Con una inversión total aproximada de u$s 700 millones, distribuidos en distintas etapas anuales, la Comisión Nacional de Energía Atómica logró “grandes avances” en la construcción de un reactor nuclear modular, que se pondrá en marcha en 2020 y permitirá abastecer de electricidad a ciudades de hasta 100.000 habitantes, explicó a Télam el presidente de la CNEA, Osvaldo Calzetta Larrieu.
“La idea es terminar la obra completa en octubre o noviembre de 2019 y hacer toda la puesta en marcha en 2020. En teoría, si no pasa nada raro, en junio de ese año debería estar funcionando”, se entusiasmó.
Calzetta Larrieu consideró que el Carem representa “una potencialidad comercial muy grande para la Argentina”, ya que existe un mercado mundial de miles de millones de dólares con recursos disponibles para adquirir este tipo de tecnología nuclear.
“Los cálculos de distintas entidades muy serias dicen que la demanda global para este tipo de reactores, para el 2030-35, será de u$s 400.000 millones. Nosotros podemos captar un 15% de ese mercado y eso significa muchísima plata” para el país, remarcó.
“La ilusión es llegar al 20% de la demanda global”, agregó.
“Con el 100% de diseño argentino”, el proyecto Carem apuntó desde el inicio a desarrollar y producir centrales nucleares, sobre todo, aquellas ubicadas en el segmento de reactores de generación eléctrica de media y baja potencia.
Ese tipo de reactores tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o polos fabriles con alto consumo de energía, en tanto ofrecen otras prestaciones como desalinización o provisión de vapor para diversos usos industriales.
“Estamos en la etapa de la obra civil, se empezaron a comprar y fabricar los principales componentes, y el más relevante de ellos es el recipiente de presión, que está construyendo IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A.) desde hace un par de años”, especificó el funcionario en diálogo con Télam.
El presidente de la CNEA destacó la participación de una empresa nacional como IMPSA en la construcción del recipiente de presión, una enorme vasija de hierro de 11 metros de alto por 3 metros de diámetro, recubierta por una malla de hormigón y acero, lo cual genera un “sistema de seguridad muy eficiente”.
“Es la primera vez que se hace en Argentina algo parecido. Es un desafío tecnológico, para el cual debieron completar todas sus certificaciones de calidad”, dijo.
El Carem estará ubicado en la ciudad bonaerense de Lima y se construye sobre una estructura antisísmica “que garantiza la invulnerabilidad”, con una sala de control para monitorear todas las funciones, como presión, temperatura y potencia del reactor.
La CNEA desarrolla en la actualidad investigaciones diversas como generación nucleoeléctrica, medicina nuclear y producción de radioisótopos, y nanotecnología. En ese marco se inscribe el Carem y el proyecto RA10, un reactor de investigación multipropósito, orientado, entre otros objetivos, a aumentar la producción de radioisótopos destinados al diagnóstico de enfermedades.
Calzetta Larrieu valoró la capacidad, experiencia y formación académica de los investigadores y el personal operativo que participa en el proyecto. “Hemos formado grupos técnicos muy sólidos, con expectativas de crecimiento e interés comercial. La industria argentina evolucionó mucho”, aseguró.
Resaltó el hecho de que los trabajadores del sector nuclear, junto con el espacial, “tienen los estándares de calidad más altos, por lejos” del país.
El prototipo Carem es un reactor que generará una potencial total de “33 MW”, aunque a la Red llegarán unos “29 o 30 MW” ya que el resto se consumirá en el desarrollo de la propia operación y mantenimiento.
El Carem constituye una etapa inicial para la construcción de un reactor de baja potencia, de 120 MW de generación eléctrica.
“Ya estamos trabajando en ese proyecto”, amplió, y explicó que se podrá comercializar un módulo de 4 reactores, es decir 480 MW, que permitirá alimentar redes que no están integradas.
Respecto de las medidas preventivas propias del funcionamiento de un proyecto de estas características, especificó que “el nivel de seguridad es muy alto, todos los sistemas están automatizados, se utiliza un proceso de convección natural para el tratamiento del agua y no se necesita energía externa para hacerlos actuar”.
En otro tramo del diálogo, Calzetta Larrieu ofreció algunos detalles del RA 10, que posibilitará ampliar las capacidades actuales de producción de radioisótopos.
“Es un proyecto muy interesante, con una tecnología que nosotros manejamos, como la de los reactores experimentales. Como país ya hemos exportado varios y no hay ninguna duda de que somos los números uno en este tema”, se jactó.
“Lo más probable es que se termine para la misma época que el Carem y en 2020 se pondrá en marcha”, concluyó.