LAS GRUTAS.-Tras ser diezmada, la especie muestra una clara recuperación y la saturación en costas de Chubut las obliga a trasladarese al golfo San Matías
Gracias a las políticas de conservación, la ballena franca austral hace algunos años está mostrando un notable índice de recuperación. La repoblación de la especie es tan positiva que en las costas de la provincia de Chubut que sus golfos están al borde de la saturación. Una vez rebasados estos puntos geográficos, los enormes cetáceos podría expandir su hábitat hacia el norte, como el Golfo San Matías y el balneario Las Grutas. Así lo afirmó el biólogo Enrique Crespo, un reconocido investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet).
“Hay una hipótesis muy fuerte que indica que los golfos Nuevo y San José están cubriendo su capacidad de carga y llegando a la saturación. No podemos precisar en cuánto tiempo se completará este proceso, pueden ser cinco, seis años o más. Lo cierto es que esto produce que la población de ballenas se vaya expandiendo hacia las zonas cercanas, como el golfo San Matías. Una vez que la carga de los golfos de Chubut se sature, el mismo proceso tendrá lugar en esos lugares que están recibiendo este derrame, que irán poblándose paulatinamente hasta alcanzar su punto de saturación”, afirmó Crespo al diario Río Negro.
Con una vasta trayectoria en el estudio del comportamiento de la ballena franca austral, el especialista encabeza, desde 1998, un programa que monitorea 620 kilómetros de la costa de Chubut. Así, Crespo llegó a la hipótesis sobre la inminente repoblación de la especie en Chubut y su expansión hacia el golfo rionegrino.
“Los indicadores de este proceso son varios”, sostiene el biólogo y detalla los puntos centrales de su conclusión: “Primero la tasa de incremento poblacional de ballenas en los golfos chubutenses va decreciendo (de ser un poco más de seis, cayó a menos de cuatro) y el nacimiento en relación a las muertes disminuye. La segunda variable es que este monitoreo que se viene desarrollando hace 15 años indica que cada vez hay más animales en las zonas más profundas de los golfos Nuevo y San José, en las que antes no se veían ejemplares. Y esto está ligado a que en ese lapso se triplicó la cantidad de cetáceos. De 500 que inicialmente se contabilizaban pasaron a 1300 en el pico de la temporada. En ese tiempo también creció la cantidad de nacimientos. Ahora os indicadores muestran que la población de a poquito está alcanzando algún grado de saturación. Estaría completándose la carga de animales en la zona y ahora los grupos se irían expandiendo, para repoblar nuevas áreas”.
Antes de la llegada de los buques balleneros, estos cetáceos reinaban los mares australes como el océano Atlántico Sur. De los registros de estas barcos que diezmaron la especie surge el dato que durante el siglo XIX se cazaron cerca de 30.000 ejemplares de ballena franca.
El riesgo de cambio climático podría frenar la repoblación de esta especie y el hombre se volvería nuevamente en verdugo de ella. Según Crespo “esa tendencia que se ve en el tiempo podría cambiar porque el calentamiento global está provocando una variación en la temperatura del agua del mar. Esto podría generar que el krill del que se alimentan las ballenas francas (que es algo similar a pequeños crustáceos) no tenga la disponibilidad actual en las áreas de alimentación. Si comen menos, la capa de grasa que logran generar es menor, y la leche con la que alimentan a sus crías también es menos grasa, y esto influye en su capacidad de supervivencia. Esta cuestión global del cambio climático produce fenómenos encadenados, que causan perjuicios impredecibles”, se lamentó el experto.
Fuente Río Negro.