Una gran área protegida dueña de un paisaje de montañas, valles, mesetas y lagos que sorprende por su diversidad y naturaleza en estado puro.
Una pequeña ave emblemática, en peligro de extinción. Una cueva con testimonios de las más antiguas culturas patagónicas. Senderos abiertos entre tierras de colores sorprendentes. Lagos infinitos que reflejan un cielo igualmente infinito. Son solo algunas de las sorpresas que reserva al viajero el Parque Patagonia, una gran área protegida en el noroeste de Santa Cruz, que en parte de su extensión tiene categoría de Parque Nacional.
El refugio del macá tobiano
El Parque Nacional Patagonia se encuentra entre los destinos turísticos más jóvenes de la Argentina y nació con el fin de proteger al macá tobiano, una especie endémica de Santa Cruz que vive en verano entre las lagunas de la meseta subandina de la región de Los Antiguos, y en invierno en el estuario del río Gallegos.
Además, hace algunos años la región empezó a ganarse un lugar en los itinerarios del viajero gracias a Los Antiguos, pequeña y conocida localidad productora de cerezas que se levanta al borde del lago Buenos Aires (conocido en Chile como General Carrera). El pueblo es ideal para empezar a explorar la región y recorrer lugares como Perito Moreno, Bajo Caracoles, Lago Posadas, la Cueva de las Manos y Tierra de Colores. Los espacios naturales del Parque Patagonia se encuentran entre los mejores del país para realizar avistajes de fauna: desde flamencos, patos y otras aves acuáticas en las lagunas, hasta mulitas, choiques, maras, zorros y guanacos al borde de las rutas y de los senderos. Más difícil, aunque no imposible dado el aumento de la población, es divisar al majestuoso puma.
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Testimonio del pasado
El gran hito del Parque Patagonia es la Cueva de las Manos, uno de los mayores sitios rupestres de las Américas, conocido por su excepcional nivel de conservación y la riqueza de las pinturas legadas por los pueblos originarios que habitaron estas tierras. Se trata en realidad de una galería cubierta a lo largo del acantilado que bordea el Cañadón del Río Pinturas, un curso de agua que cavó un profundo surco en la meseta y forma hoy día una sinuosa huella verde en medio de los relieves ocres de la estepa. Desde 1999, la Cueva de las Manos integra el Patrimonio Mundial de la Unesco: pero si antes era el gran punto de atracción de un lugar remoto e inhóspito, hoy es de más fácil acceso gracias a la instalación de infraestructura, incluyendo un centro de interpretación y un portal de acceso.
Como la paleta de un pintor
Del lado argentino del Parque Patagonia (ya que Chile también protege el área de su lado de la frontera), los principales portales de acceso son los de La Ascensión y Cañadón Pinturas. El primero ocupa el casco de una antigua estancia a orillas del lago Buenos Aires. El segundo, además de acceso al sitio de la cueva, es el punto de partida para conocer uno de los sitios más sorprendentes que se puedan imaginar: se trata de Tierra de Colores, un rincón de meseta donde la erosión puso al desnudo varias capas de rocas de distintos tonos pastel, como pintadas por un artista con pigmentos naturales. En las cercanías se ve también el lecho del arroyo Caracoles, totalmente seco la mayor parte del año y ocupado por una gruesa capa de depósitos salitrosos que avanzan entre los acantilados.
Lago Posadas
Finalmente, el lago Posadas es otro de los lugares que hay que conocer al viajar por esta porción de la Argentina. Se encuentra al final de un largo camino de ripio que hay que seguir desde la Ruta 40 a la altura del caserío de Bajo Caracoles. Un pequeño pueblo de pioneros comparte el nombre del espejo de agua y cuenta con los servicios esenciales para pasar un par de noches. El lago está pegado al Pueyrredón, conocido como Cochrane del lado chileno. Ambos están separados por un dique natural hecho de piedras, de apenas unos metros de ancho: pero lo más sorprendente es que las aguas de ambos son de temperaturas y colores distintos, visibles incluso en las fotos satelitales. Esta curiosidad luce realzada por una pequeña isla del lago Posadas constituida por una roca, perforada naturalmente, que forma un arco en medio del agua. Este arco es una de las postales emblemáticas de la Patagonia, y una auténtica joya para los cazadores de paisajes remotos.