“Qué inadecuado resulta llamar Tierra a nuestro planeta cuando claramente es océano”, decía Arthur C Clarke, escritor y científico británico. Esas tres cuartas partes de superficie cubiertas de agua albergan infinidad de historias, como la de los ecosistemas marinos aún intactos o la de aquella travesía a nado que alivió las tensiones de la guerra fría. La cuarta edición del
abre una pequeña ventana a algunas de ellas. Esta muestra surgió en Australia y se ha internalizado a gran velocidad, siempre apoyada por ONG locales en cada país anfitrión. En su última edición ha llegado a Nueva Zelanda, Hong Kong, China, Bélgica e Italia, y cerró su gira anual en Reino Unido con entradas agotadas al poco de salir a la venta. Esta cita
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El festival es una celebración. “El objetivo es concienciar sobre la protección de los océanos y a la vez explorarlos y disfrutar de ellos”, cuenta desde Londres Rosie Fuller, organizadora del evento. Destaca también la importancia de conectar con la naturaleza: “El mar es un lugar al que acudir para escaparnos del estrés de nuestro día a día y liberarnos”. El criterio clave a la hora de escoger las películas ha sido su componente inspirador. “Incluso aunque algunas no pasen de los cinco minutos, muestran ejemplos positivos, porque es la mejor forma de que el público sienta que ellos mismos, con sus acciones, también pueden ser parte del cambio”, señala Fuller. Estas son las cintas seleccionadas.
Sea Gypsies: The Far Side of the World, Nicholas Edwards
La tropa del velero Infinity es cualquier cosa menos convencional. Dieciséis almas libres viajan a bordo de este velero construido a mano en los años sesenta, sin permisos, sin seguros y con un presupuesto muy limitado. Su plan es llegar desde Nueva Zelanda a la Patagonia, pasando por la Antártida. Una travesía de más de 12.000 kilómetros. Por el camino sobreviven a un huracán, están cerca de colisionar un iceberg y se cruzan con un grupo ecologista radical en su lucha contra los balleneros ilegales. Con todo, consiguen llegar a rincones deshabitados a los que el ser humano apenas ha tenido acceso. Sea Gypsiesdemuestra que otro estilo de vida es posible. Un éxito de crítica y público tal que ya están planeando su próxima expedición con plazas abiertas para nuevos aventureros que tengan cierto punto temerario.
The legacy, Erick Higuera
Contaminación, sobrepesca, o especies en peligro de extinción son los términos que uno espera escuchar cuando se trata de ecosistemas marinos. Sin embargo, en The Legacy la narrativa a la que estamos acostumbrados cambia y aparecen otros adjetivos como riqueza, abundancia o armonía. Se adentra en el archipiélago de Revillagigedo, en México. En esta zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco la vida sigue intacta. Es, además, un santuario para especies en peligro como la mantarraya, que tras verse obligada a abandonar su hogar en el golfo de California veinte años atrás, ha encontrado aquí un nuevo hábitat. Toda una bocanada de oxígeno.
Haven, Guillaume Néry
El 11 de abril de 1991 el petrolero Haven, que transportaba 143.000 toneladas de combustible procedente de Irán, se hundió en el mar de Liguria, cerca de Génova, tras una explosión a bordo. La magnitud del desastre fue considerable, con más de 50.000 toneladas de vertidos y el fallecimiento de seis miembros de la tropa. 25 años después, el buceador Guillaume Néry, campeón mundial de apnea o lo que es lo mismo, buceo a pleno pulmón, se embarca en una aventura para visitar las ruinas. “Es como una ciudad sumergida”, cuenta. Este ha sido unos de sus mayores retos dado que las imágenes fueron filmadas a 50 metros de profundidad.
The whale chasers, Tess Brosnan
Sentados en lo alto de una colina escarpada sobre el estrecho de Cook de Nueva Zelanda un excepcional equipo de “ciudadanos científicos” de avanzada edad vigilan la migración de las ballenas jorobadas. Participan en un estudio sobre la recuperación de la población de estos mamíferos desde que se prohibiera su caza en 1964. Ellos mismos en su día fueron balleneros, cuando aún existía una dependencia del aceite de cetáceo. Ahora han cambiado el arpón por los prismáticos y las tazas de té. Una propuesta valiente, que podría causar malestar si no fuera por la tremenda sinceridad con la que está narrada. La crítica ha descrito The whale chasers como”una de las pocas películas donde la sangrienta historia de la caza de ballenas se reconcilia con la sensibilidad y la estética modernas”.
Fishpeople, Keith Malloy
“El mar es como una terapia cuando tengo problemas. Para todos nosotros es nuestra iglesia privada, nuestro propio templo”. Este es el arranque de Fishpeople, documental en el que seis personas, desde diferentes latitudes y diferentes perspectivas transmiten su pasión por el mar. Un ejemplo es Eddie Donnellan, surfista que da clases a niños en riesgo de exclusión ofreciéndoles en las olas una vía de escape a sus problemas diarios. Otro, el de Lynne Cox, la nadadora que en plena guerra fría cruzó a nado el territorio que separa Estados Unidos de la entonces Unión Soviética, favoreciendo el deshielo de las relaciones entre Reagan y Gorbachov. Sorprende el coraje y la determinación de todos ellos. Esa es precisamente la grandeza del documental.PUBLICIDAD
Stay with us, Dustin Adamson
¿Por qué ese empeño en buscar vida extraterrestre en el cielo, cuando en realidad deberíamos mirar hacia abajo? Esto es lo que se pregunta el director de Stay with us, cortometraje que presenta la vida salvaje en las profundidades marinas con unos efectos sonoros muy potentes. Son cinco minutos de color y formas casi hipnóticas. Un entorno que puede parecer alienígena, precisamente porque en él, el ser humano nunca ha sido la fuerza dominante. Dustin Adamson cuenta con más de una veintena de cortos sobre la biosfera marina a sus espaldas y ha sido premiado internacionalmente. Tanto Stay with us, como el resto de piezas, se pueden ver aquí. En este caso, como en todo hito de ciencia ficción que se precie, hay una secuela: Stay With Us -Part II- Stay Longer.
Ocean Rubbish, ABC Open, David Day
David Day se dirige cada día a su playa más cercana en Queensland, Australia, y recoge todo tipo de desperdicios plásticos: tapas de botellas, mecheros, envases. Con eso crea su propio microcosmos marino. Ya ha completado más de cuarenta figuras, cada una de un material diferente al anterior. La tortuga, por ejemplo, está compuesta de sesenta chanclas. “El desafío es convertir un trozo de basura que nuestra sociedad considera inútil en una obra de arte que tenga algún valor”, indica. Donde el común de los mortales ve una simple boya, Day ve la cabeza de un pelícano o la aleta de un delfín. Y sobre todo ve una oportunidad para concienciar sobre el daño que los ocho millones de toneladas vertidas cada año en el mar causan a estos animales. Una evidencia de que incluso el arte puede integrarse en la tan necesaria economía circular.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/12/21/planeta_futuro/1513859443_702548.html