Desde hace aproximadamente un mes, en la Estación Astronómica de Río Grande (EARG) un equipo de especialistas de Goddard Space Flight Center, NASA; actualizó el equipo utilizado para detectar meteoroides “Se llaman meteoritos, cuando ya tocaron el suelo. Nosotros los observamos durante el recorrido que hacen, y al entrar en la atmósfera, son meteoroides”, aclaró Sebastián Bruzzone, el especialista en exoplanetas oriundo de Uruguay.
“Al detector que ya teníamos, lo estamos mejorando un poco, arreglando algunas de las antenas; mejorando la electrónica por algo un poco más actualizado, y lo más importante agregamos cámaras ópticas”, detalló Diego Janches, especialista en meteoritos, a cargo del equipo.
Janches, estudió física en los 90, en Buenos Aires, desde allí, Janchez: estudió física en Buenos Aires y se fue a Estados Unidos para hacer un doctorado: “Yo estaba trabajando acá con el primer satélite argentino, y me fui para allá me doctoré y ya me quedé. En el 2010, entre varias cosas que hice, entré a la NASA donde estoy desde entonces”, detalló.
Hasta ahora las detecciones se hacían mediante radiofrecuencia: “Con el detector que ya tenemos, lo que se detecta son las ondas de radio. Pero podemos medir sólo partículas de ciertos tamaños. Cuando el meteoro entra, forma un tren de ionización, nosotros detectamos la señal que rebota y se transmite en radio frecuencia; pero generalmente, eso funcionan mejor con meteoros más pequeños, que no pueden ser observados con los ojos, pero tienen suficiente energía para producir ionización. Con este detector óptico, podemos medir meteoros un poco más grandes; también nos permite empezar a observar cosas más grandes, que por ahí no son tan frecuentes, pero con las cámaras ópticas, podemos captar mejor”, aclaró Janches.
Las nuevas cámaras son tres, y están distribuidas una hacia el norte de la ciudad, otra hacia el sur, cerca de la Ruta 3; y la tercera, hacia el oeste de Río Grande, en el campo: “De esa forma podemos hacer una triangulación; la idea es observarlo desde tres puntos distintos, con eso poder determinar la altura, dirección y la traza del recorrido de esos meteoros. Porque si lo observás con una cámara solo no podes resolver la traza en tres dimensiones”, detalló el especialista.
“También a través de este tipo de programas y actividades tenemos la oportunidad de establecer alguna colaboración con la oficina que se encarga de la seguridad de los vuelos espaciales, la Oficina de Ambiente Meteorítico, lo que es interesante, y es inédito”, recalcó el profesor José Luis Hormaechea, a cargo de EARG.
La importancia de conocer el estado de esas partículas se relaciona con la capacidad de daño que poseen, aun siendo muy pequeñas: “Las partículas, son muy chiquitas pero viajan a alta velocidad y son muy energéticas, entonces si colisionan con satélites o con un astronautas que está haciendo una actividad extra vehicular es casi como una bala”, explicó el físico.
Todos los datos generados desde EARG, se usan para la creación de modelos y predicciones: “Para explicarlo de alguna manera es como la predicción del clima. Entonces, una de las grandes falencias de esta oficina es que no contaban con datos del hemisferio sur. Hacían todas sus predicciones con datos solamente del hemisferio norte. Esta es básicamente la única estación en este momento, que puede proveer estos datos desde el hemisferio sur”, recalcó Janches.
Además, explicó que las lluvias de meteoritos son más comunes de lo que uno cree, y se dan durante todo el año: “Son los Outbors, o incrementos en la actividad de meteoros, lo que deseamos detectar; y son algo que realmente, no está demasiado monitoreado en el hemisferio, como ya dijimos”, dijo.
“Es que, si uno se fija, el hemisferio sur es predominantemente oceánico. Por tanto, si vos no tenés telescopios, en Tierra del Fuego, Sudáfrica, Nueva Zelandia, Australia, Chile o la Antártida, no tenés más tierra para ubicar instrumentos de medición”, coincidió Hormaechea.
La geografía y el cielo
Janchez: estudió física en Buenos Aires y se fue a Estados Unidos a hace su doctorado: “Yo estaba trabajando acá con el primer satélite argentino, y me fui para allá me doctoré y ya me quedé. En el 2010, entre varias cosas que hice, entré a la NASA donde estoy desde entonces.
El equipo de Janches, había llegado originalmente a Tierra del Fuego, para estudiar un fenómeno completamente distinto, relacionado con la particular geografía de la Patagonia Austral Argentina: “El motivo por que el primero vinimos, tiene que ver con los vientos que soplan acá. Cuando pasan por las montañas, estos vientos originan un fenómeno que se llama, ondas de gravedad y transfieren energía hacia las capas más altas de la atmósfera. Y esta zona de la Patagonia es altamente activa en este fenómeno, ya que además de los vientos fuertes, no hay un freno geográfico para estos los vientos que llegan desde el océano. Entonces cuando llegan hasta los Andes, tienen mucha fuerza, y generan mucha energía. Los fenómenos registrados acá son únicos en el mundo por su intensidad. Esto, no sucede en Chile, o en Ushuaia, por el relieve que tienen. Y esto también hace que Río Grande sea realmente una mina de oro, en conocimiento científico”, concluyó.