Con sus impresionantes playas, la isla indonesia de Bali atrae a turistas de todo el mundo. Pero los plásticos están arruinando la vista, llevando a los lugareños a tomar medidas, desde la producción hasta el desecho.
El sol se levanta sobre la playa de Saba en Bali. Decenas de personas se han reunido vistiendo camisetas amarillas con el mensaje “soy un héroe de la basura”. En una hora, han recogido el equivalente a un contenedor de basura. Por un megáfono, Wayan Akasar alienta y agradece a los voluntarios su participación. Akasar es el presidente de Trash Hero Indonesia, un grupo comunitario con 38 secciones en todo el país, 14 de ellas en Bali.
Guía turístico profesional, Akasar ama mostrar a los visitantes de todo el mundo los impresionantes arrozales de Bali y las espectaculares playas volcánicas de arena negra. Pero cuando comenzaron a quejarse sobre el problema de los desechos de la isla, se sintió obligado a tomar medidas.
Ahora coordina eventos semanales de limpieza a través de las redes sociales, en los que los voluntarios han recolectado más de 15,000 kilos de basura plástica en un año.
A principios de este año, un video de un buzo británico navegando a través de una sopa aterradora de bolsas de plástico y envoltorios de comida frente a la costa de Bali se volvió viral, lo que provocó llamados a la acción para enfrentar la contaminación oceánica.
Indonesia es la segunda mayor fuente de desechos plásticos marinos del mundo después de China. El país utilizó la asombrosa cifra de casi diez mil millones de bolsas de plástico solo en 2016. Muchas de ellas terminan en los ríos y el océano, estropeando las vistas idílicas de la isla. Al ver amenazada su industria del turismo, Indonesia se comprometió a reducir los desechos plásticos en un 70 por ciento para 2025.
Reciclar, reciclar y reciclar
Akasar sabe que sus “héroes de la basura” son solo parte de la solución: lo ideal sería que los desechos plásticos nunca llegaran al medio ambiente en primer lugar. “Lo más importante es que eduquemos a la gente sobre cómo lidiar con su basura y no usar plástico”, dice. “Paso a paso, tratamos de inspirar a la gente y esperamos que ayuden a mantener Bali limpia para el futuro”.
Una vez terminado el trabajo de los voluntarios en la playa de Saba, Akasar se dirige a ver a su amigo Nyoman Adi Artana en su planta de desechos plásticos, donde una prensa hidráulica aplasta 5.000 botellas y las convierte en aproximadamente 1 metro cúbico que pesa hasta 140 kilos. En un día promedio de trabajo se procesan tres cargas de camión, alrededor de 1.600 kilogramos, que se envían para su reciclaje en camiones de mercancías que de otra manera regresarían vacíos a Java.
Cada paca le produce a la planta alrededor de 4 dólares. “No hay mucho dinero para hacer este tipo de cosas. El plástico no es un negocio sexy”, dice Adi Artana. Con demasiada frecuencia, se ven personas arrojando basura a los ríos o quemando plástico al costado de la carretera. Nyoman Adi Artana quiere dar un mejor ejemplo, lograr que cada vez más gente recicle plásticos después de usarlos.
Plásticos libres de plástico
Y una empresa con sede en Bali también está colaborando, utilizando bioplásticos que podrían, con el debido desarrollo, satisfacer gran parte de la demanda actual de plásticos. Los bioplásticos son materiales biodegradables hechos de plantas, como algas y mandioca, o de procesos bacterianos.
Avani Eco convierte la mandioca, disponible de forma abundante en Indonesia, en bolsas de plástico y pajitas, y convierte la fibra de caña de azúcar en contenedores de comida para llevar. “Aquí en Indonesia, cosechamos alrededor de 25,2 millones de libras de mandioca al año”, Kevin Kumala, cofundador de la compañía, le dijo a DW. “Cuando se trata del precio de las materias primas, la mandioca es el producto más económico disponible en el país”.
Fundada en 2014, Avani Eco ahora cuenta con 95 empleados y 20 máquinas, que pueden producir 40 toneladas de bolsas de mandioca al mes. Kumala está convencido de que al hacer frente a su crisis de contaminación oceánica, Bali dará un poderoso ejemplo.
“Tuvimos la suerte de que los interesados en nosotros, que se convirtieron en nuestros socios y distribuidores, visitan la isla y desean invertir en la compañía y llevar la tecnología a los lugares de donde vienen”, dice Kumala.
Alborotar el mercado
Los artículos más distintivos que salen de la fábrica de Bali son las bolsas de mandioca “I’m Not Plastic” (‘no soy plástico’). Cuestan un 50 por ciento más que las bolsas de plástico normales, pero Avani aún se encuentra en las primeras etapas de aumentar su producción y espera que los precios bajen con el aumento de la demanda y la producción en grandes cantidades.
“Debido al precio más alto de nuestros productos, el desafío es definitivamente convencer a clientes como supermercados y cadenas minoristas”, dice Kumala.
Pero es un desafío que su compañía está lista a aceptar: “Nos vemos como alborotadores en el mercado. Al ser un alborotador, no puedes quedarte cómodo. Todos los días estamos investigando y desarrollando mucho, mejorando nuestro producto”.
“Creo que el uso del plástico caerá hasta 70, incluso 80 por ciento dentro de 10 años”, agrega. Con el creciente interés de Oriente Medio, el Caribe y el este de Asia, el mayor desafío de Avani podría ser algún día mantener el ritmo de la demanda.
Autora: Maria Bakkalapulo (Bali, Indonesia) (rrr/lgc)
Fuente: https://www.dw.com/es/bali-le-declara-la-guerra-a-la-contaminaci%C3%B3n-del-pl%C3%A1stico/a-45323054?maca=es-Twitter-sharing