Son tiempos complicados para la industria del petróleo. Y no lo dicen los hippies delirantes ni los activistas por la transición: ni siquiera el presidente de la petrolera Shell apuesta a la nafta como combustible. Se llama Ben van Beurden y hoy mismo, en una entrevista concedida a la cadena de noticias Bloomberg, aseguró que su próximo auto será eléctrico.
Según dijo el ejecutivo, la directora financiera de la compañía, Jessica Uhl, conduce ya hoy un BMW i3 eléctrico. Ése es el coche por el que Van Beurden cambiaría su Mercedes-Benz S500e diésel en septiembre.
“Debemos tener un grado mayor de penetración de coches eléctricos si queremos estar dentro de las reglas del juego”, dijo.
DEL PETRÓLEO AL GAS
El precio del petróleo está pasando por una etapa crítica: pasó de superar los 120 dólares el barril a apenas 26 en enero pasado. Ante este panorama Shell compró la compañía de gas natural BG Group, como una forma de iniciar su conversión a energías -si bien fósiles- más limpias.
Van Beurden explicó que el mundo avanza hacia la electrificación de la economía y la movilidad, de la mano de un vuelco a las energías renovables. Sus comentarios se suman a anuncios de varias naciones europeas en el mismo sentido. Gran Bretaña prohibirá los autos nafteros y diesel a partir de 20140; Francia inició un plan contra el cambio climático, y Volvo anunció que en 2019 se volcará por completo a los autos eléctricos.
“Nos estamos haciendo a la idea de que el precio del petróleo seguirá bajando”, dijo Van Beurden. Los tiempos cambian.