BUENOS AIRES.- El Rainbow Warrior (guerrero del arcoiris), la nave insignia de la organización ambientalista Greenpeace, atracó ayer en el Puerto de Buenos Aires para abrirse a los visitantes, entre ellos los 400 mil adherentes que la entidad reúne en Argentina con el principio de “independencia política y económica” en que fuera fundada hace treinta años, afirmó Fernando Nadal, vocero de los activistas.
“Estamos recibiendo al Rainbow Warrior III que viene a celebrar los 30 años de independencia política y económica de Greenpeace en Argentina”, contó Nadal, director de Comunicación y Movilización Pública, durante la navegación en la que participó Télam.
¿Por qué ‘independencia política y económica? Porque “Greenpeace tiene como particularidad ser una organización que no acepta dinero ni de empresas, ni de gobiernos ni de partidos políticos”, definió el activista.
“Solamente se financia con el aporte de personas donantes individuales, que en Argentina alcanzan 140.000 aportantes todos los meses, con unos 150 pesos” promedio, y suman en el mundo alrededor de tres millones, informó Nadal.
El barco fue construido “desde cero” con donaciones de socios de Greenpeace, “a diferencia de los anteriores”, comentó.
“El Rainbow Warrior III reemplaza al II, que ya era viejo y fue donado a una organización de Bangladesh que lo convirtió en un hospital”, reseñó.
El Rainbow Warrior I “fue destruido con bombas que le puso el servicio secreto francés en un atentado terrorista que hicieron en Nueva Zelanda, en un momento en que Greenpeace estaba protestando contra las pruebas nucleares que hacía Francia en el Pacífico”.
Entonces “el gobierno mandó espías y le pusieron dos bombas que destruyeron el barco y además asesinaron al fotógrafo de Greenpeace Fernando Pereyra, que estaba en ese momento en la nave y falleció con este atentado terrorista del gobierno francés”, relató.
Lejos de aplacar a la organización, el hecho criminal cometido por agentes de Seguridad Exterior en 1985 -para evitar una incursión en aguas territoriales francesas contra los ensayos en el Atolón de Mururoa (Polinesia francesa)- resultó en la proyección mundial de la entidad ambientalista con sede en Holanda.
El Rainbow Warrior III es un velero de 58 metros de eslora y mástiles de 55 metros de altura con cubierta de aterrizaje para helicópteros y alojamiento para 30 personas, diseñado por una empresa holandesa y construido en un astillero alemán que lo botó en 2011.
De bandera holandesa, el barco insignia de Greenpeace llegó a Buenos Aires proveniente de Chile, donde realizó una campaña “para salvar los mares del fin del mundo”.
“Son mares que son vírgenes y están en la Patagonia chilena. Están amenazados por empresas de carbón que quieren instalarse allí y, sobre todo, por empresas de salmón, que provocaron una crisis muy grande en la isla de Chiloé donde tiraron cinco mil toneladas de pescado podrido al mar e incrementaron las consecuencias de una ‘marea roja'”, contó Nadal.
La siembra de salmón con acuicultura en lagos australes y mares, en criaderos que usan jaulas de contención sumergidas, requiere además el uso de antibióticos y antifúngicos que modifican las condiciones naturales del agua en la que viven otras especies. Los mayores productores de salmón cultivado son Noruega, Chile, Reino Unido y Canadá.
“De esa manera, dejaron sin trabajo a todos los pesqueros artesanales y marisqueros”, continuó Nadal acerca de una actividad que lleva a un “desastre que ahora quieren hacer en la zona de Magallanes”, en el sur argentino.
Greenpeace “se está oponiendo a que vayan a esa zona y la destruyan, a que se den más de 300 licencias que se están solicitando de parte de las mismas empresas salmoneras que están en Chiloé y tienen ya historia de destrucción en distintos lugares”, concluyó Nadal.
En 30 años, Greenpeace trascendió por campañas espectaculares como haber escalado una inmensa grúa de una de las plantas de carbón más importantes del mundo en Sudáfrica, en ocasión de la Cumbre Mundial del Clima en Durban, cuando desplegó la leyenda “Kusile asesina del clima”, en referencia a una empresa responsable de la emisión de gases de efecto invernadero.
Otra campaña reciente ocurrió en el Ártico, donde atrajo la atención sobre el adelgazamiento de los hielos marinos con la emblemática figura, en tamaño gigante, creada por Leonardo Da Vinci: las proporciones ideales del Hombre de Vitruvio (dibujado en 1490).
Los bosques de Indonesia, refugio del tigre de Sumatra, fueron eje de las campañas contra la deforestación de los bosques nativos, que en Argentina tuvieron su correlato en una amplia campaña de firmas desde la región chaqueña a la patagónica, que promovió la sanción de la Ley de Bosques.
Fuente: Diario Jornada