MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

ESPECIALISTA HABLO DE LA CONTAMINACION LUMINICA: Aconsejan cambiar lámparas

Santa Rosa.-La iluminación excesiva e ineficiente es un problema en muchas ciudades. Un principio de solución es utilizar luminarias que proyecten el haz de luz hacia el suelo y los costados.
La visita a la ciudad de la doctora en Astronomía, Beatriz García, sirvió para traer a la luz -valga la metáfora- un problema urbano que en algunas ciudades reviste características graves pero aún manejable en nuestra ciudad: la contaminación lumínica que produce el uso desmedido e ineficiente de la iluminación doméstica y callejera. Es un problema poco conocido que no solo impacta en el medio ambiente sino también en la salud humana. La especialista aconsejó comenzar cuanto antes con campañas de concienciación en todos los niveles sociales y dejó un dato sorprendente: las lámparas de bajo consumo no son una buena opción.
Invitada por el Grupo de Astronomía Pampeano, la doctora Beatriz García brindó dos charlas abiertas al público. En la primera de ellas, en el Consejo Deliberante, expuso sobre la contaminación lumínica y los problemas que genera, y en la segunda, disertó sobre los rayos cósmicos y su condición de mensajeros de los primeros instantes del Universo.
La contaminación lumínica es un fenómeno de alcance mundial y en crecimiento. Es el resultado de un uso desmedido e ineficiente de todas las formas de iluminación. Hay ciudades -algunas de ellas mostrados por García en su exposición- donde la noche prácticamente ha desaparecido. El día y la noche son en realidad un círculo cerrado de luz solar seguido por luz artificial, prácticamente sin interrupciones.
En un planeta que ha evolucionado en función del ciclo día-noche, la iluminación desmedida genera una alteración que afecta el ecosistema nocturno, tanto en plantas como en animales, modifica el comportamiento de las personas, y no produce los beneficios ante los problemas de inseguridad urbana.

Sueño.
El principal efecto de la contaminación lumínica es la alteración del patrón de sueño, un fenómeno muy pernicioso para la salud humana. Una iluminación excesiva reduce la producción de melatonina, la hormona del sueño, y ello tiene consecuencias que, en algunos casos, aún no se conocen bien. Recientes «papers» científicos indican que podría facilitar o inducir la aparición de las dos formas de cáncer más habituales: mama y próstata.
Al medio ambiente lo afecta por dos vías independientes: porque el consumo energético para sostener esos niveles de iluminación es muy alto e innecesario -demandando ingentes cantidades de recursos energéticos, en muchos casos combustibles fósiles-, y porque se utilizan artefactos y luminarias de escasa eficiencia y con sistemas poco amigables con el ambiente.
Es el caso de las lámparas de bajo consumo. El dato sorprendió, que al igual que gran parte de la población estaban convencidos de que ésa era una buena alternativa para ayudar al medioambiente. La respuesta es un no contundente: por un lado su nivel de eficiencia no es tan alto como en las otras alternativas, y por el otro porque están compuestas por un gas de fuerte efecto invernadero y potencial contaminante como es el mercurio.

Tecnología LED.
En este contexto, García planteó que la iluminación con lámparas LED es la mejor alternativa, también por varios motivos: desde lo ecológico, es amigable con el ambiente -cada LED está compuesto por un metal y un pequeño plástico, ambos reciclables-; su nivel de eficiencia es altísimo -prácticamente no tiene pérdidas por calor- y su duración es larguísima, algo que no ocurre ni con las lámparas incandescentes y con las de bajo consumo.
El mensaje que dejó García a su audiencia fue empezar a prestar atención al problema, concientizar a la autoridades públicas sobre su origen, consecuencias y posibles soluciones, convencer de que una iluminación excesiva no es buena para nadie y que no genera esa supuesta mayor inseguridad que políticos y especialistas declaman a diario. Una regla práctica, ya puesta en marcha en muchas ciudades, es la de reemplazar las luminarias que proyectan luz hacia arriba, por otras que tengan en la parte superior una superficie oscura o un «techo» que proyecte el haz de luz hacia el suelo.

Fuente: Diario La Arena