Glòria Ayuso.-La lucha contra el cambio climático debe incluir la aplicación de soluciones concretas para aumentar la capacidad del mar para secuestrar carbono. Así lo indica el quinto libro blanco de los diez que elaboran científicos expertos de la Unesco para marcar la hoja de ruta en la preservación del océano, que se presentarán en la Conferencia de la Década de los Océanos, en abril, en Barcelona.
El océano actúa como un gran sumidero de carbono, ya que absorbe el 25% de todas las emisiones de CO₂ antropogénicas. Esta absorción de calor y dióxido de carbono ralentiza el cambio climático. No obstante, el proceso de absorción de CO₂ del mar desencadena acidificación y desoxigenación, lo que plantea graves riesgos para la vida marina, los ecosistemas y las comunidades que dependen del océano para su subsistencia, así como en su rol para garantizar el equilibrio del planeta.
El libro blanco indica tres vías de mitigación aplicadas en el mar. Una de ellas es el desarrollo de bosques de manglares, praderas de pastos marinos y marismas intermareales, que cuentan con un poder “desproporcionadamente alto” de secuestro de carbono, por lo que estos ecosistemas reciben el nombre de carbono azul. Precisamente, y al margen de este documento, los expertos indican la necesidad de desarrollar una fórmula fiable de cálculo de captura de carbono por parte de estos ecosistemas con el fin de desarrollar un nuevo mercado de carbono centrado en el mar.
La segunda solución a la que apunta el libro blanco es eliminar el exceso de CO₂ que acumulan las aguas mediante la creación de sistemas de almacenamiento duradero del carbono marino, aumentando así la capacidad del océano de secuestrar más CO2. Las vías de esta Captura y Almacenamiento de Carbono (CDR) son la mejora de la alcalinidad oceánica, formas de eliminación directa del carbono atmosférico con almacenamiento oceánico, y la fertilización de nutrientes, entre otras. No obstante, estas prácticas “tienen baja preparación tecnológica y necesitan un desarrollo significativo adicional”, advierte el libro blanco.
Al mismo tiempo, considera esencial la reducción de la contaminación marina, ante el aumento de desechos que está registrando el mar. Aliviar esta contaminación es una de las primeras actuaciones necesarias para “reducir el estrés adicional que sufren los organismos marinos y todo el ecosistema responsable de capturar CO₂. En este sentido, el documento indica la conveniencia de reducir la producción de productos que acaban contaminando las aguas, que además de mejorar la resiliencia del océano también provocaría un descenso de las emisiones.
El grupo de expertos incide en que debe aumentarse la recolección de datos del mary poner toda la información al alcance de toda la comunidad internacional para contar con modelos de predicción, basar las actuaciones en unas bases sólidas y poder desarrollar avances de alcance global. “Todas las acciones están interconectadas y el trabajo debe ser conjunto y transversal”, señala la coordinadora del equipo científico que ha elaborado el cuarto libro blanco Sophia Laarissa, en la discusión previa del borrador entre la comunidad de expertos a nivel internacional antes de su presentación definitiva en la Conferencia de Barcelona.
Transformación y nueva gestión
Laarissa subraya que debe aumentarse la alfabetización y conciencia oceánica para una cogobernanza llevada a cabo desde la cooperación, con políticas mejoradas de reducción de riesgos y capacidad predictiva mejorada de los pronósticos oceánicos, climáticos y meteorológicos.
Desde hace más de un año, más de 150 expertos trabajan en la elaboración de una estrategia para preservar el océano que se plasmará en los 10 libros blancos que quieren responder a los principales retos, que se interrelacionan entre ellos: la contaminación marina; la protección del ecosistema; el cambio climático; la economía oceánica sostenible; los alimentos azules sostenibles; la construcción de comunidades resilientes; observaciones, datos y Sistemas de Pronóstico y Alerta Temprana ante desastres; desarrollo de capacidades, alfabetización oceánica y conocimiento indígena y local; y patrimonio cultural.
Fuente: www.elperiodico.com