Una solución concreta a dos problemas estructurales: basura y desigualdad
El sistema de consumo actual nos enfrenta a desafíos complejos. Por un lado, la generación descontrolada de residuos; por otro, la persistente desigualdad social. EcoInclusión entendió desde sus inicios que ambas problemáticas pueden abordarse simultáneamente mediante un enfoque innovador y colaborativo.
La organización transforma residuos PET (tereftalato de polietileno) —principalmente botellas de plástico— en ladrillos reutilizables, duraderos y amigables con el ambiente. Estos ladrillos son donados a organizaciones sociales, escuelas rurales, comedores comunitarios, centros culturales y otras construcciones que generen un impacto positivo en los barrios más necesitados. Con cada ladrillo producido, se reciclan aproximadamente 20 botellas plásticas, lo que significa una reducción significativa del impacto ambiental.
A diferencia de los ladrillos tradicionales, cuya producción suele implicar el uso de hornos que emiten gases contaminantes y un alto consumo energético, los ladrillos de EcoInclusión se producen mediante un proceso completamente limpio. No se utilizan hornos ladrilleros, ni se emplean químicos agresivos, lo que convierte al proceso en una alternativa sustentable tanto desde lo ambiental como desde lo económico.
Los ladrillos presentan además otras ventajas clave: son más livianos, ofrecen mayor capacidad de aislación térmica y acústica, y son más fáciles de transportar. Su uso reduce los costos logísticos y mejora la eficiencia energética de los espacios construidos. Este enfoque integral permite hablar de una verdadera economía circular aplicada al desarrollo comunitario.
El proyecto fue fundado por tres jóvenes cordobeses con una preocupación común: hacer algo por el ambiente, pero también por la sociedad. En su etapa de investigación, descubrieron datos alarmantes, como que en Argentina se desechan más de 12 millones de botellas de plástico por día, de las cuales solo un 15% se recicla. Este dato fue el motor que los impulsó a buscar una solución innovadora y de alto impacto.
A través de ensayo y error, lograron desarrollar un modelo de ladrillo que cumpliera con los estándares necesarios para su uso en construcciones. Poco a poco, fueron perfeccionando la técnica, estableciendo alianzas con municipios, empresas y otras organizaciones de la sociedad civil, hasta consolidar una red que hoy se extiende por toda la provincia de Córdoba y busca replicarse en otras partes del país.
Reconocimiento internacional: finalistas del Desafío Google.org
La iniciativa no pasó desapercibida. En 2017, EcoInclusión fue seleccionada como una de las 15 ONGs finalistas del prestigioso Desafío Google.org, una competencia internacional que premia a los proyectos de innovación social más prometedores de América Latina. Cada organización seleccionada recibió USD 350.000 para escalar su propuesta, y gracias al voto del público, EcoInclusión fue la representante de Argentina en la gran final regional.
Este reconocimiento fue un hito para la ONG. Con esos fondos, EcoInclusión planificó la creación de una planta de reciclaje de gran escala en Córdoba, que les permita aumentar exponencialmente su capacidad productiva, pasando de 20 ladrillos por hora a miles de unidades diarias, y con ello, potenciar su impacto ambiental y social.
Actualmente, EcoInclusión trabaja con más de 45 puntos verdes distribuidos en Córdoba y alrededores. Estos puntos de recolección son gestionados en colaboración con municipios, comunas, empresas y ciudadanos comprometidos, generando una red que articula esfuerzos públicos y privados con un objetivo común: reducir la contaminación y fomentar la economía circular.
El objetivo a mediano y largo plazo es replicar este modelo en distintas provincias de Argentina. La idea es montar plantas regionales que operen de manera descentralizada, facilitando la recolección de residuos plásticos a nivel local y fortaleciendo el desarrollo territorial sostenible. Este enfoque territorial no solo optimiza la logística, sino que también genera empleo verde y conciencia ambiental en cada comunidad.
EcoInclusión también trabaja fuertemente en el plano educativo. Saben que el cambio estructural no se logra solo reciclando, sino también transformando hábitos y mentalidades. Por eso, organizan talleres, charlas y campañas de sensibilización en escuelas, centros comunitarios y ferias ambientales. Buscan empoderar a los ciudadanos con información concreta sobre la problemática del plástico y las posibles soluciones desde el accionar cotidiano.
La educación ambiental es uno de los pilares del proyecto, porque apuntan a construir una ciudadanía activa y comprometida, capaz de tomar decisiones responsables en relación con el ambiente y el consumo.
Uno de los aspectos más valorados de EcoInclusión es su transparencia en los datos y resultados. La organización comparte regularmente cifras sobre la cantidad de ladrillos producidos, botellas recicladas, construcciones realizadas y comunidades beneficiadas. Esto permite a sus aliados, donantes y la ciudadanía en general conocer el impacto real del proyecto.
Esta práctica también fortalece la confianza (Trustworthiness) del público, un aspecto clave desde la perspectiva del SEO y la autoridad del dominio. Además, posiciona a EcoInclusión como una fuente confiable de información ambiental y social en el ecosistema digital.
Para sostener y expandir su labor, EcoInclusión ha establecido alianzas con diversos actores: empresas del sector privado, universidades, gobiernos locales, fundaciones y organismos multilaterales. Estas alianzas permiten apalancar recursos económicos, tecnológicos y humanos para escalar el modelo sin perder su esencia comunitaria.
Además, trabajan en el desarrollo de productos derivados (macetas, bloques, paneles) para comercializar de manera limitada, generando así ingresos complementarios que contribuyen a la sostenibilidad del proyecto sin perder su enfoque solidario.
La historia de EcoInclusión es una inspiración para otras iniciativas. Es la demostración de que con creatividad, compromiso y articulación intersectorial, es posible enfrentar grandes problemas con soluciones concretas y replicables. Cualquier comunidad con acceso a residuos plásticos, algo de maquinaria básica y voluntad de transformar la realidad puede seguir sus pasos.
Por eso, su modelo de trabajo se presenta como una oportunidad para gobiernos provinciales, municipios y ONGs de todo el país que buscan soluciones sostenibles, inclusivas y escalables en sus territorios.
EcoInclusión no solo fabrica ladrillos. Construye comunidad, conciencia, oportunidades y un ambiente más sano. Su trabajo muestra que el desarrollo sostenible no es solo una meta lejana, sino un camino posible cuando se alinean la innovación social, la educación ambiental y el compromiso colectivo.
En un contexto global donde la crisis climática y la desigualdad social se intensifican, ejemplos como EcoInclusión representan un faro de esperanza y acción. Porque si es posible convertir basura en hogares, también es posible construir una sociedad mejor, más justa y sustentable. Ladrillo por ladrillo.