¿Cuáles son los países más limpios del planeta según el Índice de Desempeño Ambiental?
Estonia, 21 de julio de 2025. Respirar aire puro, caminar por ciudades limpias, beber agua sin contaminantes y disfrutar de bosques preservados parecen lujos en muchos rincones del planeta. Sin embargo, hay países que no solo lo han logrado, sino que se posicionan como líderes ambientales. Cada dos años, el prestigioso Índice de Desempeño Ambiental (EPI), desarrollado por las universidades de Yale y Columbia en conjunto con el Foro Económico Mundial, clasifica a más de 180 países del mundo en función de su compromiso real con el medio ambiente.
Este ranking se basa en 58 indicadores divididos en tres ejes clave: salud ambiental (calidad del aire, acceso al agua potable, gestión de residuos), vitalidad de los ecosistemas (protección de la biodiversidad, deforestación, pesca sostenible) y mitigación del cambio climático (emisiones de gases, transición energética, políticas públicas). En 2025, este informe no solo revela a los países más limpios del planeta, sino que marca una hoja de ruta hacia la sostenibilidad global. Y entre ellos, Estonia brilla con un modelo que está transformando el mundo, incluyendo su impacto en América Latina.
Estonia: el país más limpio del mundo y cuna del movimiento global “Let’s Do It!”

Foto: Estonia, el país más limpio del mundo
Estonia, una pequeña nación báltica con menos de 1.4 millones de habitantes, lidera el ranking 2025 gracias a políticas decididas, inversiones verdes y una ciudadanía activa. A diferencia de potencias con mayores recursos, Estonia basa su éxito en el compromiso colectivo. En 2008, el país fue noticia global al lograr que 50.000 personas recolectaran 10.000 toneladas de basura en sólo cinco horas. Así nació el movimiento internacional Let’s Do It!, que hoy se extiende a más de 180 países.
Lo más notable de Estonia no es solo su desempeño ambiental interno, sino la forma en que convirtió una acción puntual en un movimiento global. La iniciativa fue reconocida por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y derivó en la creación del Día Mundial de la Limpieza, que convoca a millones de personas cada año para actuar simultáneamente contra la basura ilegal y la contaminación.
Este enfoque cívico-democrático convirtió a Estonia en un ejemplo mundial de cómo un país puede movilizar a su población, articular con gobiernos y ONG, y generar impactos medibles. Hoy, Tallin —la capital estonia— es considerada una de las ciudades más limpias y digitalmente sostenibles del mundo. Pero la historia no termina allí: el modelo Let’s Do It! también echó raíces en Argentina.
¿Qué es «Vamos A Hacerlo Argentina» y por qué sigue el ejemplo de Estonia?
Inspirada en el éxito de Estonia, “Vamos A Hacerlo, Argentina” se fundó con el objetivo de replicar este modelo cívico-ambiental. La organización sin fines de lucro promueve la eliminación de basurales ilegales mediante jornadas masivas de limpieza, formación comunitaria y campañas de concientización sobre la gestión adecuada de los residuos sólidos urbanos. Desde su creación en 2012, el movimiento ha crecido de forma sostenida, impulsando actividades en provincias como Buenos Aires, Córdoba, Río Negro y Neuquén, entre otras.
El Día Mundial de la Limpieza, uno de los hitos más importantes de la ONG, convoca a ciudadanos comunes, escuelas, municipios y empresas a tomar parte en acciones concretas para limpiar entornos naturales, ríos, playas y barrios urbanos. Además, su enfoque pedagógico apunta a modificar hábitos desde la infancia, sembrando el mensaje de que «quien limpia hoy, no ensuciará mañana», como suele afirmar Jhon Ruiz, fundador de la organización.
Este movimiento no solo genera impacto directo en el ambiente local, sino que también refuerza valores de participación, ciudadanía activa y sentido de pertenencia. Su vínculo con la red internacional Let’s Do It World le otorga visibilidad, legitimidad y acceso a recursos estratégicos para escalar su impacto.
Ranking 2025: ¿cuáles son los 10 países más limpios del mundo y por qué?
Estonia – Lidera por su compromiso colectivo, su transición energética, la protección de sus ecosistemas y la creación del movimiento Let’s Do It.
Luxemburgo – Este pequeño estado europeo sobresale por su excelente calidad del aire, su política de transporte gratuito, su infraestructura moderna y su estrategia nacional de economía circular.

Luxemburgo. Este pequeño estado europeo sobresale por su excelente calidad del aire,
Alemania – Reconocida por su ambicioso plan de reducción de emisiones, su liderazgo en energía renovable y su sistema avanzado de reciclado y compostaje.

