Mantienen por turnos una presencia constante en el predio, para asegurar una «recuperación territorial» que ya no negocian y por la que están dispuestos a combatir hasta entregar su vida. Son unos 20 weichafes, guerreros encapuchados mapuches —algunos ya identificados por la Justicia Federal— los que hoy ejercen el control territorial sobre las 112 hectáreas de Parques Nacionales en Villa Mascardi, donde en circunstancias que se investigan, murió baleado Rafael Nahuel.

El 10 de noviembre pasado, María Nahuel junto a miembros de la Lof urbana Colhuán-Nahuel ocuparon con el apoyo del clan Jones Huala ese enclave idílico con panorámica lacustre. Se trata del predio de la Administración de Parques Nacionales (APN) donde estaba por funcionar la escuela de guardaparques, entidad que denunció la usurpación.

«Ya le advertimos al juez que de acá nos sacarán a todos muertos«, dijo la mujer. En diálogo telefónico con Infobae, María Nahuel afirmó que el magistrado Gustavo Villanueva, que instruye las causas por la «muerte dudosa» de su sobrino Rafael Nahuel —según la carátula judicial—, escucha sus comunicaciones y «espía» a la Lof Lafken Winkul Mapu.

«Nada de lo que diga y que ellos escuchen será una novedad para el juzgado ­–continúa Nahuel–. Todos estamos dispuestos a resistir y a morir por nuestro territorio. Y si el destino fuera la cárcel, que conocí a los 12 años cuando la dictadura me encerró durante tres meses por ciruja, tampoco me preocupa», enfatizó, combativa.

La muerte de «Rafita» en ese predio—advirtió— no ha hecho más que consolidar el afán de autodeterminación territorial de su comunidad, apostada en un dominio históricamente mapuche. Irónicamente, el área, a 35 km de Bariloche, honra la memoria del misionero jesuita del siglo XVII, Nicoló Mascardi, quien «con la excusa de evangelizar, violaba a las mujeres mapuches en la zona del Nahuel Huapi y nunca llegó a asentarse aquí», argumentó y respaldó sus dichos en el relato oral que prevaleció entre sus ancestros.

Rafael Nahuel tenía 21 años

Rafael Nahuel tenía 21 años

Los weichafes (guerreros encapuchados mapuches) en Mascardi han desarrollado, como en la lof de Cushamen—predio usurpado a los Benetton en 2015 por Facundo Jones Huala y sus seguidores—, un profundo conocimiento de la geografía de un territorio hoy inexpugnable para el Estado nacional.  Conocen los puntos donde se capta la señal de celular y los intrincados senderos internos que conducen a las picadas de la montaña y, de allí, a zonas aledañas.

Divididos en cuatro grupos, los miembros y la red de apoyo de la Lof cubren desde cinco rucas (construcciones precarias de madera) y otras cuatro carpas tipo iglú con sus respectivos fogones, los puntos estratégicos de ese escarpado bosque de alerces y coihues, coronado por el cerro Las Hormigas. Resisten las bajas temperaturas y se alimentan con donaciones de comida y con la carne secada al sol de caballos despostados en el lugar.

Desde el puesto de guardia, sobre el km 2006 de la ruta 40, rastrillan diariamente el terreno hasta cubrir las posiciones en altura ubicadas a unos 1200 metros de la ruta.  Allí arriba, cayó herido por una bala 9 mm el weichafe Rafael Nahuel.  Y en ese mismo lugar, ungido como símbolo de la represión al pueblo mapuche, fue proclamada dos meses después la primera «Machi del Puelmapu» en muchos años: Betiana Ayelén Colhuán, de 17 años, hija menor de María Nahuel.

La machi Betiana Ayelen Nahuel

La machi Betiana Ayelen Nahuel

El Puelmapu es, según la cosmovisión indígena, la parte Este del territorio de la «Nación Mapuche», dividida por fronteras geopolíticas impuestas por el huinca que los sometió y disgregó. Así el Puelmapu quedó escindido del Wallmapu, los dominios ancestrales chilenos, que reclaman para sí los mapuches, a uno y otro lado del macizo andino.

