Las luces de las boutiques y los bares de lujo en el barrio de Ginza, en Tokio, algún día podrían ser alimentadas eléctricamente por el carbón de Mongolia, a más de 2,700 kilómetros de distancia, con líneas de alta tensión que atraviesen mares y desiertos.
Esa es la idea que, desde hace tiempo, persigue Asia. Un proyecto que ha bautizado como Super Grids (súper redes) y que pretende enviar energía desde países con poca población, pero con muchísimo viento, sol y combustibles fósiles. Estas condiciones podrían abastecer a aquellas poblaciones que no tienen posibilidad de generar electricidad.
Mongolia, ansiosa por sacar más provecho de sus abundantes recursos naturales, quiere potenciar su economía a través de uno de los proyectos energéticos más ambiciosos del mundo.
El país está estudiando un plan de USD 7,000 millones para construir plantas de carbón, sistemas eólicos y solares que podrían abastecer de electricidad a China, Rusia, Corea del Sur y Japón, según explicó Tamir Batsaikhan, director del proyecto Shivee Energy Complex. Es una manera de conectar los mercados energéticos a través de Asia, donde la demanda crecerá un 3.5 por ciento anualmente hasta el 2026, de acuerdo a los estudios realizados por BMI Research.
“No es técnicamente imposible construir una red eléctrica en Asia, pero hay dificultades“, reconoció Simon Powell, jefe de investigación de los servicios públicos de Asia en el Grupo UBS en Hong Kong.
Mientras que los mercados económicos más potentes, con China a la cabeza, apoyan este proyecto, el desafío de trasladar la electricidad de un país a otro, con los diferentes voltajes y precios, puede acabar siendo solo un simple sueño para Mongolia.
Está previsto la viabilidad del proyecto Shivee con una potencia de 5,280 megavatios. Ese plan ha sido propuesto por Mongolia y está respaldado por la compañía de inversiones estatal Erdenes Mongol y el Ministerio de Energía del país. Por su parte, la compañía china State Grid Corp., que también está detrás de este estudio, iniciará conversaciones con posibles compradores una vez termine la investigación.
State Grid, uno de los mayores distribuidores de energía del mundo, y el grupo japonés SoftBank, así como varios socios en Corea del Sur y Rusia, son algunos de los principales impulsores del plan para desarrollar una red eléctrica que abarque el noreste de Asia. Hace dos años, el ex presidente de State Grid, Liu Zhenya, lanzó un plan aún más ambicioso, previsto para el 2050, con el que pretende abastecer energéticamente desde un continente a otro, con un costo de USD 50,000 millones.
Mientras que Liu se ha ido a GEIDCO, cuyo jefe de SoftBank, Masayoshi Son, es vicepresidente, State Grid continúa desarrollando el Super Grids. El ingeniero jefe de la empresa, Zhang Qiping, afirmó en noviembre que China es capaz de exportar energía excedente a la India y el Sudeste Asiático. Una red global también está desarrollando el programa One Belt, One Road en China, una iniciativa comercial propuesta por el presidente Xi Jinping para conectar Europa, Asia y África a través de una fuerte infraestructura e inversión.
“State Grid está pensando en grande en relación a la interconexión energética mundial“, señaló Justin Wu, jefe de Bloomberg New Energy Finance, en Asia. “Es posible que se vean más proyectos de este tipo, que formarán parte del rompecabezas que encajarán perfectamente en este nuevo escenario de la interconexión”, añadió.
Tanto State Grid como Korea Electric Power Co. se negaron a hacer cualquier tipo de comentario al respecto. La compañía rusa Rosseti está en conversaciones con socios de China, Corea del Sur y Japón para “establecer vínculos energéticos bilaterales y desarrollar un importante centro de energía asiático”, señaló Konstantin Petukhov, subdirector general de desarrollo de la empresa. La corporación continúa en conversaciones con el gobierno mongol para la construcción de una nueva red eléctrica, que podría tener alcance internacional.
Esta red se enfrenta a múltiples obstáculos, entre ellos el reto de unir diferentes redes e infraestructuras, así como también el hecho de fijar un precio de la energía. Además, algunos países como Australia y Estados Unidos, están preocupados por la dependencia energética con China.