Diego Luna Quevedo es un experto en aves migratorias, las observa hace años y gracias a ello se ha convertido en uno de los hombres que más sabe de las distintas especies, algunas de las cuales en América recorren hasta 30 mil kilómetros persiguiendo el verano. hoy se encuentran en peligro, mientras surgen luces de esperanza en quienes valoran el avistamiento de aves como una forma de turismo.
Uruguayo de nacionalidad, Diego Luna se estableció en Chile hace años; aquí tiene su centro de operaciones hacia el resto de América. Viaja constantemente, como es de esperar, siguiendo a las aves migratorias que se trasladan por el contienen buscando el verano y, con ello, su preservación.
Es una actividad que lo apasiona, pero que también le preocupa. La conducta humana y los depredadores son los grandes enemigos de la vida de las aves. “Los impactos, amenazas y disturbios a los hábitats usados por las aves playeras provienen de diferentes fuentes. Hay algunos que tienen que ver con comportamientos de las personas en las playas y humedales, como andar en vehículos 4×4, perros sueltos en las playas o arrojar colillas de cigarro o basura en un hábitat. Hay otras amenazas en proyectos mal planificados en el territorio o que no tienen buenas prácticas en incluir las necesidades de manejo de las aves playeras migratorias, como desarrollo inmobiliario, salmonicultura, actividad petrolera u otros. Un ejemplo de una interacción a gran escala es por ejemplo la expansión del Puerto de San Antonio hacia el humedal de la desembocadura del Río Maipo. Este proyecto podría generar daños irreparables sobre el hábitat de las aves migratorias”, explica Diego.
Es triste decirlo, pero el escenario que hay hoy para las aves playeras es de pérdida, destrucción y contaminación de hábitats críticos, en aumento. A lo que se suma además efectos del cambio climático, aumento del nivel del mar, cambios en la temperatura de los océanos, efectos directos en la disponibilidad de hábitat y alimento. “Es por eso que resulta urgente conservar ahora. Mañana podría ser tarde”, enfatiza Luna.
Trabaja hace 8 años como Especialista en Conservación de la oficina ejecutiva de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP), una iniciativa del Manomet Center. Entre una larga lista de tareas, uno de sus roles es generar mejores capacidades y condiciones para la buena gobernanza en los sitios críticos para las aves playeras. “Al final del día conservar significa alcanzar acuerdos con los gobiernos, con el sector privado, con las comunidades. La tarea no es fácil, pero las oportunidades son muchas”, detalla.
SIN BINOCULARES NO HAY PARAÍSO
Entender la pasión que genera el seguimiento de la aves sólo puede ser explicado por quien observa. En su Twitter, Diego Luna lo describe en una frase: “Sin binoculares no hay paraíso”. Por lo menos no para él. “Desde 1998 viví casi 11 años en Tongoy. Ahí me encontré con las aves. A veces pasaba cuatro o cinco horas enteras sin darme cuenta en el Estero de Tongoy, detrás de un binocular, fuera invierno o primavera. Nadie más, sólo yo y las aves. En la desembocadura de ese estero se han registrado más de cien especies de aves, un variado número de especies migratorias destacando en numerosos grupos los Charadriiformes, junto a gaviotines, rayadores y gaviotas. Cuando te haces el hábito del binocular, empieza un camino de ida”.
¿Qué es lo que más te encanta?
Que observar aves tiene un efecto similar al de la meditación. Es una forma de conectarte directamente con la naturaleza. Puedes sentir estar en medio de una bandada de aves simplemente usando tu binocular. El ser humano ha ido perdiendo la conexión con la naturaleza, y la capacidad de disfrutarla y observar aves es una forma de re-conectar. Además es bueno para la salud. Un reciente estudio realizado en el Reino Unido demuestra que el simple hecho de observar aves mejora la salud mental. Según publicaron investigadores de la Universidad de Exeter en la revista Bioscience, observar aves alivia, por ejemplo, la ansiedad y la depresión.
¿Cuáles son las que recorren mayores distancias?
Algunas especies, como la Calidris Canutus Rufa, son de las más migradoras del mundo animal. Pueden recorrer más de 30.000 km anuales de ida y vuelta en su migración entre áreas reproductivas y de invernada. Esta especie, por ejemplo, llega desde el Ártico canadiense a Bahía Lomas, en el lado chileno de Tierra del Fuego, su sitio más importante de invernada en todo Sudamérica. Su condición de migradoras de larga distancia hace que sean altamente vulnerables y sensibles a la perturbación de sus hábitats. Su supervivencia depende de la calidad ambiental de un limitado número de sitios críticos –varios de ellos en Chile– que utilizan durante sus migraciones. Chiloé es otro ejemplo de hábitat crítico para las aves playeras, que junto a Bahía Lomas requieren en Chile urgente protección oficial.
Están involucrados varios países, ¿qué debe realizarse en conjunto?
