Buenos Aires – Tras la Conferencia Internacional de Eficiencia Energética, celebrada en Viena, se acordó reconocer cada 5 de marzo como una fecha para la reflexión ciudadana sobre los usos eficaces y racionales de la energía.
Si bien a fines de siglo pasado la preocupación mayor –reflejada en la temática de la conferencia- era el eventual agotamiento de los combustibles fósiles, ese punto aún no ha quedado del todo laudado, pero ha cedido terreno a la problemática del enfrentamiento del cambio climático, algo donde el uso de la energía tiene vital relevancia.
Todos los gobiernos del mundo han sido invitados para que en esta jornada, se apunte a una mayor promoción y educación de los ciudadanos, para modificar sus actitudes respecto al uso de la energía y que opten en el futuro más próximo por procesos energéticos para el consumo más “limpios y eficientes”.
La convocatoria recuerda que no se trata de perder calidad de vida, sino apostar a políticas que frenen el cambio climático y mantengan sociedades más sostenibles, tanto mediante energías renovables como con transportes menos agresivos al medio. También con el reciclaje, el uso de productos menos contaminantes y en definitiva un uso “inteligente” de la energía: emplear solo la necesaria y no más que eso.
El gasto doméstico y su incidencia definitoria
El consumo de energía para calefaccionar una vivienda y calentar el agua que consume, alcanza hasta el 60% del total de energía que se usa en un domicilio particular, por lo que las apuestas a mejorar los rendimientos (con mejores aislaciones), o cambiar las energías (aumentando el uso de la energía solar), son claves para el mejoramiento de la ecuación.
La adquisición de electrodomésticos con “etiqueta energética”, que pauta a eficiencia del consumo y su respetuosidad del medio ambiente, es también una pauta doméstica de importancia. La diferencia de consumo entre un equipo etiquetado con la letra “A” de máxima eficiencia y uno con la letra “G” la más baja, puede superar el 55%.
La implementación de paneles solares a nivel doméstico y edilicio es un paso “gigante” en la evolución de la eficiencia energética.
El hábito en extensión del uso de la bicicleta en sustitución de los sistemas de transporte convencionales, significa un importante aporte de los ciudadanos al ahorro energético, además de un beneficio demostrado para su salud.
FUENTE: La Red 21