Cuidar el ambiente, aplicar los conocimientos que aprendieron en el aula y mejorar su segundo hogar: la escuela. Jonás Aguilar es alumno de séptimo año de la Técnica N° 2 de Zárate y está en eso. Es uno de los encargados del proyecto que incluye paneles solares, sensores de movimiento para controlar las luces y cambios de lamparitas destinados a ahorrar energía. “No es lo mismo aprender con libros que estar ahí, entrar en contacto con los materiales, colaborar y ver el resultado. Lo hago por eso y para dejar algo de mi esfuerzo en la escuela”, cuenta Jonás. En San Miguel y Mar del Plata también avanzan iniciativas impulsadas por los chicos para lograr que sus colegios se vuelvan autosustentables.
“Cambiamos los tubos fluorescentes por led y estamos alimentando siete aulas con paneles solares, aprovechamos las energías renovables y no contaminamos el planeta. Ahora, el objetivo es armar una página web en la que se pueda ver el ahorro energético”, agrega Jonás. Se lo escucha entusiasmado. Dice que su hermana, que asiste a la misma escuela y es dos años menor, va a continuar con el proyecto cuando él deje de cursar y que la iniciativa le sirvió para definirse: va a seguir la carrera de Ingeniería en la UTN.
En el techo. Cien alumnos de quinto, sexto y séptimo año de la escuela técnica N° 2 de Zárate instalaron paneles solares para generar energía. Así abastecen a 7 aulas. (David Fernández)
Carlos García, director de la Técnica N° 2, explica que la propuesta empezó a implementarse en febrero del año pasado y que unos 100 alumnos, de quinto, sexto y séptimo año, están trabajando en eso. “A los chicos les sirve, los prepara para el mundo laboral. A la vez, están dejando algo en la escuela. La idea es agregar paneles para llegar a abastecer las 20 aulas que tenemos. Contamos con una empresa siderúrgica que nos aporta los materiales”, detalla García.
En el techo. Cien alumnos de quinto, sexto y séptimo año de la escuela técnica N° 2 de Zárate instalaron paneles solares para generar energía. Así abastecen a 7 aulas. (David Fernández)
Estudiantes del último año de la especialidad electromecánica de la Técnica N° 4 de Mar del Plata se dedican a hacer los cálculos y el diseño de otra ambiciosa iniciativa. Allá también están colocando paneles. En este caso, en la terraza del colegio, para alimentar una cancha de básquet y un salón de usos múltiples con capacidad para 400 personas. “Vamos a ahorrar entre un 50% y un 60% de energía. Además, es importante para fortalecer determinados aprendizajes ya que los alumnos aplican lo que vimos en clase”, dice el director de la institución, Alejandro Guadagnino, quien adelanta que, cuando concluyan, harán trabajos a base de energía eólica “para aprovechar otro recurso: el viento, que en Mar del Plata se siente bastante”. El financiamiento lo consiguen por donaciones de una empresa de distribución de eléctrica.
La escuela, en un cambio profundo hacia la integración con la comunidad
Según explica Thiago Maisonnave, uno de los estudiantes involucrados en la propuesta, “la escuela pasa de ser consumidora ordinaria a prosumidora: hoy producimos energía y el excedente lo reinyectamos a la red”. Asegura que esta experiencia en energías renovables la incluye en su CV. “Forma parte de mi carta de presentación. Hago trabajos particulares de electricidad y me ocupo del mantenimiento en un hotel”, comparte el joven de 18 que va a seguir la carrera de Ingeniería Electromecánica en la Universidad Nacional de Mar del Plata. “Haciendo esto me di cuenta de que era lo mío”, remarca. El concepto de educación por proyectos y aplicable -que se ve en estos casos aislados- es uno de los pilares de la reforma secundaria que plantea el Ministerio de Educación.
En San Miguel, los chicos de la Escuela Secundaria N° 13 tienen su propia huerta orgánica, que se lleva las miradas de todo el barrio. Está emplazada en un terreno de 800 metros cuadrados y de esa cosecha sale parte del alimento que se consume en el comedor del colegio. La directora del colegio Gabriela Aznarez saca la lista de frutas y verduras que se pueden encontrar: “Tenemos zanahoria, remolacha, acelga, radicheta, lechuga, repollo, limón, naranja y varias plantas aromáticas”. Cuenta que unos 60 alumnos trabajan para mantener ese sitio, junto a docentes y vecinos.
Iluminados. En la Técnica N° 4 de Mar del Plata alimentan un gimnasio con paneles solares. (Fabián Gastiarena)
Y destaca su valor educativo: “Es un espacio pedagógico en el que se ponen en juego los conocimientos del aula. Tuvimos una actividad sobre práctica del lenguaje en la que comparamos la poesía con los procesos de crecimiento de las semillas. Además, sirve para promocionar la alimentación saludable y estudiar ciencias naturales: desde ahí hablamos de fotosíntesis y biodiversidad”.
Cosecha propia. En la secundaria N° 13 de San Miguel unos 60 alumnos mantienen la huerta. (Jorge Sánchez)
Sebastián Conipan le pone el cuerpo a la huerta. Cuenta que va en la semana y también los sábados a ayudar y que no solo usan lo que se siembra para comer. “También armamos canastas con frutas, que luego rifamos. La plata la utilizamos para viajar a una escuelita que apadrinamos en Mendoza”, suma Sebastián.
Cosecha propia. En la secundaria N° 13 de San Miguel unos 60 alumnos mantienen la huerta. (Jorge Sánchez)
Está orgulloso de los avances de ese espacio: dice que está cada vez “más colorida y con mayor variedad de verduras” y que ahora quiere replicarla. “Una docente que trabaja en la huerta me asesoró. Mi idea es armar una en mi casa. Ya planté zapallo y quiero incorporar otras semillas y comer de mi propio jardín, como ya estamos haciendo en la escuela”, concluye.