MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Las marcas transforman maratones y recitales en competencias de reciclado

En el país se tiran 12 millones de botellas de plástico por año, y sólo se recupera un 30% para fabricar fibras textiles o nuevos envases. Buscando promover el reciclado, cada vez más empresas aprovechan los eventos musicales, deportivos, puntos de venta y paradas de transporte público para instalar máquinas compactadoras de que otorgan premios.

Cualquiera que haya participado de una maratón o un recital habrá contemplado cómo quedan esos espacios públicos tapizados de envases, latas y tapitas. Una idea simple puede transformar este problema en una oportunidad: instalar máquinas muy similares a las expendedoras de gaseosas, que en lugar de vender botellas las compactan y a cambio el consumidor recibe un premio que puede ser desde una ficha para comprar otra bebida, hasta un pasaje (en el caso de las instaladas en estaciones de transporte público).

La iniciativa funciona desde hace tiempo en ciudades como Río de Janeiro y París, y desde el año pasado, una empresa local fabrica estos equipos a pedido. Se trata de Ecollect, un emprendimiento creado por Victoria Martorell y Tomás Lanusse, quienes desarrollaron un prototipo de máquina que se adapta a los distintos envases (botellas PET de distintos tamaños, latas y próximamente envases de productos de limpieza) y campañas de sus clientes.

«Buscamos unir el marketing con la responsabilidad social empresaria a través de un sistema muy simple: por cada envase que se introduce en la máquina -que además está «tuneada» con la imagen y mensajes del cliente-, ésta genera un sorteo de productos y promociones», explica Martorell. También se pueden acumular puntos canjeables y armar rankings para premiar el esfuerzo. En tanto, «las botellas recolectadas y compactadas, son donadas a cooperativas de recicladores urbanos, cerrando un círculo en el que todos ganan», afirma la emprendedora.

La firma arrancó con un capital inicial de u$s 120.000, con el que se diseñaron cuatro máquinas que se instalaron en carreras y maratones para dar a conocer el sistema. Según cifras del gobierno porteño, cada año se corren en la ciudad unas 75 carreras de calle, de las que participan unos 800.000 personas. Las mismas empresas que reparten las bebidas alquilan las máquinas para reciclar las botellas. Coca Cola fue una de las pioneras en incorporar estos equipos.

«Los tenemos instalados en 40 eco puntos (supermercados) a lo largo del país, y reciben en promedio unas 12 toneladas de envases por semana, que son distribuidos a centros de reciclado «, apunta Cristian Perez, gerente de asuntos públicos de la compañía, y agrega que «actualmente, nuestros envases incorporan un 20% de plástico reciclado».

Hoy se instalan máquinas compactadoras para recitales, eventos masivos y empresariales, y también en supermercados, shoppings, empresas y establecimientos educativos. Cada equipo tiene un costo aproximado de $ 215.000 más unos $ 4.500 mensuales de mantenimiento. Con capacidad para 600 envases compactados, poseen sensores que avisan cuándo se está por llenar y permiten recabar datos sobre el reciclado.

Según la Cámara Argentina de Industrias de Reciclados Plásticos funcionan en el país 56 empresas dedicadas a la actividad. Cabelma, fundada hace 56 años, es una de las líderes del rubro y procesa 4.000 millones de envases anuales. Reciclar S.A., fundada en 1974, desarrolló hace seis años, con apoyo del Ministerio de Ciencia, un sistema que no sólo recicla las botellas, sino también las tapas, anillos de seguridad y etiquetas, para la producción de pellets, zunchos y caños de polipropileno. En su planta procesa unas 600 millones de botellas anuales.

«Nuestro plan inicial era instalar una planta de reciclaje, pero analizando el mercado nos dimos cuenta de que aún no se recupera la cantidad suficiente de envases como para justificar el ingreso de otro jugador», dice Martorell. «Por eso decidimos apuntar primero a incentivar el reciclado, porque veíamos que mucha separa los residuos, pero como no ve los resultados a corto plazo se frustra y deja de hacerlo». Cada botella arrojada a la basura tarda 450 años en biodegradarse. Pero si se la recicla, vuelve al proceso productivo y genera empleo.