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Reino Unido en la mira: un reconocido Experto Británico pide devolver las Islas Malvinas a la Argentina y agita el debate internacional

Simón Jenkins pide devolver las Malvinas a Argentina

El llamado que el Reino Unido no quiere escuchar: ¿es hora de devolver las Islas Malvinas a la Argentina?

Viedma, Rio Negro, 27 de mayo de 2025. En un contexto internacional marcado por tensiones geopolíticas, cambios en el equilibrio de poder y crecientes reclamos por descolonización, un influyente periodista británico encendió una llama que muchos preferían mantener apagada: Simon Jenkins, columnista de renombre en The Guardian, propuso que el Reino Unido debería devolver las Islas Malvinas a la Argentina. Sus declaraciones, lejos de pasar desapercibidas, reabren un debate histórico silenciado en muchas redacciones británicas y que continúa generando fuerte repercusión en América Latina.

Este tipo de opiniones provenientes del propio núcleo periodístico del Reino Unido no son habituales, y menos aún cuando desafían abiertamente una política de Estado como lo es la ocupación de las Malvinas. Jenkins, con un tono directo y crítico, acusó al Reino Unido de sostener una posición «imperialista» anacrónica que no se corresponde con el siglo XXI. En su visión, mantener el control sobre las islas representa una ofensa al principio de soberanía y autodeterminación en contextos coloniales, un tema que organismos internacionales como la ONU no han dejado de denunciar.

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¿Quién es Simon Jenkins y por qué sus palabras resuenan con tanta fuerza?

Sir Simon Jenkins no es un comentarista marginal ni un analista improvisado. Exeditor de The Times y The Evening Standard, miembro de la influyente Royal Society of Literature y autor de varios libros sobre política británica, Jenkins ha sido una voz crítica dentro del establishment mediático del Reino Unido. Su trayectoria le otorga no solo autoridad, sino una plataforma desde donde sus opiniones tienen eco, dentro y fuera del Reino Unido.

Por eso, cuando afirma que las Islas Malvinas «deberían ser devueltas a Argentina», no se trata de un simple exabrupto. Es una denuncia articulada, que se inserta en un debate global sobre los restos del colonialismo británico y la legitimidad de su permanencia en territorios ultramarinos.

Tal como ha ocurrido en otras oportunidades, la postura de Jenkins fue ignorada por los sectores oficiales del gobierno británico, que suelen evitar cualquier manifestación pública que cuestione la «soberanía británica» sobre las islas. Sin embargo, su publicación generó reacciones divididas en la opinión pública británica: mientras sectores conservadores lo acusan de «traidor», otros analistas y ciudadanos comienzan a admitir que el Reino Unido debería reexaminar su presencia en el Atlántico Sur.

En los medios de comunicación del Reino Unido, la noticia tuvo una cobertura moderada, lo que demuestra el incómodo lugar que ocupa este tipo de declaraciones en el ecosistema mediático británico. Muchos analistas coinciden en que el silencio oficial busca evitar alimentar un tema que podría dividir aún más la opinión pública en un contexto post-Brexit.

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Argentina celebra la postura y reclama justicia histórica

Desde Argentina, distintas voces celebraron las declaraciones de Jenkins. Tanto diplomáticos como historiadores nacionales valoraron el gesto como «valiente» y como una muestra de que incluso dentro del Reino Unido hay conciencia de que la situación de las Malvinas es insostenible desde el punto de vista del derecho internacional.

Simón Jenkins pide devolver las Malvinas a Argentina

El gobierno argentino, aunque sin emitir declaraciones oficiales inmediatas, ha sostenido históricamente que la disputa por la soberanía de las islas debe resolverse a través del diálogo diplomático. La posición de Jenkins refuerza esa línea al proponer una salida consensuada que contemple los intereses de todas las partes, incluyendo los habitantes de las islas.

Un conflicto que la ONU no olvida

Desde 1965, la Organización de las Naciones Unidas ha reconocido la existencia de una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas entre Argentina y el Reino Unido. El Comité de Descolonización de la ONU ha exhortado en reiteradas ocasiones a ambas partes a reanudar negociaciones para alcanzar una solución pacífica. Sin embargo, el Reino Unido ha hecho oídos sordos a dichos llamados, alegando que los kelpers —los habitantes de las islas— decidieron en un referéndum permanecer bajo soberanía británica.