La ceremonia de entronización de la Machi en ese bosque laberíntico se extendió durante dos días entre el 27 y 28 de enero pasado. Casi en trance, escalando con sumo equilibrio su rewe, un totémico tronco escalonado que le sirve de altar sagrado, la Machi Betiana renovó sus fuerzas y sabiduría para sanar las enfermedades de su pueblo con plantas nativas y alejar a los malos espíritus. Hoy visita otras comunidades impartiendo su saber ancestral.

El rito atávico que la erigió como líder espiritual fue propiciado por su madre, imputada por usurpación y sobre quien pesan prohibiciones judiciales de acercarse al predio de Villa Mascardi, además de salir del país. Participaron 20 weichafes y otros 200 mapuches se sumaron al culto que se reeditará en enero próximo, según anticipó Nahuel, cuando se renueve la consagración de su hija. Se trata de una solemnidad que en lengua mapuche se denomina Ngei Ku Rewen.

Lo curioso de la situación es que María Nahuel sabe que cada movimiento en Villa Mascardi está siendo desde hace meses monitoreado por la Justicia, que ya logró identificar a varios de los custodios del predio.

Sobre ella pesan viejas sospechas judiciales—nunca comprobadas— por haber amenazado en forma reiterada a vecinos con armas de fuego y promover una serie de ataques a la Catedral, al consulado chileno en Bariloche, y a los monumentos a Roca y al Perito Moreno, en esa ciudad. También por haber sido una de las presuntas ideólogas del incendio al refugio Neumeyer del Club Andino Bariloche en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Aquel fue uno de los primeros ataques incendiarios, el 12 de octubre de 2014, que se atribuyó con panfletos la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche). Ella y su familia niegan cualquier vinculación. El día en que el juez Leónidas Moldes—hoy miembro del Consejo de la Magistratura— allanó la Lof Colhuán-Nahuel, en el barrio periférico de Virgen Misionera, en Bariloche, hubo incidentes, piedrazos, lesiones y denuncias cruzadas por la actuación de la policía provincial. En medio de esa batahola nunca se hallaron armas. Tampoco indicios que la vincularan con el ataque incendiario.

Investigadores de los hechos en Mascardi identificaron al marido de Nahuel, José Cristian Colhuán (54), como otro de los miembros de la usurpación, entonces prófugo, que presuntamente se enfrentó a los Albatros el día en que murió Rafael Nahuel. Además, señalan a sus hijos, Cristian Germán (30) y Juan Pablo Colhuán (29) junto a la exsoldado del Ejército Argentino, Johana Micaela Colhuán (23), sobrina de María Nahuel, como parte de los encapuchados que hoy resguardan con celo Villa Mascardi.

Cristian Colhuan

Cristian Colhuan

La otra mujer identificada, Yessica Fernanda Bonnefoi (29), es la pareja de Cristian Germán Colhuán, denunciado por vecinos por amenazas reiteradas con armas. En tanto, la madre de sus hijos está imputada por resistencia a la autoridad y lesiones a la agente de la Policía Federal María Florencia Pérez, a la que agredió con trompadas y arañazos el día en que la comunidad fue desalojada por orden judicial. Sobre ella también pesa una prohibición de aproximarse al predio.

Yesica Bonnefoi y Cristian Colhuán

Yesica Bonnefoi y Cristian Colhuán

La familia Bonnefoi está asociada en Río Negro tanto a la tragedia como al delito. Su hermano Diego murió en 2010 víctima del gatillo fácil durante un robo a mano armada. Lo mató de un tiro en la nuca un efectivo de la policía provincial que hoy purga una condena a 20 años de cárcel. Ese hecho suscitó una feroz represión, que se cobró otros dos muertos, víctimas de las fuerzas de seguridad locales, cuando arreciaron los reclamos por el exceso policial. Su otro hermano menor, Sandro Fabián, en tanto, fue condenado a cuatro años de cárcel por robo calificado a mano armada.

