Por Andrés Nievas.-En las costas Argentinas durante los últimos años hemos sido testigo de muchos casos de Ballena Franca Austral y Orcas que aparecen varadas.
Esto no ocurre solo en Argentina sino que en otros países también como en Brasil por ejemplo. Se han registrado casos en la provincia de Buenos Aires como en la ciudad de Mar del Plata, por el lado de la costa atlántica rionegrina se han dado casos en el Balneario El Cóndor, Bahía Rosas, etc. siendo el último caso el 27 de agosto en la Playa Las conchillas del Puerto San Antonio y también ocurrieron varamientos en cercanías de Puerto Madryn provincia de Chubut. Algunas ballenas y orcas han muerto varadas y otros casos han sido regresadas al agua.
Ante el desconcierto del público en general se han escuchado muchas voces de distintos ámbitos académicos, científicos y de ONG ambientalistas/conservacionistas como Adrian de la Fundación Aquarium quien afirmo que este tipo de varamientos pueden suceder por muchos motivos, ya sea porque el ejemplar está débil o enfermo, hasta porque se perdió o tuvo una falla en su ubicación en referencia a la orca varada el 26 de agosto en la Playa de Punta Mogotes en Mar del Plata.
En Río negro se escucho la voz del biólogo Raúl González del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos ´Almirante Storni´(CIMAS) quien explicó que en caso de hallarse animales vivos o muertos en la costa se debe evitar el contacto físico, tratar de no hacer ningún tipo de maniobra de rescate sin la asistencia de expertos y dejar actuar al personal u organismo que se encarga de asistir a los animales o por lo menos de coordinar acciones para facilitar los rescates o la disposición en caso de que se trate de cadáveres.
El biólogo manifestó que “estas precauciones tienen que ver con la necesidad, en caso que el animal este vivo, de no producir un daño mayor del que ya puede existir por el varamiento”. Acotó que “muchas veces las personas en el afán de salvar al animal les producen lesiones en sus aletas, tirando de su cola o pueden llegar a producir lesiones severas en el organismo. Muchas veces se toman medidas innecesarias como correr al animal, voltearlo, y también se pueden producir daños”.
En el caso de un animal muerto dijo que “pueden llevar varios días de descomposición y suelen tener algunos organismos patógenos que pueden ser peligrosos para la salud humana”. Recomendó que en caso de encontrarse con un animal de la fauna marina varado o muerto se dé aviso de inmediato a los organismos competentes o a las fuerzas de seguridad más cercana. Explicó que “se trata de fenómenos naturales que tienen que ver con los procesos poblacionales, con la biología de las especies y por lo tanto lo tenemos que empezar a ver de esa manera y evitar la perspectiva humana exclusivamente. Son procesos naturales que tiene que ver con el crecimiento de las poblaciones y hay una probabilidad más alta de que podamos ver eventos de muertes de estas especies”.
En medio de todo este cumulo de informaciones y desconcierto surgidas en la población y en los medios desde Patagonia Ambiental hemos consultado a científicos quienes se dedican a estudiar la vida marina en la Patagonia. Las doctoras Valeria D’Agostino, y Mónica Hoffmeyer, entre otros, del CENPAT, Centro Nacional Patagónico centro dedicado al estudio de la vida marina dependiente del CONICET con su sede física en Puerto Madryn se encuentran estudiando los varamientos de ballenas francas en las costas de esa provincia. Se está investigando la transferencia de toxinas producidas naturalmente por el fitoplancton a lo largo de la cadena trófica para conocer si la ballena franca austral está expuesta a las mismas.
Una de las hipótesis que están estudiando para explicar los casos de Ballena Franca Austral que han aparecido varadas en la zona de Península Valdes es la producción del Ácido Domoico el cual puede ser transferido a lo largo de una red trófica marina y la exposición al mismo por parte de la ballena franca austral (Eubalaena australis) en el área de cría de Península Valdés, Argentina.
Dado que una de las hipótesis planteadas por la Comisión Ballenera Internacional es que la mortalidad de ballenatos podría estar relacionada con estas toxinas es por ello que surgieron sus estudios.
El estudio dice que algunas especies de diatomeas del género Pseudo-nitzschia producen ácido domoico (AD), una potente neurotoxina la cual puede ser transferida a lo largo de la red trófica marina hasta los mamíferos marinos a través de organismos que se alimenten de especies de Pseudo-nitzschia productoras de esta toxina.
Las diatomeas (taxón Diatomea, Diatomeae o Bacillariophyceae sensu lato), es un grupo de algas unicelulares que constituye uno de los tipos más comunes de fitoplancton. En biología fósil y limnología se denomina fitoplancton al conjunto de los organismos acuáticos autótrofos del plancton, que tienen capacidad fotosintética y que viven dispersos en el agua.
