La Patagonia abarca más de 1 millón de kilómetros cuadrados, con paisajes tan variados como montañas, praderas, mesetas y playas. Pero algo que la distigue es, sin dudas, su extenso campo de hielo ubicado en el extremo sur, compartiendo superficie entre la Argentina y Chile.
Los glaciares que hoy observamos es lo que queda de una extensión de hielo que alcanzó su máximo hace 18.000 años. Y aunque lo que queda en pie es una parte menor de esa gran extensión, aún así hoy sigue siendo el mayor campo de hielo en el hemisferio sur fuera de la Antártida. Pero el cambio climático los está afectando y mucho. En conjunto se están derritiendo muy rápidamente, a una de tasas más altas de retroceso en todo el planeta según lo establece Eric Rignot, glaciólogo en el NASA’s Jet Propulsion Laboratory y la Universidad de California-Irvine.
Su derretimiento contribuye al aumento del nivel del mar, aunque en menor medida que Groenlandia o la propia Antártida. Este campo de hielo se conforma de dos sectores importantes. El sector norte del campo de hielo cubriendo 4000 km cuadrados con 30 glaciares significativos:
Y el sector del campo de hielo patagónico, más grande, con 13.000 km cuadrados:
El mapa que sigue nos muestra la velocidad con la que se mueven los glaciares, de a pocos centímetros a varios miles por año. Es interesante ver cómo gran parte del campo de hielo se está moviendo a una tasa mayor a 100 metros por año, un signo de rápido descongelamiento.
Un caso extremo es el glaciar HPS-12 que perdió la mitad de su longitud en solo 3 décadas.
Otro glaciar que rápidamente pierde terreno es el San Quintín en Chile:
La siguiente fotografía tomada desde la Estación Espacial Internacional del glaciar Upsala, en Argentina, muestra su rápida retracción en poco más de 10 años.
El glaciar Perito Moreno, uno de los más famosos, es uno de los pocos sectores que se mantiene estacionario.
Sin dudas, estas imágenes HD entregadas por la NASA son una prueba irrefutable del enorme impacto que el cambio climático está teniendo sobre nuestros recursos. Tomar consciencia de ello y luchar por la preservación de estos enormes santuarios naturales deberían formar parte de nuestra misión cotidiana.
Escrito por Enzo Campetella en Google+