En referencia a la visita Ad límina realizada por los obispos argentinos a Roma en mayo, consideró que “sirvió para generar un fecundo intercambio entre los obispos argentinos. Quedamos muy contentos de poder hablar largamente con sobremesas distendidas y muy necesarias”, reconoció.
Monseñor Ojea también destacó la alegría de los obispos al ver “el estado actual de la curia romana en cuanto a la capacidad de escucha demostrada hacia nosotros”.
“Notamos también una curia de la Santa Sede muy delicada en el trato y al mismo tiempo muy poco controladora en situaciones que, a nuestro juicio, son conflictivas. En general nos sentimos muy comprendidos por la curia romana durante esta visita”, aseguró.
En ese sentido, destacó que “es muy importante el papel de los laicos en algunos dicasterios romanos, como el de Comunicación. Realmente es ponderable que la Iglesia tenga un área como ésta donde haya gente técnica que sepa aconsejar y alinear a los obispos. Y esto también se refleja en nuestra iglesia argentina, cada vez más las diócesis tienen sus propios equipos de comunicación”.
Consultado sobre el pontificado de Francisco, monseñor Ojea subrayó los aportes que el Santo Padre hace a “la conversión pastoral, ecológica y sinodal”.
“La primera la aborda en la encíclica Evangelii Gaudium y se trata de ver a la Iglesia como una comunidad que pone todas sus fuerzas en destrabar los impedimentos que tiene para la misión, buscando estructuras acordes con esto”, explicó. “‘Yo soy una misión en esta Tierra, si no la cumplo me autodestruyo’, dice Evangelii Gaudium. En este primer punto le pide al Espíritu Santo que nos dé el don de coraje, el don de no tener miedo de anunciar el Evangelio de Jesús”.
“La segunda conversión, la ecológica, Francisco la aborda en Laudato si’ y plantea que frente al descuido de la Casa Común hay que dar pasos en la cultura, en la economía y en la vida cotidiana para incorporar hábitos de consumo y estilos de vida que nos reconcilien con lo creado”, continuó.
En cuanto a la conversión sinodal, la definió como “el modo que tiene la Iglesia de generar cambios, es decir, caminando juntos”, y añadió: “Es una Iglesia que escucha, que sabe que los cambios son lentos y que prefiere no prescindir de nadie para que todos podamos llegar en comunidad”.+