Las entidades Salud sin Daño, Greenpeace Argentina, Coalición Anti Incineración y Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) enviaron una carta solicitando a losGobiernos nacional, porteño y bonaerense que no avancen los proyectos existentes para instalar unas siete plantas incineradoras de residuos con recuperación de energía en la Ciudad y la Provincia.
“Es una fuente de emisión de una gran cantidad de compuestos tóxicos para la salud, incluyendo varias sustancias cancerígenas. Además, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, tres millones de personas mueren al año en el mundo por causa de la contaminación del aire. Sumar contaminación aérea a ciudades ya saturadas de contaminantes, como Buenos Aires y otras del conurbano bonaerense, implicará un nuevo deterioro en los índices de calidad del aire”, sostiene a La Nación Cecilia Allen, de la Coalición Ciudadana Anti Incineración.
La idea de volver a esta práctica para deshacerse de los residuos urbanos mediante la combustión no es nueva. Hace una década, existía un proyecto oficial porteño de instalación de hornos para resolver lo que entonces era uno de los principales problemas ambientales. La alternativa complementaría a los tres rellenos sanitarios de las bonaerenses de San Martín, Ensenada y González Catán.
Ahora, para poder concretarla en el AMBA habría dos obstáculos normativos: la ley porteña conocida como Basura Cero y la ley nacional de energías renovables. La primera describe cómo deben manejarse los residuos sólidos urbanos y fija metas de reducción de enterramiento para 2010, 2012, que no fueron cumplidos, y del 75% para este año, además de prohibir la combustión “en todas sus formas, con y sin recuperación de energía” hasta alcanzar la última meta.
El artículo 54 de la norma advierte que se podrá adoptar la incineración u otros métodos de disposición de la basura, “siempre y cuando se garantice la protección de la salud de las personas y el ambiente”.
La norma nacional, en tanto, fomenta el uso de fuentes renovables para la producción de energía eléctrica. Su texto, para las ONG ambientalistas, va en una dirección diferente que el regreso a la incineración, porque los desechos sólidos urbanos son “una mezcla heterogénea de materiales, que incluyen varios derivados de petróleo”. Es decir, una fuente de energía fósil. Por lo tanto, no es “limpia”.
Verónica Odriozola, directora ejecutiva de Salud Sin Daño, participó de la redacción de la ley porteña. “La incineración conlleva un derroche masivo de recursos y escapa a los principios de la economía circular, orientados a que el valor de los materiales y los recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, y se reduzca al mínimo la generación de residuos, lo que cierra el ciclo de los materiales“, explica a La Nación.
Afirma que “en estos años no hubo una política seria y sostenida de gestión integral de la basura”, y que recurrir a este tipo de proyectos “es como declararse incompetente y optar por recolectar la basura para incendiarla con el mensaje de que se producirá energía”.
El relevamiento de los predios de la ciudad y los partidos del conurbano para la instalación de siete plantas de combustión con recuperación de energía está a cargo de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), empresa pública de tratamiento de residuos que pertenece a los Gobiernos porteño y bonaerense.
“No hay una decisión tomada. Si algún día se decide avanzar en esa línea será con acuerdo. El desafío en 10 años, con 17.500 toneladas de basura diaria, es que se terminan los rellenos sanitarios“, indicaron a La Nación fuentes oficiales.
Según las cuatro ONG, el reciclaje y el compostaje en “la mayoría de los municipios del país son paupérrimos”. Para Andrés Nápoli, de la FARN, “apostar por la incineración en este contexto no es tener un abordaje integral, sino querer entrar por la puerta de atrás, poniendo en primer lugar una de las opciones más bajas en la jerarquía de manejo de residuos y que encima tiene costos altísimos. En el caso de la ciudad supone contravenir la ley que prohíbe la incineración”.
Martín Prieto, director de Greenpeace Argentina, opina que la incineración de residuos no puede considerarse generación de energías renovables. “Es quemar basura, sencillamente, y libera sustancias sumamente tóxicas al ambiente; además significaría una violación flagrante a la ley vigente, que apunta a la reducción de la cantidad de residuos, la recuperación de materiales y el reciclado, como se hace en distintos lugares del mundo. Si enterrar la basura es ocultarla bajo la alfombra, incinerar es quemarla en el medio del living y aspirar el humo”, dice a La Nación.
En dos semanas, todas las partes compartirán una mesa debate sobre el tratamiento de residuos durante el Foro Metropolitano. El presidente de la Fundación Metropolitana, que organiza la reunión, coincide con las otras ONG. “No estamos de acuerdo con incinerar materiales reciclables porque debemos revertir la economía lineal, no fortalecerla. La lineal (insumo, producto, consumo, desecho) es la economía de la cultura del descarte y del consumo desenfrenado, donde quemar desechos es peor que mandarlos a relleno. Si pensamos que al generar energía con basura le damos buen destino, no estamos advirtiendo que profundizamos la destrucción de recursos. Es peor que quemar combustibles fósiles”, indica a La Nación Pedro Del Piero. “La economía circular, además, propone recuperar todos los materiales reciclables y usarlos como materia prima para fabricar nuevos productos”, agrega.
En septiembre del año pasado, la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse) difundió un relevamiento realizado con la Facultad de Ingeniería de la UBAsobre la calidad de los residuos sólidos urbanos que se recolectan a diario en la Ciudad. Los porteños aportan 6000 toneladas de basura por día a las 17.000 que produce la población del área metropolitana, es decir el 35%, de acuerdo con datos al año pasado.
Según el informe de la Ceamse, el 11,5% toda esa basura podría reciclarse y un 8% de los residuos podrían separarse en las casas o los comercios, antes de sacarla a la calle, como papeles y cartones, envases de plástico y de vidrio, metales ferrosos y no ferrosos.
El relevamiento también indicó que hasta el 69% de los residuos podrían usarse para generar energía. En este caso, se analizaron papeles y cartones, plásticos, telas, madera, pañales y apósitos descartables, desechos de alimentos y residuos de jardín y poda.