Pseudo-nitzschia es un género de algas unicelulares de la clase diatomeas, familia Bacillariaceae. Incluye varias especies de algas que producen una neurotoxina llamada ácido domoico, que es responsable de intoxicación en humanos por consumo de moluscos. Este tipo de intoxicación recibe el nombre de envenenamiento por la toxina amnésica de los moluscos (ASP) y se han producido casos en varios países, entre ellos Canadá, Argentina y Estados Unidos. La toxina es producida por las algas Pseudo-nitzschiase, pero se acumula en diferentes especies de cangrejos, navajas, vieiras, mejillones y anchoas, pudiendo afectar además de al hombre, a leones marinos y pelícanos.
La ballena franca austral (Eubalaena australis) se alimenta durante su estadía reproductiva en los golfos Nuevo (GN) y San José (GSJ). Sin embargo, alimentarse en estos golfos podría ser un riesgo para esta especie debido a las floraciones naturales de fitoplancton tóxico que ocurren durante la primavera en el área. El efecto de las toxinas fitoplanctónicas sobre la salud de estas ballenas se postula actualmente como una de las hipótesis para explicar la mortalidad de ballenatos observada durante los últimos años en Península Valdés.
El objetivo de este trabajo fue analizar la transferencia de AD desde las especies potencialmente productoras del género Pseudo-nitzschia a los vectores en el mesozooplancton y desde ellos a las ballenas.
En términos biológicos, un vector es cualquier agente (persona, animal o microorganismo) que transporta y transmite un patógeno a otro organismo vivo. Los vectores biológicos se estudian por ser causas de enfermedades, pero también como posibles curas.
Se ha dividido a la comunidad planctónica en fitoplancton o plancton vegetal y en zooplancton o plancton animal. Se denomina zooplancton a la fracción del plancton constituida por seres que se alimentan, por ingestión de materia orgánica ya elaborada. Está constituido por protozoos, es decir, protistas diversos, fagótrofos que engloban el alimento fagocitándolo. También por larvas de animales más grandes, como esponja, gusanos, equinodermos, moluscos o crustáceos, y de otros artrópodos acuáticos, así como formas adultas de pequeño tamaño de crustáceos —como copépodos o cladóceros—, rotíferos, y fases juveniles de peces (alevines).
En biología fósil y limnología se denomina fitoplancton al conjunto de los organismos acuáticos autótrofos del plancton, que tienen capacidad fotosintética y que viven dispersos en el agua. El nombre proviene de los términos griegos, φύτον (phyton, “planta”) y πλαγκτος (‘plánktos’, ‘vagabundo’ o ‘el que va dando tumbos’).
Se denomina plancton (del griego πλαγκτός [planctós], ‘errantes’) al conjunto de organismos, principalmente microscópicos, que flotan en aguas saladas o dulces, más abundantes hasta los 200 metros de profundidad, aproximadamente.
El área de muestreo, tanto en Golfo Nuevo como en Golfo San Jose, consistió en tres sitios. Las muestras de plancton para la identificación de especies y el análisis de AD fueron recolectadas mensualmente durante la temporada de ballenas 2015 (julio-diciembre). El contenido de Acido Domoico fue medido en 14 muestras fecales de ballenas recolectadas durante las temporadas 2013 a 2015. Especies del género Pseudo-nitzschia estuvieron presentes en ambos golfos a lo largo de la temporada de ballenas, siendo más frecuentes durante la primavera, registrándose, incluso, una floración en el mes de octubre en Golfo Nuevo. Tanto en GN como en GSJ, los copépodos dominaron entre los principales consumidores mesozooplanctónicos de estas microalgas. Se detectó AD en las muestras de plancton y en el material fecal de ejemplares vivos de E. australis. Este estudio demuestra, por primera vez, que la ballena franca austral está expuesta al AD a través de su alimentación en Península Valdés, siendo los copépodos la principal ruta para la transferencia de esta neurotoxina.
Si bien desde el CENPAT han demostrado que la ballena franca austral está expuesta a las toxinas fitoplanctónicas no pueden asegurar ni concluir que estas sean las responsables de la muerte de los individuos hallados. Aunque, seguramente, por la naturaleza de estas toxinas las mismas podrían afectar su sistema fisiológico y su comportamiento.
