En verano la ciudad de Neuquén es un horno porque el pavimento genera más calor. La afirmación se repite todos los años como si fuera una verdad absoluta, aunque en realidad es una verdad a medias.
Un reciente estudio realizado por científicos de la Unidad de Flores (Uflo) confirma que la denominada isla térmica que se refleja en Neuquén es propia de los climas desérticos y atípica con respecto la mayoría de las ciudades del mundo.
La densidad del arbolado urbano y la sombra que generan los edificios hacen que el centro, por más pavimento que tenga, sea más fresco que la zona de la barda cuando el sol abrasa la ciudad de Neuquén en verano. De noche el pavimento irradia calor y la ciudad sí es más calurosa en esas horas por un fenómeno que se llama inercia térmica.
La investigación, que será presentada en un congreso de arquitectura, tiene como objetivo analizar las variables del clima y el suelo para desarrollar de manera eficiente las futuras urbanizaciones.
El doctor en Biología Leonardo Ariel Datri, coordinador del proyecto del que también forma parte un grupo de investigación científica interdisciplinario integrado por arquitectos, ecólogos y biólogos, explicó que el trabajo lleva un año y medio y se realizó con el procesamiento de imágenes satelitales y mediciones de temperatura durante los veranos de 2016/17 y 2017/18 y los inviernos de 2016 y 2017. El grupo pertenece al Taller de Investigación y Proyectos del Paisaje de la Uflo.
Datri explicó que el efecto de isla de calor urbana es un fenómeno por el cual en los centros urbanos se producen mayores temperaturas del aire en comparación con sus áreas suburbanas circundantes.
El proceso se relaciona principalmente con la alta densidad edilicia, los materiales de construcción más ampliamente difundidos en la ciudad, la escasez de espacios verdes, las características morfológicas de las calles y avenidas, la humedad del suelo y el calor liberado.
“La impermeabilización del suelo produce la reducción no sólo de la infiltración del agua de lluvia, sino que también acelera el escurrimiento y disminuye la evaporación y el aporte de esta a la humedad relativa del ambiente. Esto reduce el efecto regulador de las temperaturas extremas que posee el agua del suelo tras la lluvia, además de que suma otro problema, que es el incremento del riesgo ambiental”, explicó.
Dijo que en las ciudades del Alto Valle esta condición es muy importante debido a las características geomorfológicas y a la localización de las ciudades en los fondos de valles, delimitados por taludes escarpados y con poca vegetación, por un lado, y zonas de humedales, en las riberas de los ríos.
Los resultados destacan la diferencia de temperaturas entre superficies urbanas, humedales y coberturas vegetales naturales y artificiales. Las áreas ribereñas son marcadamente más frescas que el resto de las ciudades del Alto Valle tanto en invierno como en verano.
La vegetación densa de zonas rurales como los espacios verdes más tradicionales son significativamente más frescos que sus entornos en ambas estaciones. Mientras que las nuevas urbanizaciones sobre humedales ribereños del río Limay, aun con importantes coberturas vegetales, son especialmente cálidas.
Las conclusiones del estudio sugieren una mayor diversificación del arbolado urbano, especialmente promoviendo una mayor densidad de plantas que pierden la hoja y la conservación del arbolado heredado de chacras (frutales y cortinas verdes) o de bosques ribereños. Otro factor favorable a esta condición es la dimensión de calles y alturas de edificios ya que una ciudad más compacta, con mayor cantidad de superficies verdes naturales o artificiales, con calles amplias y arboladas, son otro factor de regulación de la temperatura.
El ejemplo del predio de la U9
Una aplicación de regulaciones de uso del suelo natural basado en los datos obtenidos en zonas como el predio de la ex U9 muestra que actualmente la zona de baja cobertura vegetal es especialmente cálida en verano en relación con el centro de la ciudad.
Una adecuada configuración de espacios verdes y cuerpos de agua a modo de parques inundables redundaría en un mejoramiento de las condiciones actuales de confort climático de la zona y de amortiguación del efecto de inundaciones en la zona baja, próxima a las vías del ferrocarril.
Fuente: Por Mario Cippitelli cippitelli@lmneuquen.com.ar
https://www.lmneuquen.com/cae-el-mito-que-verano-hace-mas-calor-el-centro-n600576