Chile, 17 de noviembre de 2024. El 17 de noviembre de 1860, el aventurero francés Orélie Antoine de Tounens se autoproclamó rey de la Araucanía y la Patagonia, un acto que marcó un episodio singular en la historia de Chile y la relación con los pueblos mapuches. A pesar de la controversia y el rechazo del gobierno chileno, la figura de Tounens permanece en la memoria colectiva como un símbolo de la resistencia mapuche y las ambiciones europeas por conquistar territorios en el sur del continente.
La llegada a Chile y el surgimiento de un reino
Orélie Antoine de Tounens llegó a Chile en 1858, impulsado por su espíritu aventurero y la idea de establecer una colonia en la región de la Araucanía, aún no completamente bajo control del Estado chileno. Establecido en Valdivia, se vinculó con comerciantes franceses y comenzó a idear un proyecto de independencia para los pueblos originarios del sur de Chile y la Patagonia. Convencido de que podía organizar un gobierno alternativo, Tounens se acercó a los mapuches, quienes, en un contexto de tensiones con el gobierno chileno, vieron en él una oportunidad para fortalecer su autonomía.
El 17 de noviembre de 1860, en una ceremonia simbólica, Tounens se autoproclamó rey de la Araucanía y la Patagonia, adoptando el título de “Orélie Antoine I”. Junto con su proclamación, redactó una constitución y nombró un gabinete de ministros, en un intento por dar legitimidad a su proyecto político. Aunque no logró el reconocimiento internacional, este acto representó un desafío directo a la soberanía de Chile y un intento de crear un nuevo orden en una región en conflicto.
La reacción del gobierno chileno
Las ambiciones de Tounens no pasaron desapercibidas para el presidente chileno José Joaquín Pérez, quien rápidamente percibió la amenaza que representaba la autoproclamación del francés. En un intento por sofocar lo que consideraba una insurrección, el gobierno chileno ordenó su arresto. Fue capturado en 1862 en la ribera del Río Malleco, en el corazón de la Araucanía, y sometido a juicio. A pesar de defenderse a sí mismo y argumentar que su gobierno era legítimo, Tounens fue declarado loco y enviado a un manicomio en Santiago.
El regreso y el fracaso de sus esfuerzos
Después de su represión y encarcelamiento, el cónsul francés logró que Tounens fuera repatriado a su país natal en 1863. No obstante, el sueño de recuperar su reino no murió con su salida de Chile. Durante los años siguientes, continuó intentando revalidar su reclamo por la Araucanía y la Patagonia, emitiendo documentos oficiales, escribiendo cartas y solicitando audiencias con importantes figuras francesas, pero sus esfuerzos fueron en vano.
En 1869, seis años después de su expulsión, Tounens regresó a la Araucanía con la esperanza de reorganizar la resistencia mapuche y retomar el control de su autoproclamado reino. Sin embargo, el panorama había cambiado considerablemente debido a la campaña de pacificación llevada a cabo por el coronel Cornelio Saavedra, que había devastado a la población mapuche. Ante el poder militar chileno, Tounens se vio obligado a huir nuevamente.
El legado de Tounens y sus herederos
Orélie Antoine de Tounens murió en 1878 en su tierra natal, sin haber logrado consolidar su reino. Sin embargo, su figura y el Reino de la Araucanía y la Patagonia no desaparecieron por completo. A lo largo de los años, sus descendientes han continuado reclamando el título de reyes de la Araucanía, aunque sin poder real. A pesar de sus fracasos, la figura de Tounens sigue siendo una parte controvertida y fascinante de la historia de Chile, especialmente en relación con la lucha de los pueblos mapuches por mantener su independencia y territorio.
Hoy, 164 años después de su autoproclamación, el nombre de Orélie Antoine de Tounens sigue evocando debates sobre la identidad, la historia y las luchas territoriales en el sur de Chile y Argentina, manteniendo viva la memoria de un reino que nunca llegó a ser, pero que marcó un hito en la historia de la región.