Lo que Jenkins denuncia es que ese argumento es una cortina de humo, ya que ese referéndum fue organizado y supervisado exclusivamente por el Reino Unido, en un territorio cuya soberanía sigue siendo cuestionada por la comunidad internacional.

La ocupación de las Islas Malvinas se remonta a 1833, cuando fuerzas británicas desalojaron por la fuerza a las autoridades argentinas que se encontraban en las islas. Desde entonces, el Reino Unido ha mantenido una presencia permanente, amparado por su poder militar y su red diplomática. Jenkins desafía esa narrativa al señalar que, en lugar de honrar la historia, el Reino Unido está aferrándose a un pasado imperial que ya no tiene cabida en el siglo XXI.

Su artículo invita a una profunda reflexión: ¿qué imagen quiere proyectar el Reino Unido al mundo? ¿La de una potencia que respeta el derecho internacional, o la de una nación que aún se aferra a prácticas colonialistas en desuso?

La importancia estratégica del Atlántico Sur

Uno de los elementos centrales de este debate es el interés estratégico que representan las Islas Malvinas. Desde allí, el Reino Unido controla una vasta porción del Atlántico Sur, rica en recursos pesqueros y potencialmente en hidrocarburos. Además, su ubicación resulta clave en términos militares y geopolíticos, especialmente en un mundo donde el control de los océanos se ha vuelto prioritario.

Jenkins también pone el foco en ese aspecto, al denunciar que detrás de la retórica de autodeterminación, se esconde una disputa por recursos y posiciones geoestratégicas que beneficia exclusivamente al Reino Unido, en detrimento de los intereses regionales sudamericanos.

¿Y los isleños? El desafío de incluir a los habitantes en una solución justa

Un argumento habitual del Reino Unido es que los kelpers desean seguir siendo británicos. Sin embargo, Jenkins sugiere que ese deseo, aunque legítimo desde el punto de vista identitario, no debería anular el debate por la soberanía. Propone que Argentina y el Reino Unido trabajen conjuntamente en una solución creativa que contemple tanto la restitución territorial como los derechos de los actuales residentes, bajo un modelo de administración compartida o autonomía garantizada.

Más allá de lo estrictamente político, las declaraciones de Simon Jenkins pueden interpretarse como un síntoma de transformación cultural. En tiempos de revisión histórica, en los que estatuas de conquistadores son derribadas y museos revisan sus colecciones coloniales, el Reino Unido también comienza a ver cómo crecen voces internas que cuestionan sus propios relatos fundacionales.

Así como la India, Hong Kong o África son parte del debate sobre el legado del imperio británico, las Islas Malvinas se suman como un capítulo aún abierto en la historia colonial del Reino Unido.

¿Un nuevo escenario post-Brexit?

En un contexto post-Brexit, donde el Reino Unido busca redefinir su lugar en el mundo, muchos analistas consideran que la posición sobre las Malvinas podría convertirse en un símbolo de esa transformación. ¿Puede un Reino Unido que ya no forma parte de la Unión Europea seguir ejerciendo dominio en el hemisferio sur sin ser cuestionado?

Jenkins plantea que no, y que una señal de renovación y compromiso con la legalidad internacional sería avanzar hacia una devolución ordenada y dialogada de las islas.

El rol de América Latina y la CELAC

Varios países latinoamericanos han manifestado su apoyo al reclamo argentino sobre las Islas Malvinas. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha incluido el tema en sus declaraciones conjuntas y sostiene que la causa Malvinas es una causa regional. La postura de Jenkins refuerza ese consenso y otorga nuevo ímpetu a las demandas diplomáticas.

El artículo de Simon Jenkins no es solo una opinión periodística. Es un llamado a revisar una política exterior basada en privilegios coloniales. Es también una oportunidad para que el Reino Unido avance hacia una etapa en la que el respeto por el derecho internacional y la justicia histórica primen sobre intereses geopolíticos anacrónicos. El mundo está observando. ¿Escuchará el Reino Unido?

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