Buenos Aires.-En muchas ocasiones los conceptos de variabilidad climática y cambio climático se utilizan como sinónimos, pero no significan lo mismo.
Por variabilidad climática se entiende a las fluctuaciones de los componentes del clima (temperatura, precipitaciones, etc…) dentro de los límites aceptados como normales, durante períodos de tiempo determinados, que pueden ser semanas, meses o años. Los eventos que se encuentran fuera de estos límites pueden ser considerados como anómalos con respecto a un cierto nivel de tolerancia.
El cambio climático se refiere a una variación significativa en los componentes del clima cuando se comparan períodos prolongados, pudiendo ser décadas o más; por ejemplo, la temperatura media de la década del 50 con respecto a la temperatura media de la década del 90.
El clima de la tierra ha variado muchas veces a lo largo de su historia debido a cambios naturales, como las erupciones volcánicas, los cambios en la órbita de traslación de la tierra, las variaciones en la composición de la atmósfera, entre otros.
Pero, desde los últimos años del siglo XIX, la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado más de 0,6ºC. Este aumento está vinculado al proceso de industrialización iniciado hace más de un siglo y, en particular, a la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo y carbón, la tala de bosques y algunos métodos de explotación agrícola.
Un informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) afirma que: “Es sumamente probable que más de la mitad del aumento observado en la temperatura media global en superficie en el período de 1951 a 2010 haya sido causado por la combinación del incremento de las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero antropógenas y de otros forzamientos antropógenos” (IPCC, 2013:15).
Los Gases de Efecto Invernadero (GEI), entre los que se encuentran el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4), tienen la propiedad de absorber y reemitir radiación infrarroja que la tierra recibe del sol. Gracias a ellos, ocurre un fenómeno conocido como efecto invernadero natural, que permite que la Tierra mantenga una temperatura promedio 15ºC. Si no existiera este efecto, la temperatura promedio sería de -18º C.
Si bien algunos de estos gases se encuentran naturalmente en la atmósfera, otros son producidos por el ser humano (de origen antrópico) como resultado de actividades vinculadas a la generación de energía, el transporte, el uso del suelo, la industria, el manejo de los residuos, etc. La acumulación de estos gases en la atmósfera potencia el efecto invernadero natural y esto se traduce en aumento de la temperatura del planeta.
El informe del IPCC señala que la acción humana es la principal responsable del aumento de la temperatura en el último siglo, donde “sumamente probable” equivale a un rango de probabilidad entre el 95% y el 100% (IPCC, 2013).
Según el último inventario de GEIs, el 51 % de las emisiones del país están vinculadas al agro y a la deforestación; el 23 %, a la producción energética; el 12 %, al transporte; el 9 %, a la industria y el 5 %, a los residuos.
El calentamiento en el sistema climático es inequívoco. Muchos de los cambios observados desde la década de 1950 no han tenido precedentes en los últimos decenios ni milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido y el nivel del mar se ha elevado.
En todos los escenarios de emisiones evaluados, las proyecciones señalan que la temperatura en superficie continuará aumentando a lo largo del siglo XXI. Es muy probable que las olas de calor ocurran con mayor frecuencia y duren más tiempo, y que los episodios de precipitaciones extremas sean más intensos y frecuentes en muchas regiones. El océano se seguirá calentando y acidificando y el nivel medio global del mar continuará elevándose.
Los impactos que hoy sufre el planeta obligan a tomar medidas inmediatas que implican grandes esfuerzos económicos. En general, son los países que aún no han alcanzado su pleno desarrollo quienes sufren con mayor gravedad este fenómeno, a pesar de no ser los principales causantes. En este sentido, el cambio climático incrementa las desigualdades ya existentes entre los diferentes países, pudiendo generar un nuevo obstáculo al desarrollo de los países.
Los científicos dejan claro que será necesario un gran cambio institucional y tecnológico para que el calentamiento global no supere los 2ºC promedio sobre la superficie del planeta y para que exista una mayor probabilidad de evitar la ocurrencia de daños catastróficos e irreversibles.
Entre las principales consecuencias del cambio climático, se destacan:
- El cambio de circulación de los océanos.
- El aumento o disminución de las precipitaciones (según la zona geográfica).
- El aumento del nivel del mar.
- El retroceso de los glaciares.
- El aumento de los eventos climáticos extremos.
- El aumento de las olas de calor y frío.
- El aumento de las migraciones (tanto por emergencias causadas por catástrofes, como por trabajo).
- El aumento de problemas en la salud e incremento del número y casos de enfermedades, entre otros.
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Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación