El Bolsón, Rio Negro, 27 de junio de 2025. Una investigación internacional publicada en la revista Action Research demuestra que el Sistema Participativo de Garantías Ecomarcal (SPG Ecomarcal) no solo certifica alimentos agroecológicos: también transforma los vínculos sociales, reconfigura los roles tradicionales y potencia la innovación social en los territorios. El trabajo fue realizado por investigadores del Instituto de Investigación Rural y Agricultura de Desarrollo Sostenible (DITSL, Alemania) junto al Instituto de Investigación en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN).
El estudio, titulado “Innovación social en marcha: Investigación-acción sobre la construcción de relaciones y comprensión de roles en el codesarrollo de un Sistema Participativo de Garantía en Argentina”, estuvo a cargo de Alexandra Frank, María Laura Amoroso y Volker Kaufmann. Se basa en cuatro años de trabajo territorial en la Comarca Andina del paralelo 42, entre las provincias de Río Negro y Chubut, y analiza cómo se implementó y co-construyó este modelo participativo para certificar alimentos agroecológicos con fuerte arraigo comunitario.
Un enfoque de investigación-acción con raíces locales
Lo distintivo de este estudio es su enfoque metodológico: se trata de una investigación-acción participativa, desarrollada en estrecha colaboración con actores locales. Estudiantes, docentes, técnicos, productores y consumidores participaron activamente del proceso, lo que permitió no solo observar, sino también intervenir y cocrear realidades transformadoras.
Los investigadores destacan que este tipo de sistemas no puede analizarse desde una lógica externa o puramente técnica. Por el contrario, exige “involucrarse de manera situada” en los procesos de cambio que se dan en territorio, comprendiendo el contexto sociohistórico, las trayectorias de los actores y las tensiones propias de la agroecología comunitaria.
El rol de los SPG en la innovación social agroalimentaria
El SPG Ecomarcal se muestra en la investigación como una herramienta de innovación social en el ámbito agroalimentario. ¿Por qué? Porque no solo se trata de validar productos, sino de generar nuevas relaciones de poder, nuevas narrativas y nuevos aprendizajes colectivos. A diferencia de los sistemas de certificación de tercera parte, impersonales y costosos, el SPG se basa en la confianza mutua, la transparencia y la corresponsabilidad entre todos los actores involucrados.
Según el artículo, el sistema ayuda a “reescribir los papeles” de productores, consumidores y técnicos. Es decir, cada actor debe revisar sus prácticas, expectativas y discursos para poder integrarse de forma real a este proceso colectivo. En ese sentido, la certificación agroecológica se convierte también en una experiencia educativa, ética y política.
Espacios de diálogo y construcción colectiva
Uno de los aportes clave del estudio es la identificación de espacios facilitadores que permitieron sostener el SPG Ecomarcal en el tiempo. Entre ellos se destacan:
Las visitas cruzadas a chacras y fincas, que permiten observar, dialogar y evaluar de forma colectiva.
La creación de comités mixtos, integrados por consumidores, productores, técnicos y estudiantes, que toman decisiones por consenso.
El desarrollo de un sello propio, cocreado entre todos los actores, que simboliza el compromiso del sistema.
Las ferias agroecológicas locales, donde el intercambio no solo es económico, sino también de saberes, valores y relaciones.
Estos espacios fueron fundamentales para consolidar la identidad del sistema, fomentar la pertenencia y generar aprendizajes en común. Lejos de ser una estructura rígida, el SPG se construyó como un sistema vivo, adaptativo, con múltiples capas de interacción.
Nuevas narrativas, nuevos roles: resignificar la agroecología
Otro de los hallazgos más relevantes del artículo es cómo el proceso de implementación del SPG generó nuevas narrativas de cambio. Por ejemplo, muchos productores que antes se asumían como sujetos pasivos en relación con el mercado, comenzaron a verse a sí mismos como “agentes de transformación”. Del mismo modo, los consumidores dejaron de ser meros compradores para involucrarse como evaluadores, fiscalizadores y promotores de los valores agroecológicos.
Este cambio de roles también implicó tensiones y desafíos. No todos los actores estaban familiarizados con la lógica participativa, ni con la horizontalidad en la toma de decisiones. Sin embargo, el trabajo paciente, colectivo y situado permitió avanzar hacia una mayor democratización del proceso productivo.
Recomendaciones para otros territorios
El estudio concluye con una serie de recomendaciones clave para quienes deseen replicar experiencias similares en otros territorios:
Fomentar espacios de diálogo temprano sobre los roles y expectativas de los actores.
Generar condiciones materiales que incentiven la participación (por ejemplo, transporte, viáticos, tiempo disponible).
Asegurar la existencia de facilitadores locales con legitimidad, capaces de mediar y articular conflictos.
Promover la documentación de procesos, para que las experiencias puedan ser sistematizadas y compartidas.
No copiar modelos externos de forma lineal, sino adaptar los principios del SPG a las realidades y culturas locales.
Estas recomendaciones muestran que el SPG Ecomarcal no es una receta, sino una invitación a construir colectivamente nuevos caminos hacia la soberanía alimentaria.
Un modelo para pensar el desarrollo desde la comunidad
Este estudio complementa de forma profunda la noticia sobre el SPG Ecomarcal publicada recientemente por la UNRN, y confirma que estamos frente a un modelo de desarrollo genuinamente transformador. Más allá de certificar alimentos, este sistema impulsa una ética del cuidado, del encuentro y del hacer juntos.
El trabajo de Frank, Amoroso y Kaufmann deja en claro que la agroecología no es solo una técnica agrícola, sino una apuesta política por otros modos de vida. Modos en los que el conocimiento se construye de forma compartida, donde el mercado no lo define todo, y donde la confianza, la horizontalidad y el arraigo territorial se convierten en pilares del desarrollo rural.
En tiempos de crisis ecosocial y deshumanización de los sistemas alimentarios, el SPG Ecomarcal emerge como una respuesta concreta, posible y profundamente esperanzadora.