIC, una autoridad de cuenca conformada por las provincias condóminas, Neuquén, Río Negro y Buenos Aires a las que se supone dueñas de un conocimiento general del recurso para posibilitar una discusión seria con respecto a la distribución de caudales.
Paralelamente al anuncio se escucharon declaraciones que, en una perspectiva global, muestran un notable desconocimiento y ponen en evidencia postergaciones incomprensibles. Un ejemplo fueron las declaraciones de algunos funcionarios de las provincias implicadas quienes, desconociendo el concepto de integración nacional y regional manifestaron que la prioridad debe ser usar el agua “dentro de la cuenca del Limay, Neuquén y Negro y no afuera”. A ello se suma el manejo de las grandes represas ubicadas sobre los ríos que retienen caudales en función de la generación hidroeléctrica y reservas para riego. Hoy los caudales están por debajo de la media histórica y, obviamente la cantidad de agua que erogan es inferior a la que reciben provocando bajantes notorias valle abajo. En ese escenario preocupante ahora Buenos Aires, como provincia ribereña, estaría pretendiendo extraer cerca de una tercera parte del caudal medio del Negro.
Sorprendentemente las autoridades provinciales y de la cuenca señalan que “esta situación genera la necesidad de un estudio técnico, respetando el medio ambiente” para lograr “un acuerdo de utilización de los cupos de caudales” algo que, se supone, una autoridad de cuenca debería tener planteado desde hace mucho tiempo. Un funcionario rionegrino fue muy claro cuando pidió “hacer el estudio integral del río Negro que está en el estatuto de la AIC desde sus orígenes y que nunca se realizó”. El próximo paso, por cierto que muy polémico, es definir quién y cómo se hará cargo de esa tarea imprescindible.
Pero lo más sorprendente es que ninguna de las partes tiene presente el Tratado del río Colorado -del que son parte- que desde su misma constitución varias décadas atrás, prevé un trasvase del mismo tipo, aunque de un caudal sensiblemente menor. Esa iniciativa surgida, ésta sí, de estudios profundos y de un acuerdo firmado por las cinco provincias condóminas del recurso, se ha visto bloqueada por la provincia de Río Negro que se niega a conceder la servidumbre de paso por su territorio, alegando difusas razones técnicas y políticas. Esa actitud, que ya lleva muchos años, hace que mientras tanto esos caudales preciosos se pierdan sin uso en el mar.
Fuente: Diario La Arena