Alfredo Segatori, La vaca radioactiva que se escapó de la rural, 2017. Materiales de reciclaje, plástico, madera y metal
Alfredo Segatori, La vaca radioactiva que se escapó de la rural, 2017. Materiales de reciclaje, plástico, madera y metal

A metros de «la vaca radioactiva que se escapó de la rural» hay una Alicia de dos metros. La vaca está sobre una patineta y tiene gorra: está hecha con materiales reciclados, plástico, madera y metal. Alicia es la versión gigante y sustentable de Alicia en el País de las Maravillas. Cobra vida con papel de diario y cinta adhesiva. Detrás del monumento que saluda a los visitantes de la sala 6 del Centro Cultural Recoleta, un manto de botellas Pet recuperadas cubre una de las paredes de la exposición. Enfrente: dos árboles. En uno hay un corpiño, un labial, un serrucho. En el otro, una escoba, una pala, un balde, arena, un trapo, guantes de plástico.

La Alicia gigante que recibía a los visitantes de la sala 6 del Centro Cultural Recoleta

La Alicia gigante que recibía a los visitantes de la sala 6 del Centro Cultural Recoleta

Los árboles, así como la vaca y Alicia, están hechos de materiales desechados. Son materiales desechados recuperados por un principio de sostenibilidad: volver a ser, funcionales a otros intereses, pero volver a ser. Un erizo de maderas y metales, un gato de madera reciclada secundan a la vaca. A su lado, «Corazón de robot», una obra de arte compuesta por dos matafuegos, desechos de bicicletas, picadora de carne, hierro, pintura acrílica y un equipo de música como cabeza. Creación de Rafael Chehín, un artista del reciclaje argentino, que al entrar al galpón de la casa de sus padres encontró un radiograbador abandonado. «Cuando lo vi, automáticamente dijo: ‘Esto es una cabeza’. A partir de ahí empecé a trabajar el cuerpo y terminé construyendo un robot», confesó en diálogo con Infobae.

Rafael Chehín, Corazón de robot, 2014. Extintor, hierro, radiograbador, pintura acrílica

Rafael Chehín, Corazón de robot, 2014. Extintor, hierro, radiograbador, pintura acrílica

Chehín fue uno de los 28 artistas, nacionales e internacionales, invitados a participar del Drap Art Buenos Aires, el primer festival internacional de reciclado artístico en el país. El encuentro nació en 1995 en Barcelona gracias a la líder cultural alemana Tanja Grass y se celebra todos los años con el fin de promover, a través del reciclaje creativo, la conciencia y el respeto por el medio ambiente. Tras recorrer Francia, Grecia, Israel, Estados Unidos, Italia, Alemania, Japón, el año pasado llegó a Uruguay y este año se realizó en el CCR con una gran afluencia de público.

Un gato hecho con madera reciclada también participó de la muestra

Un gato hecho con madera reciclada también participó de la muestra

«Al principio fue tendencia, luego se transformó en moda y hoy el arte con reciclado pasó a ser una herramienta poderosa para activar conciencia», interpretó Chehín. Analía Flores, una de las responsables en traer el festival, dijo que querían fusionar el arte con la sustentabilidad, que la gestión por transportar el Drap Art al país fue el resultado de una idea primaria. «Hace 20 años, Tanja Grass, su fundadora, ya estaba pensando en esta toma de conciencia con respecto a la basura. Creemos que utilizar el arte es una forma para que conceptos como reciclar, reutilizar, reducir lleguen al común de la gente: una manera de tomar conciencia cuando tiramos basura o compramos cosas», desarrolló la artista.

A su lado, un erizo de maderas y metales también acompañó el concepto de recuperación que promueve el movimiento Drap Art

A su lado, un erizo de maderas y metales también acompañó el concepto de recuperación que promueve el movimiento Drap Art

Analía contó que la gente se sorprende: «No pueden creer que de toda la basura que generan alguien haya hecho una obra de arte». Karol Bergeret García es una catalana con sangre charrúa que también promovió la expansión de Drap Art al continente sudamericano. Dijo que el reciclaje se convirtió en un instrumento más de creación porque muchos de los materiales que usan los artistas -cualquier artista- son cosas que otra gente dejó de usar. Y calificó al Drap Art como un concepto: «Aceptamos gran cantidad de variables, no somos cerrados. Tenemos artistas que hacen música con reciclaje y que forman parte del movimiento no sólo porque usan instrumentos reciclados, sino porque recuperan música vieja, que se dejó de escuchar. Somos un concepto, una manera de reutilizar, de reenseñar, de releer la realidad».

Karol Bergeret García, SuperWomanShiva viajera, 2012/2017. Carrito súper, tabla de planchar, objetos domésticos

Karol Bergeret García, SuperWomanShiva viajera, 2012/2017. Carrito súper, tabla de planchar, objetos domésticos

Lo que empezó siendo un festival se convirtió en un movimiento cultural de generación de conciencia. Drap Art es una reinterpretación de los sucesos, una rebelión a la sociedad de consumo. «Lo que pensamos que ya no servía más, puede servir para un montón de otras cosas. Buscamos aprovechar al máximo todo lo que tenemos alrededor, queremos convertir algo que no servía en cosas nuevas que puedan seguir alimentando el uso y nuestra creatividad», apuntó Karol Bergeret García. Como «la vaca radioactiva que se escapó de la rural» o la Alicia que creció comiendo papel y cinta adhesiva.

 Fuente: Infobae