MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Batalla medioambiental: el uso de las bolsas de plástico cae un 90%

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Batalla abierta contra el plástico. La Comisión Europea presentaba en mayo una propuesta de directiva para reducir el uso de los 10 productos fabricados con este material. Una escaramuza más en la contienda que comenzó en 2015 con la directiva sobre las bolsas, una norma que acaba de ser transpuesta en nuestro país donde, desde julio, los comercios tienen la obligación de cobrar al consumidor a un precio entre 5 y 15 céntimos cada una y un paso previo a su prohibición total en 2021.

Afecta a todos, pero el campo donde se libra gran parte de esta batalla está en el supermercado. Lidl, por ejemplo, ya ha empezado a suprimir la venta de bolsas de plástico de todos sus establecimientos en España. Ha ido incluso un paso más allá y acaba de anunciar que dejará de vender artículos de plástico de un solo uso en 2019.

Desde Aecoc señalan que desde 2009 los súper han reducido en un 90% las bolsas de plástico de un solo uso. “Los supermercados españoles hicieron hace tiempo el esfuerzo de reducción que ahora se pide. Hicimos esa reducción, pero nadie nos dijo cómo. Esa fue la clave del éxito, porque cada empresa adoptó las medidas que consideraba adecuadas a las necesidades de sus clientes”, subraya el director general de la patronal de supermercados Asedas, Ignacio García Magarzo. El siguiente paso será con las bolsas de sección, las que se usan en frutería, pescadería…, que deberán ser sustituidas por otras degradables en 2021.

Las empresas buscan alternativas para evitar los envases de plástico, pero serán las autoridades sanitarias y de medio ambiente quienes decidan qué materiales son válidos

“En el caso de las bolsas de sección estamos comprobando el coste que puede tener, también se trabaja en materiales porque la alternativa de la bolsa de plástico en las secciones no es igual para la fruta que tiene cáscara que para la que no, para el pescado…”, dice García Magarzo. El debate en este punto también se establecerá entre las autoridades de medio ambiente y las de salud pública, que se encargarán de señalar qué materiales son los adecuados.

Pero el plástico es mucho más que bolsas y además de Lidl, otras muchas empresas se han puesto las pilas. Starbucks dejará de usar las pajitas en sus establecimientos en 2020 y ofrecerá una tapa reciclable inspirada en las de las tazas y recipientes que usan los niños pequeños para aprender a beber; McDonald’s prueba las pajitas de papel en sus locales británicos y Nestlé y Unilever se han comprometido a que sus envases serán cien por cien reciclables o reutilizables en 2025. Pero el plástico no es la única batalla del gran consumo por el medio ambiente. “Es necesario desarrollar políticas proactivas en toda la cadena de valor para reducir el impacto del cambio climático, reducir el desperdicio alimentario e ir más allá del cumplimiento normativo en temas medioambientales, a través de la implantación de mejores prácticas que implican a todos los eslabones”, dice José María Bonmatí, director general de la patronal de fabricantes y distribuidores Aecoc.

En Ecoembes defienden un modelo circular “en el que todo se aprovecha y los residuos son considerados recursos

En el sector del gran consumo existe el temor, sin embargo, de que se pueda intentar implantar en España el sistema de depósito de envases, conocido como SDDR, que funciona ya en países como Alemania y que obliga a pagar una fianza por los mismos en el momento de la compra del producto y hasta su posterior devolución. En Europa, de momento, el 95% de los envases son reciclados por sistemas de contenedores similares al de España, que gestiona el proceso de recogida y reciclaje a través de Ecoembes, que se encarga de los envases de plástico, papel y cartón, y las latas y bricks, y Ecovidrio, que asume el del vidrio. Ambos firman convenios con los ayuntamientos para la financiación y organización de la recogida separada de los residuos, principalmente a través de contenedores, y su valorización.

“En Ecoembes creemos imprescindible terminar con el sistema de producir, consumir y tirar, y pasar a un modelo circular, en el que todo se aprovecha y los residuos son considerados recursos”, asegura Óscar Martín, director general de Ecoembes. De hecho, así lo ha entendido la UE, que en 2015 marcó un punto de inflexión con la creación del Plan de Acción para la Economía Circular, impulsando un modelo donde se minimiza el uso de recursos, se recuperan los materiales para darles segundas vidas, se reciclan los residuos y se apuesta por un consumo responsable.

La apuesta por el medio ambiente pasa, asimismo, por ser más eficientes en el transporte y energía. En este último punto, los supermercados de Asedas han realizado inversiones tanto en mejoras de adaptación como en nuevas aperturas bajo conceptos ecosostenibles que han superado los 500 millones en 2017, el doble que el año anterior. La eficiencia energética es la prioridad de estas actuaciones con una media de ahorro del 40%.

Son actuaciones que también llegan a suponer una reducción de la huella de carbono del 25% con respecto a una tienda tradicional. En transporte hay iniciativas que, aunque más pequeñas, merecen ser destacadas como la de Eroski, que reparte en bicicleta las entregas para compras online en determinadas zonas urbanas. Otras cadenas, como Carrefour, están utilizando también para el transporte vehículos con energías limpias, dejando de lado el diésel.

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