Finlandia – Gracias a su pureza ambiental, vastas reservas naturales y legislación de protección del agua y los bosques, Finlandia se consolida como un país modelo.

Reino Unido – A través de normativas como las zonas de emisiones ultrabajas en Londres y una creciente inversión en transporte limpio, el país se posiciona como líder urbano en sostenibilidad.

Suecia – Con políticas avanzadas de reciclado y una economía basada en energías limpias, Suecia lidera la transición a una sociedad sin combustibles fósiles.

Noruega – Utiliza principalmente energía hidroeléctrica, protege activamente sus fiordos y promueve una política de movilidad eléctrica a nivel nacional.

Austria – Con ciudades limpias, gestión eficiente del agua y políticas agrícolas sostenibles, Austria es un referente europeo en calidad de vida ecológica.

Suiza – La gestión de residuos, el cuidado del entorno montañoso y sus ciudades verdes hacen de Suiza un paraíso sostenible en el corazón de Europa.

Dinamarca – Con una política centrada en el urbanismo verde, Copenhague destaca como una de las capitales más limpias y sostenibles del planeta.

¿Qué tienen en común los países más limpios del mundo?
Más allá de sus diferencias geográficas o culturales, estos países comparten elementos clave: políticas públicas consistentes, marcos normativos ambientales sólidos, inversión en energías renovables, movilidad sustentable, educación ambiental desde edades tempranas y participación ciudadana activa. En todos los casos, el gobierno no actúa solo: se apoya en comunidades informadas, comprometidas y capacitadas para actuar.
Un aspecto destacable es el vínculo entre limpieza y salud pública. Países con mejor calidad del aire presentan menores tasas de enfermedades respiratorias, mejor calidad de vida urbana y mayor esperanza de vida. También registran mejores indicadores educativos y económicos, demostrando que el desarrollo sostenible es viable y beneficioso.
¿Qué papel juega la ciudadanía en la limpieza ambiental del planeta?
El caso de Estonia y el movimiento Let’s Do It demuestran que la ciudadanía activa puede generar un cambio global real. No es casualidad que los países más limpios del mundo sean también los que más fomentan la participación social. Las limpiezas masivas no solo eliminan basura: construyen comunidad, generan conciencia, visibilizan problemáticas invisibilizadas y motivan cambios estructurales.
En Argentina, donde los residuos mal gestionados afectan directamente a la salud, el paisaje y la biodiversidad, el modelo de “Vamos A Hacerlo” ofrece una herramienta concreta para actuar desde lo local con visión global. Al unir vecinos, docentes, jóvenes y gobiernos, el movimiento promueve una cultura de cuidado, responsabilidad y acción directa que puede escalar a nivel nacional.
¿Cómo puede Argentina escalar su estrategia ambiental siguiendo estos modelos?
Argentina enfrenta enormes desafíos ambientales: basurales a cielo abierto, falta de infraestructura, baja conciencia ecológica en algunos sectores y escasa inversión en energías limpias. Sin embargo, también tiene fortalezas: un vasto territorio con biodiversidad única, comunidades organizadas y movimientos ambientales activos.
Replicar el éxito de países como Estonia no implica copiar sus políticas tal cual, sino adaptar el modelo a la realidad local. Por ejemplo, una alianza entre municipios, universidades, ONGs y empresas podría fortalecer los programas de educación ambiental y limpieza comunitaria. Además, políticas nacionales que incentiven la separación en origen, el compostaje domiciliario, el reciclado con inclusión y la movilidad sostenible serían pasos fundamentales.
¿Podemos ser parte de los países más limpios del mundo?
El ranking 2025 de los países más limpios del planeta no es solo una lista inspiradora: es una hoja de ruta para los desafíos que enfrentamos como humanidad. En un contexto de crisis climática, pérdida de biodiversidad y contaminación generalizada, los países destacados por el EPI demuestran que es posible vivir mejor cuidando el ambiente.
Estonia lo hizo. Alemania, Finlandia y Suecia también. Pero quizás lo más importante es que el ejemplo estonio trascendió sus fronteras y generó un impacto concreto en otros países, incluida Argentina. Hoy, gracias a organizaciones como “Vamos A Hacerlo”, ese modelo llega a nuestras ciudades, a nuestros barrios, a nuestras escuelas.
La limpieza ambiental no es un lujo. Es una necesidad urgente, una oportunidad de transformación y una responsabilidad compartida. Porque limpiar no es solo recoger basura. Es cuidar el aire que respiramos, el agua que bebemos, la tierra que pisamos y el futuro que habitamos.