El gran esfuerzo y desafío es conservar las especies de aves playeras y sus hábitats mediante una red de sitios claves en todo el continente americano. Necesitamos asegurar las condiciones de hábitat mínimas en las rutas migratorias para que las aves playeras puedan seguir cumpliendo sus ciclos de vida. Se requieren sitios con protección oficial y manejo en diversos países, desde el Ártico hasta la Patagonia.
Viven en eterno verano, ¿cuáles son las fechas clave de traslado?
Se podría decir que las aves playeras migratorias pasan la mitad del año en el hemisferio norte y la mitad en el sur. Las fechas varías según las especies, pero en general a Chile empiezan a llegar a fines de septiembre y se van a fines de marzo.
¿Cuáles son los principales humedales en Chile?
En Chile destacan como prioridad para su conservación cinco humedales que son críticos para las aves playeras: Bahía Lomas en Tierra del Fuego, los humedales orientales de Chiloé, el estuario del Río Maipo, la desembocadura del Río Lluta en el norte, y los humedales de Maullín, en el sur.
¿Se cuidan?
Algunos sí, aunque es urgente fortalecer sus condiciones para la conservación. Otros no tanto, lamentablemente. Un buen ejemplo es el Parque de la Naturaleza Humedal Río Maipo, donde el municipio de Santo Domingo –junto a Fundación Cosmos– vienen haciendo un significativo esfuerzo de conservación.
Desde tu mirada, ¿cuál es el mapa continental que debiésemos recorrer si nos enamoramos del avistamiento de aves?
Para ver aves playeras, el delta del Río Copper (Alaska), la Bahía de Panamá, Delaware Bay (EEUU). En Chile obviamente Bahía Lomas (te encargo el viento..) y Chiloé, por su interacción entre aves y patrimonio, las iglesias, las comunidades costeras. Otro de mis favoritos es Laguna de Rocha, en Uruguay, para ver al Chorlito Canela.
¿Cuál es el aspecto que más admiras de la vida de las aves?
La capacidad de organizar sus ciclos de vida y migraciones en bandadas y grandes grupos. Se saben cuidar. Los seres humanos tenemos mucho que aprender de esta estrategia de vida, en el saber cuidar, en el autocuidado corporal y espiritual, en el cuidado de los otros, cercanos y lejanos, y en el saber cuidar nuestros recursos naturales.
¿Qué especies están amenazadas?
Un ejemplo es el Playero Ártico (Calidris Canutus Rufa). En Chile esta especie está clasificada como “En Peligro”, mientras que en Estados Unidos figura como “Especie amenazada” bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción (U.S. Fish and Wildlife Service). Tal como mencioné antes, Bahía Lomas, en la comuna de Primavera, en Tierra del Fuego, es el sitio de invernada más importante de toda Sudamérica para esta especie.
¿Por qué crees se ha convertido en un negocio turístico? ¿Influye a favor o en contra de la preservación?
Naciones Unidas ha estimado que sólo en Estados Unidos el avistamiento de aves y otras especies salvajes genera cerca de US$32.000 millones anuales. Un monto similar al producto interno bruto de un país como Costa Rica. El turismo asociado a la observación de aves es una de las respuestas a la pregunta sobre qué gano con conservación. Hay lugares como Chiloé que tienen una ventaja comparativa para esta actividad. Se han empezado a desarrollar una serie de emprendimientos locales, pequeños polos de desarrollo conectados con las aves. Así, la conservación se vincula y articula con los interesados, sus territorios y sus necesidades. Un ejemplo es la Ruta Patrimonial “Chiloé: Humedales, aves y cultura” que fue creada al alero del Plan de Conservación de Aves Playeras de Chiloé y que hoy es promovida por el Ministerio de Bienes Nacionales de Chile, los Municipios locales, ONGs y operadores turísticos.
Como extranjero y experto, ¿qué lugares tenemos los chilenos y no sabemos que existen?
Creo que el sistema de humedales costeros de Coquimbo es un buen ejemplo. Este sistema alberga una red de humedales de distintos tipos y tamaños, tales como lagunas costeras, esteros, playas de variados tamaño y una extensa costa rocosa. Esta zona de Chile se ubica en la zona semi-árida del oeste de Sudamérica, al sur del desierto de Atacama e inserta en una de las 25 zonas “hot spots” con mayor diversidad. Cuando pude adentrarme en la Playa Grande de Tongoy a principios del año 2000, podía ver bandadas de hasta 4.000 playeros blancos (Calidris Alba). Hoy, luego que la playa está convertida en un gran basural y utilizada indiscriminadamente para el tráfico de vehículos, con suerte se ve un grupito de 1.000. No es un tema de Chile, es un tema global. El ser humano ha ido perdiendo su conexión con la naturaleza, su capacidad de valorarla y disfrutarla. Sin embargo, sin naturaleza y recursos naturales no hay ningún tipo de desarrollo posible.