España.-Un psicólogo español indicó las secuelas que genera internamente la problemática ambiental.
Ya todos sabemos que el cambio climático está teniendo efectos devastadores en nuestro planeta y también en la especie humana misma. Además de las consecuencias en los organismos, esta problemática incide directamente en la psiquis de los individuos residentes en distintas latitudes y, principalmente, en aquellos que quedaron expuestos a diversos fenómenos naturales.
Las secuelas como enfermedades respiratorias, cardiovasculares, oncológicas o infecciosas están a la vista pero los padecimientos psicológicos son más difíciles de notar. Por eso, el director de la División de Psicología Social del Colegio de Psicólogos de España, Miguel López-Cabanas, reveló cuáles son los trastornos observados.
En primer lugar, señaló la solastalgia, un neologismo utilizado por el profesor australiano Glenn Albrecht, especializado en medioambiente, quien la definió como “la angustia que produce el cambio ambiental en conexión con su entorno familiar”. Precisamente, esto es lo que ocurre con ciclones, inundaciones, incendios y sequías, fenómenos extremos que se cobran vidas y obligan a la población a desplazarse causando en su salud mental trastornos como la mencionada y el estrés postraumático. “Esa población necesita una atención individual de apoyo psicológico, pero también es recomendable que se aborde el problema de manera grupal, que se trabaje con las comunidades afectadas”, comentó López-Cabanas.
La ansiedad también forma parte del conjunto de perturbaciones derivadas de esta crisis global. “Es el caso de poblaciones que viven en zonas con riesgo de impacto inminente. Estas amenazas crean estrés, las personas se sienten extremadamente vulnerables”, apuntó el también miembro de la Junta Directiva de Greenpeace España. A su vez, esta alteración puede afectar a aquellos que aunque no hayan sufrido un impacto directo, viven con miedo las consecuencias que la crisis ambiental puede tener sobre sus descendientes.
Por su parte, la negación es otro de los desórdenes hallados. Como no todas las personas son conscientes de la amenaza, sobre todo, la población que habita las zonas templadas del planeta donde los riesgos de la crisis de efecto invernadero no se demuestra tan evidente. En estos cuadros, además de la falta de percepción del riesgo, se pone en marcha otro mecanismo que en psicología se denomina “indefensión aprendida”: considerar que el problema no depende de uno mismo y se le atribuye a otros la responsabilidad, bien sea a los poderes públicos, las empresas o quienes contaminan.
Fuente: La Mañana Neuquen