Nexos con la RAM

Según fuentes judiciales que investigan los sabotajes de RAM existen vínculos acreditados entre miembros del clan Colhuán-Nahuel con el indigenismo más radicalizado.  Y éstos exceden las presencias en el predio de Fausto Jones Huala y de Lautaro González, cuyas detenciones fueron ordenadas por el juez Villanueva. Este último es investigado en Chubut, junto a otro de los encapuchados de Mascardi ahora identificado, Gonzalo Fabián Coña (35), de urdir junto al lonko Facundo Jones Huala los primeros ataques de Resistencia Ancestral Mapuche.

Fausto Jones Huala

Fausto Jones Huala

Coña fue herido en un brazo por los Albatros, y atendido en el terreno por el médico y edil del FPV Ramón Chiocconi, quien también supervisó el estado de salud de Johana Colhuán.

Puntualmente, la Justicia Federal investiga a Coña, a González y a Jones Huala, por atentar, lesionar e incendiar el camión Scania de Luis Rastellini en la ruta 40, en Chubut, a la altura del paraje Vuelta de del Río. Fue en la madrugada del 30 de diciembre de 2014. Detenido por una barricada en la ruta, el camionero fue brutalmente golpeado con la culata de un revólver en presencia de su hijo discapacitado y obligado a observar cómo su vehículo se consumía en llamas por el sólo hecho de servir como transportista a los intereses huincas. Los agresores, siempre encapuchados, dejaron panfletos de la RAM y reivindicaron por redes sociales el sabotaje.

Otro de los nexos con la RAM se inscribe a través de la prima de Facundo y Fausto Jones Huala: Martha Luciana Jaramillo (31), otra de las ocupantes del predio en Mascardi y actual pareja de Juan Pablo Colhuán.

Luciana Jaramillo

Luciana Jaramillo

Jaramillo, formalmente imputada por el incendio al refugio Neumeyer, fue una de las primeras voceras de la Lof de Resistencia en Cushamen, localidad de la que es oriunda. Hoy enfrenta, además, un inminente juicio oral junto a otros miembros de esa comunidad por abigeato, tenencia de armas caseras y usurpación del predio de los Benetton, luego de que el Procurador General de Chubut, Jorge Luis Miquelarena, ratificara esos cargos.

Para acreditar vinculaciones con la RAM, los investigadores judiciales se remontan al primer juicio de extradición del Facundo Jones Huala, quien desde hace 18 días mantiene una huelga de hambre en la cárcel de Esquel. El lonko tomó esa drástica medida por la negativa de la Cámara Federal a habilitarlo a celebrar con cuchillos y con todos los miembros de su comunidad el rito ancestral de Wiñoy Tripantu: una ceremonia de índole espiritual en la que los mapuches renuevan sus energías por el Año Nuevo indígena.

El primer juicio de extradición a Huala fue declarado nulo por el juez Guido Otranto, ante la evidencia de que la información que posibilitó su detención había sido obtenida mediante torturas a un testigo. Fue ese mismo testigo, Gonzalo Cabrera, quien ante los investigadores judiciales había señalado a Jaramillo como autora de los panfletos de RAM. «Era una especie de escribiente en las reuniones preparatorias de los atentados y se ocupaba de la propaganda gráfica y de la confección de los volantes, según declaró Cabrera», recordó la fuente judicial. La causa N° 13.859/2014 está caratulada «Jaramillo, Martha Luciana y otros s/incendio y estrago».

Romina Natalia Jones y Javier Alejandro Morales Godoy

Romina Natalia Jones y Javier Alejandro Morales Godoy

Los últimos encapuchados en ser identificados fueron una prima de lonko Jones Huala, Romina Natalia Jones (35), su pareja Javier Alejandro Morales Godoy (39) y Romina Rosas (34). A diferencia del resto, sólo Natalia Jones fue imputada por disturbios y resistencia a la autoridad durante una protesta en Bariloche contra el proceso de extradición de Jones Huala. Mientras que Romina Rosas fue expulsada de Chile junto a Luciana Jaramillo por manifestarse en una protesta, habiendo violado la Ley de Extranjería, al ingresar al país trasandino por un paso migratorio no habilitado.

Como señaló una fuente del Ministerio Público Fiscal que sigue de cerca los atentados de la RAM: «La toma de Villa Mascardi con sus protagonistas—dijo— ha hecho visibles muchos de los hechos sin rostros que hace años investigamos en Patagonia».

Fuente: Infobae