Otra Hipótesis no estudiada en Argentina al menos públicamente por los organismos científicos conocidos ni universidades se trata del aumento de las Pulsaciones de la Tierra que se dispararon hace pocos años y eso causaría la desorientación de las ballenas según una Nota de Editorial de nuestro columnista el Lic. Edmundo Celestino Urbani publicada en febrero de 2016 y titulada “El calentamiento global/Por Edmundo Celestino Urbani” Edmundo Urbani (fallecido el 18 de julio del corriente año) Edmundo Urbani era Lic. en Ciencias Políticas, y RRII de la Católica de la Prov. de Córdoba, estudió filosofía y economía. Durante la presidencia del general Juan Domingo Perón (1973/76) se desempeñó en misiones de Diplomacia Discreta o Secreta en el exterior bajo la jurisdicción de la Presidencia de la Nación y posteriormente fue incorporado para idénticas tareas por el Estado del Vaticano durante el papado de Juan Pablo II. Actualmente se desempeñaba como asesor Geopolitico de empresas.
En una de sus Editoriales Tituladas “El Calentamiento Global” explicó que entre los años 1952 al 1957 el científico Winfried Otto Shumann, profesor de la Universidad Tecnológica de Munich, en colaboración con su principal discípulo, Herbert König, descubren el fenómeno geomagnético de frecuencia base de la tierra, “latido o pulso” de la tierra, conocido hoy como “Resonancia Schumann”, en honor a su descubridor, corroborado con posterioridad por el científico Nikola Tesla. Pulso de la tierra que nace en el pelo de la superficie terrestre y se eleva a 55 kilómetros hasta el borde inferior de la ionósfera o “capa heaviside”, latiendo a 7,8 hertz o ciclos por segundo, que es la misma frecuencia que vibran las ondas cerebrales, en el hipotálamo de todos los animales, incluido el hombre. Frecuencia por lo demás en las que han tenido que hacerse todas las telecomunicaciones.
Tiene el pulso de la tierra una correspondencia simétrica con el campo magnético de la tierra, pues a medida que el pulso de la tierra aumenta, decrece el campo magnético, hasta llegar al “punto cero” cuando el pulso late a 13 hertz o ciclos por segundo, momento de la reversión polar cambiando el sentido de la rotación terrestre, elevándose el sol por el Oeste y poniéndose por el Este. ¿Dónde estamos ahora? En la actualidad y desde hace al menos un lustro el pulso de la tierra se ha elevado ostensiblemente hasta 11 hertz, ya muy cercano al punto cero. Cuando ello ocurra, está claro que habrá terminado un ciclo de humanidad para dar comienzo a un nuevo ciclo.
Pero además, si el pulso es ahora de 11, las 24 horas que dura el día según la cronología, en realidad dura apenas unas 16 horas reales, lo que implica una contracción del tiempo real, razón por la cual, aquella percepción que denotamos en la nota anterior, con su correspondiente explicación en las doctrinas tradicionales, tiene también explicación en los datos de la ciencia moderna, como acabamos de describir.
¿Qué otros efectos tiene esta elevación del pulso de la tierra? Sobre el hombre, además de cefaleas infrecuentes, también trastornos de tipo psicológico, en particular en los jóvenes que no han terminado su desarrollo completo, que las más de las veces los inducen al consumo de estupefacientes de modo descontrolado. Y en los animales, lo más común es la pérdida del sentido de orientación, como ocurre con las ballenas que, cada vez más seguido, equivocan su rumbo y quedan varadas en la arena.
En América Latina existen dos estaciones para medir la Resonancia Schumann, una esta en México y la otra esta en Cuba. La Universidad Nacional Autonoma de Mexico en colaboración con el Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Cuba, cuenta con una de las dos únicas estaciones para el registro de resonancias Schumann.
La instalación de medición está ubicada en el Observatorio de Centelleo Interplanetario de Coeneo (MEXART), en la unidad Michoacán del IGf, y sus antenas miden frecuencias de entre 0 y 60 Hz.
El equipamiento es el único en su tipo en la región México, Centroamérica y el Caribe. Al comprobarse la calidad de los datos obtenidos, el proyecto se integraría a la red mundial de estaciones dedicadas a medir este parámetro. En el mundo existen pocas instalaciones de esta naturaleza. Las más importantes están en Rusia, India y Estados Unidos, lo que demuestra la necesidad de instalar más equipos.
Para complementar los estudios que se vienen haciendo desde el CIMAS, CENPAT y fundaciones como Aquarium en Argentina sobre las ballenas y orcas varadas y poder avanzar en la búsqueda de respuestas sería interesante consultar y/o realizar convenios de cooperación científico-tecnicos con universidades o centros de investigaciones extranjeros como los ejemplos citados.
Andres Nievas