La energía solar suma adeptos en la movilidad porteña: al Metrobús de la 9 de Juliole sigue ahora la red de autopistas porteñas cuyas cabinas y centros de operaciones serán alimentadas por paneles fotovoltaicos.

«Los paneles ocuparán una superficie de 1700 m2 y estarán distribuidos en todos los edificios de peaje, administración, mantenimiento y cocheras y aportarán energía al consumo y la iluminación de la red de autopistas, permitiendo alivianar la red eléctrica de la ciudad de Buenos Aires», indicaron en Autopistas Urbanas Sociedad Anónima (AUSA).

La incorporación de energías renovables a la red eléctrica es parte de la política pública que pretende bajar la generación de emisiones de gases de efecto invernadero que son los que generan el cambio climático.

La potencia instalada en las autovías tiene es el equivalente que se utiliza para abastecer a unos 728 hogares al tiempo que evita la emisión de contaminantes de 880 autos con motores nafteros por año (unas 141 toneladas de dióxido de carbono equivalentes al año). Cabe recordar que las autopistas locales contabilizan un tránsito medio diario de 600.000 vehículos por. Unos 270.000 lo hacen por los tramos gratuitos, mientras que 330.000 lo hacen por las autopistas con peaje.

La incorporación de jardines verticales es otro de los puntos del plan

La incorporación de jardines verticales es otro de los puntos del plan

La mayor instalación de tecnología solar estará en el peaje de Parque Avellaneda, que incorporará 516 paneles fotovoltaicos; le sigue Retiro con 1, con 302; Dellepiane 2, con 84; Retiro 2, con 60 y Dellepiane 1, con 48. La inversión será de 13 millones de pesos.

El sistema posee un dispositivo denominado «inversor», cuya función es transformar la energía continua que generan los paneles en energía alterna y, cuando la legislación de generación distribuida esté en vigencia, permitirá aportar energía a la red del sistema eléctrico en aquellos casos en que la generación aportada por los paneles supere la demanda de consumo de la compañía.

Juan Bosch, presidente de SAESA, una empresa que tiene más de una década de trabajo con energía renovable cree que es un paso más en la «democratización» del abastecimiento energético. «Me parece un caso interesante; la autopista consume más energía durante la noche, los paneles producen más energía durante el día. Lo que seguramente va a suceder es que lo que genere provea al sistema en el horario de mayor demanda y consuma de la red durante la noche», indicó.

«Se trata de reducir la huella de carbono (reducir la contaminación que genera la actividad), de democratizar y también de bajar los costos. Hoy el paradigma cambió, ya quedó viejo en el mundo eso de generar energía a cientos o miles de kilómetros del lugar donde se consume, hoy el consumidor tiende a fijarse en la eficiencia y también puede generar su propia energía», agregó.
 El plan incluye la plantación de árboles; la incorporación de tecnología LED a la iluminación, nuevos jardines verticales y la reducción de residuos.

Precisamente la alimentación de la red no está regulada aún en la Argentina; la ley denominada de generación distribuida cuenta con media sanción, pero va camino a concretarse y a partir de ese momento quienes cuenten con una fuente generadora podrá aportar a la red de distribución.
Respecto de la reducción de la huella de carbono AUSA se propuso disminuir la contaminación que genera con la operación de las autopistas en un 37% para 2018.

La primera autopista que incorporó energía renovable en el país fue el Camino del Buen Ayre que genera 500 kilowatts, de los cuales 300 alcanzan para abastecer la red de iluminación LED a lo largo de los 25 kilómetros de la autovía.

Las grandes empresas, más allá de su voluntad, deben empezar a pensar en la generación o en la compra de energía renovable tal como lo establece la ley 27.191. La norma establece que a las empresas privadas, instituciones públicas y otros usuarios de energía que tengan un consumo mensual superior a los 300 KW deben abastecerse con al menos el 8% de renovables y para 2025, ese porcentaje deberá llegar al 20 por ciento. El país, por su parte, debe invertir para alcanzar el mismo porcentaje en ese mismo plazo.