A través de un grupo de investigadores encabezado por la ingeniera Ana María Faggi y el licenciado en Gestión
Ambiental Leonardo Datri, un proyecto de la Universidad de Flores tiene por objeto establecer un modelo que explique la dispersión de una gran diversidad de especies salicáceas, como sauces y álamos, a lo largo de los paisajes ribereños de la cuenca del río Limay.
Asociando cada especie con su localización, el estudio analiza determinados factores como la estabilidad de aquella localización respecto a la erosión de la costa y la fluctuación del régimen de inundaciones y sequías a lo largo de la historia reciente del río. Además, se busca comprender cómo las urbanizaciones, la introducción de especies a los valles irrigados y el cambio climático incidieron en las composiciones de la vegetación y la fauna ribereñas.
“Los bosques ribereños son excelentes ‘sensores’ de los cambios naturales o antrópicos que se producen en los puntos más alejados de la cuenca”, explica el Lic. Datri. “Nos permiten detectar en forma temprana las implicancias de un cambio en el futuro cercano a nivel del paisaje ribereño, y esa es la trascendencia de nuestro trabajo. No sólo explicar por qué estas especies exóticas llegaron a donde llegaron, sino también saber interpretar qué nos dicen a través de la historia y qué nos anticipan”.
Durante las últimas décadas, el río Limay experimentó varios procesos de cambio a lo largo de su recorrido. El auge de la fruticultura, la introducción de distintas especies de sauces y álamos y la construcción de represas configuraron el paisaje ribereño actual. Sin embargo, ¿qué pasa en los ríos de la misma cuenca que no tienen los factores de regulación artificial, ni siquiera natural de los lagos que desaguan al Limay en sus nacientes? En un proyecto previo, los investigadores de la UFLO advirtieron que otros ríos con ambientes más inestables también contaban con importantes colonizaciones de bosque ribereño de sauces y hasta cipreses.
Combinando datos de origen hidrológico (régimen de los ríos), posición geomorfológica (tipo de superficie producida por el río sobre la que se encuentra la planta) y la edad de la planta (dendrocronología), los especialistas arribaron a una respuesta.
“Algo estaba cambiando allí –precisa Datri–, y era el régimen del río que tiende a aumentar la frecuencia de periodos de sequías más prolongados y caudales mínimos medios más bajos. Esto produce que superficies antes inestables, ahora puedan ser colonizados por sauces de crecimiento rápido y a partir de ramitas que van flotando por el río (lo que nosotros llamamos reproducción asexual). Y, como si fuera poco, ciertos bordes son más estables gracias al sauce y otras superficies más estables aun de la planicie, ahora son colonizadas por varias especies nativas como el Ciprés, el Chacay y Laura. Además de que los bosques de sauces restringen algunos competidores del ciprés como las gramíneas”. El especialista en Gestión Ambiental destaca que para el estudio utilizaron el programa SOPI, un dispositivo de procesamiento digital de imágenes desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
Los resultados les permitieron a los investigadores tener una idea de la composición de la diversidad vegetal y su distribución a lo largo de un río patagónico como indicadora de los procesos de cambio a nivel de cuenca.
“Nuestros objetivos incluso fueron superados”, señala Datri. “De la historia de cada árbol no sólo sabemos cómo llegó y cuándo allí, sino que también pudimos deducir los cambios en los ciclos de los ríos. Además creemos que, pese a la tendencia a la reducción de los caudales promovidos por el cambio climático, la frecuencia de crecidas extraordinarias se mantiene. ¿Qué quiere decir esto? Que si bien los ríos van a tender a traer menos agua, nosotros demostramos que se mantiene la recurrencia de crecidas extraordinarias. Entonces, cuando creemos que una zona es más estable, en realidad lo es sólo en una fracción de tiempo. Sólo que están colonizadas por álamos y en algunos casos por sauces, porque son plantas oportunistas que viven poco y aprovechan la oportunidad hasta que una crecida las remueve. Y esos son los troncos que recurrentemente vemos flotando por los ríos…”.
Fuente: Universidad de Flores