Recorrer ambas ciudades te permite encontrar el laberinto natural más grande de Sudamérica, uno de los parques nacionales más particulares del país y toda la belleza natural del sur.
Especial para La Nueva Mañana
La Patagonia argentina no deja de deslumbrar con sus bellezas naturales, su clima invernal que pinta un paisaje de ensueño y las actividades que propone en cada una de las localidades que la componen.
Entre el cúmulo de pueblos y ciudades del sur de nuestro país, se encuentran algunos destinos no tan visitados como la más famosa de todas: San Carlos de Bariloche.
Por eso, acá les traigo mi experiencia visitando dos lugares que me parecieron muy atractivos para descubrir y recorrer: la localidad de El Hoyo y el Parque Nacional Lago Puelo.
El Hoyo
Pasando El Bolsón, a unos 17 kilómetros, y a poco más de 130 kilómetros de Bariloche, se encuentra esta pequeña localidad de la provincia de Chubut.
Esa frontera casi imaginaria entre Río Negro y Chubut, se conoce como la “comarca andina del Paralelo 42”, que junto a otros pueblos y ciudades comparten muchas características que las hacen parte de una misma identidad.
Su nombre se debe a que está ubicada en un valle encajonado entre montañas, a solo 226 metros sobre el nivel del mar, lo que le da un microclima particular.
El Hoyo es conocido porque desde 1986 es la Capital Nacional de la Fruta Fina. Allí se cosechan frambuesas, frutillas, cerezas, grosellas, cassis, corintos, entre otras, y se pueden visitar sus chacras para probar todo lo que producen.
Un laberinto imperdible
Uno de los mayores atractivos que tiene la localidad es el complejo llamado Laberinto Patagonia.
Está catalogado como el laberinto más grande de Sudamérica y fue creado por una pareja bonaerense que se instaló allí hace muchísimos años.
Doris Romera y Claudio Levi plantaron este cerco vivo en el año 1996, en un marco con un paisaje imponente: rodeado de montañas donde las nubes bajas y la nieve dibujan siluetas que te brindan una postal de las que te dejan sin aliento.
Fue recién en 2013 cuando abrieron sus puertas para que los turistas pudieran apreciar y divertirse recorriendo los 2200 metros de senderos y los 8500 metros cuadrados que abarca este predio.
Es una experiencia imperdible y desafiante transitarlo. Tiene nueve puertas para entrar, pero solo una te permite salir.
El predio incluye una galería de arte y tecnología que ofrece experiencias inmersivas, confitería, un gran parque para recorrer y saliendo de allí también hay un restaurante, la Sidrería El Laberinto, que permite disfrutar de platos con toques gourmet, la sidra producida allí mismo, vinos patagónicos y una vista impresionante hacia todos los ángulos.
Parque Nacional Lago Puelo
Muy cerca de allí, a unos 13 kilómetros de la localidad de El Hoyo, se puede visitar uno de los tantos parques nacionales que tenemos: el Lago Puelo.
Creado en 1971 como área protegida independiente, ya que antes era un anexo del Parque Nacional Los Alerces, este parque está dentro de la comarca andina del Paralelo 42 y tiene una extensión de 27.674 hectáreas.
Su particularidad es que está en una zona de transición entre el bosque andino patagónico y la selva valdiviana. Esta característica hace que te encuentres con árboles típicos de la Patagonia, como los alerces, y vegetación de selva que prolifera por el clima húmedo de la zona.
Lo visité en un día de lluvia y era como si anduviera por las yungas del norte del país. Uno de los senderos, el que está cerca del lago, nos internó por una galería de árboles de gran altura, de los que se desprendían unas especies de lianas, brotaban musgos de sus troncos y los hongos creaban comunidades en su base.
Dentro del parque hay senderos que no requieren exigencia física y otros que sí. También se pueden hacer actividades como kayak, cabalgatas, ciclismo, pesca deportiva en fechas permitidas y con permiso, acceder al balneario La Playita para bañarse, o hacer excursiones lacustres que permiten navegar por las bahías arribando al nacimiento de los ríos Azul o Puelo.
Para cerrar la visita al parque me acerqué a una de las playas que baña el lago que le da nombre. Aunque estaba nublado y lluvioso, los tonos turquesa se dejaban ver en el horizonte. A su alrededor, el cordón montañoso pintado con las nubes finas y alargadas, mostrando otra postal única de la Patagonia argentina.
Fuente: lmdiario.com.ar