Viedma – El reactor, puesto en marcha hace seis meses, pasará a abastecer, en pocas semanas más, el cinco por ciento de la demanda nacional de energía. Es la tercera central nuclear en funcionamiento y ya se trabaja en la cuarta, Atucha III.
La Autoridad Regulatoria Nuclear autorizó a elevar la potencia de la Central Nuclear Atucha II al ciento por ciento de su capacidad, a partir de febrero. De esta manera serán incorporados al sistema interconectado 745 megavatios para abastecer a tres millones de argentinos. “Este hito es el punto cúlmine de la puesta en marcha de la central, cuyo reactor se puso por primera vez a nivel crítico el 3 de junio de 2014. Luego, continuaron pruebas a distintos niveles de potencia para verificar el comportamiento de los sistemas”, precisó el Ministerio de Planificación a través de un comunicado. La operación está a cargo de la empresa Nucleoeléctrica Argentina (NASA).
La planta está ubicada sobre la margen derecha del Río Paraná, en la localidad de Lima, partido bonaerense de Zárate, 100 kilómetros al norte de la Ciudad de Buenos Aires. En este emplazamiento se encuentra también la Central Nuclear Atucha I Presidente Juan Domingo Perón, de 362 megavatios, operada también por Nucleoeléctrica Argentina, que tiene a su cargo a la vez la operación de la Central Nuclear Embalse y el desarrollo de una cuarta central.
Los últimos ensayos de puesta a punto comenzaron el pasado 25 de octubre, cuando se alcanzó el 75 por ciento de la potencia total. Luego de las pruebas aplicadas y del parate técnico entre el 7 y el 12 de enero de este año, se alcanzó una capacidad del 90 por ciento y en las próximas semanas se llegará al máximo.
La totalidad de la potencia de Atucha II equivale aproximadamente al 5 por ciento de la demanda nacional de energía eléctrica, al 12 por ciento de la demanda de energía del Area Metropolitana de Buenos Aires y al 40 por ciento de la energía consumida por la provincia de Buenos Aires, excluido el conurbano bonaerense. Además, podrá sustituir anualmente la importación de 1200 millones de metros cúbicos de gas natural y evitar la emisión a la atmósfera de 3,5 millones de toneladas de dióxido de carbono.
El contrato para la construcción de Atucha II se firmó en mayo de 1980. La obra debía terminar en 1987, pero durante el transcurso de esa década la energía nuclear fue dejada de lado y el proyecto se retrasó. En la década del ’90, la actividad ingresó en una etapa aún más crítica, cuando el entonces presidente Carlos Menem redujo drásticamente el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Atómica, mientras intentaba privatizar las centrales existentes. La construcción de Atucha II quedó interrumpida en 1994 y recién se retomó en octubre de 2006, ya como parte del Plan Nuclear Argentino, que lanzó el gobierno de Néstor Kirchner.
Ya casi con la puesta a punto de Atucha II, rebautizada Central Néstor Kirchner, el gobierno nacional encaró la proyección de la tercera Atucha. En diciembre de 2009, el Congreso declaró de interés nacional a través de la Ley 26.566 la construcción de una nueva central nuclear, pero diversas demoras llevaron a que recién a comienzos de septiembre se cerrara un acuerdo comercial con la china CNNC, que permitirá financiar la obra. El paso previo fue la firma de un convenio de cooperación nuclear bilateral en julio de 2014, durante la visita del presidente chino, Xi Jinping, a Buenos Aires.
El reactor Atucha III será de uranio natural y agua pesada, para aprovechar la experiencia y los recursos que el país tiene en esa área. De hecho, Argentina tiene una planta de agua pesada en Neuquén y, si bien por ahora importa el uranio, controla el proceso de fabricación de los elementos combustibles. Además, varios componentes de la central podrían fabricarse localmente.
Por otro lado, Argentina fue reelegida al frente del grupo de países proveedores nucleares por el período 2015-2016. La organización vincula a 48 países que operan tecnologías y equipos de estas características, con capacidad de exportar o transferirse a otras naciones, siempre con usos productivos y pacíficos.
FUENTE: Página/12