Por Adriano Calalesina adrianoc@lmneuquen.com.ar. Mendoza tiene 10 bodegas que certificaron Démeter, un sello de alta calidad con una forma de cultivar milenaria y descontaminada.

En el mundo nace un nuevo “mercado” o forma de conectarse con los alimentos: es la biodinámica, una suerte de “homeopatía” para la agricultura, que tiene el propósito de descontaminar la tierra y regirse por una forma ancestral de cultivar. En este arte de vivir y cultivar, todo está conectado: desde el movimiento del cielo y la vitalidad de la tierra, que usaban los pueblos ancestrales, hasta los animales e insectos que rodean a los cultivos.

Esta filosofía de vida, que tiene como relator principal, al austríaco Rudolf Steiner, empezó a hacer masa crítica hace décadas, allá por 1920. Es un camino donde se abren nuevos mercados, para un público distinto, a veces más selecto, pero con nuevas formas de relacionarse con el mundo y el medio ambiente.

Cultivos bioodinámicos en la Bodega Chacra, en Mainqué. Es a única en la zona que logró la certificación del sello Démeter.

El arte de hacer vinos biodinámicos crece no sólo en el mundo, sino también en el país. No sólo en este rubro, sino también en otros alimentos. Hay dos tendencias en el abanico de la biodinámica y una es la que usan los pequeños productores de los pueblos andinos, y otra la que buscan los exportadores, donde pretenden cumplir altas exigencias estándares de calidad en el mercado.

Y si bien en la provincia de Neuquén aún no hay vinos de estas características, sí hay un camino de certificación de la producción orgánica, que es un estadio anterior a la biodinámica.

El sello de certificación de la biodinámica es Démeter, en alusión a la diosa griega que revitaliza la tierra, bailando entre los cultivos. Es este mismo sello el que se abre a un nuevo mundo de los alimentos en el mundo, donde la industria parece haberle ganado la batalla a lo ecológico.

El filósofo austríaco y “relator” de la biodinámica es es gurú de una generación nueva que se nutre de nuevos alimentos y modos de vida.

Marcos Persia es ingeniero agrónomo en la Secretaría de Agricultura Familiar de la Nación y asesor de distintas bodegas que han comenzado a transitar este camino. De los miles que hay en el país, sólo una decena hay podido lograr este sello, que es sinónimo

“El primer requisito para certificar es que el establecimiento y el viñedo tiene que cumplir con el certificado orgánico. Tenés un montón de cosas que no se tienen que usar, como por ejemplo productos de síntesis química, fertilizantes y plaguicidas. O sea, nada en herbicidas, insecticidas, o sea no hay nada. Y después la búsqueda es que la granja tenga una mirada integral, digamos, que haya una diversidad vegetal, que haya animales”, indicó el agrónomo a LM Neuquén.

En la región hay varias bodegas que están en camino de certificación orgánica, que es un estadio anterior a la biodinámica. Y en el Alto Valle, precisamente en Mainqué, está la bodega Chacra Patagonia, que elabora vinos con el arte de la biodinámica.

En la biodinámica, más allá de la filosofía integral, se usan dos componentes o “preparados” para revitalizar la tierra. Uno es el BD 500 compuesto por un cuerno de vaca que se entierra en otoño en la capa superior del suelo con la punta hacia arriba y se deja durante seis meses. La preparación aumenta la actividad de las bacterias del suelo, los hongos y las lombrices y fortalece la formación de humus y el crecimiento de las raíces.

Después está el preparado BD 501 hecho con cristal de cuarzo transparente, que se muele en un polvo muy fino y luego se mezcla con agua pura, como el agua de lluvia. La mezcla se entierra en un cuerno de vaca, siendo el proceso similar al de la preparación BD 500, pero para ello se entierra durante las épocas de calor, y se aplica tanto en época de crecimiento como antes de la cosecha. Este preparado favorece el vigor y desarrollo integral de la planta, mejorando así la calidad de la piel de los frutos.

La biodinámica tiene preparados para la revitalización de los suelos generar microorganismos.

Sólo bastan tres gramos de estos preparados por hectárea para que se active un sistema de revitalización, cuestionado por la agricultura ortodoxa. ¿Por qué una cantidad tan pequeña desustancia podría generar cambios en los cultivos y en la tierra? Una pregunta que se sale de la lógica de la química. Y muchos la responden con la metáfora de cómo apenas una gota de veneno de una araña puede matar a un cuerpo humano.

Mendoza comenzó con la certificación de estos vinos hace unos años. Uno de los primeros fue la bodega Krontiras, especializada en biodinámica, con el mercado exclusivo de exportación. También siguieron ese camino Escorihuela Gascón, Alpamanta, Chakana, Piedra Negra (Lurton), familia Michelini (La Estocada) y Supercuco.

También está Domain Busquets, una bodega grande orgánica, de cerca de 250 hectáreas de viñedos, pero que aún no certifica con el sello Démeter de biodinámica.

En Neuquén, Bodega Familia Schroeder y Secreto Patagónico iniciaron un camino orgánico. Que es el principio para lograr, en un futuro, vinos biodinámicos.

Persia sostuvo que cada vez son más las empresas que inician este camino, para hacer este tipo de vinos que, en principio, por la complejidad y los requisitos son caros. Certificar los viñedos lleva al menos tres años. Es un sistema que no es nuevo, es milenario pero que hoy tiene mercado.

Enterrar cuernos de vaca es uno de los preparados biodinámicos. El otro, es el polvo de cristal de cuarzo.

Alimentos, consumidores y garantías

No sólo en los vinos hay una tendencia a cumplir con las leyes de la biodinámica y enlazar lo que sucede en el cielo y en la tierra respecto a los cultivos. En la región, hay caminos de búsquedas agroecológicas, que son la otra cara del mundo exportador. Está el establecimiento Janus, en Barda del medio, Flor Dorada, en Centenario, Buena Vida y una red de productores independientes y cooperativistas que llega hasta el Valle Azul, más allá de Villa Regina.

Otra forma de iniciar un camino agroecológico es entrar en un Sistema Participativo de Garantías (SPG), compuesto por productores y consumidores, con el asesoramiento de técnicos.

No es una certificación, pero un paso de confianza para los alimentos, indicó la agrónoma y especialista en biodinámica, Cecilia Speranza. La agrónoma y astróloga Alicia Manucci hace 20 años que se dedica a la agricultura biodinámica y dijo que tanto el mercado interno de los productores independientes como el exportador “deben estar integrados”.

“Trabajás para que la gente coma sano y se lleve su acelga y no se la compre a alguien que le mete de todo. Y la biodinámica apunta a eso y la experiencia nuestra que hemos hecho durante años en el PRODA con un grupo de agrónomas”, dijo.

“Quedarse solo con la experiencia de los exportadores de vinos biodinámicos que ahora está en el candelero o en todo el mundo es la otra punta del arcoíris. Ambas son importantes de mostrar. Una no quita la otra”, concluyó.

Fuente: www.lmneuquen.com