Algunos de los cambios más profundos fueron respecto a la conciencia ambiental y el cuidado de la salud. Muchos vecinos se convocaron a limpiar espacios verdes, otros se volcaron a la cultura fitness. Las huertas y el compost también tuvieron su protagonismo.
Por La Opinión Austral | 20-03-2021 02:04hs
Sin dudas la naturaleza fue la más beneficiada en este sector del planeta. La comunidad de Río Gallegos, fuera de la habitualidad a la que estaba acostumbrada, comenzó a estar más en contacto con los espacios verdes que hay en la ciudad.
Ese contacto, impulsado por la necesidad de esparcimiento luego de semanas enteras de encierro por la cuarentena consecuente de la pandemia de Covid-19, generó en muchos vecinos un cambio de perspectiva en cuanto al cuidado y la relación que tienen con el medioambiente.La huerta que levantaron José y Paula en el patio de su casa
Durante el año pasado se formaron, al menos, tres grupos voluntarios para la preservación y el cuidado de la flora y la fauna local. Aunque ya hay algunos que vienen trabajando desde antes de la década pasada, 2020 impulsó más la conciencia ecológica y permitió visibilizar aún más los trabajos de limpieza y la necesidad de mantener nuestras reservas naturales limpias para el bienestar del ecosistema.
¿Siente que ha cambiado por la pandemia por COVID-19?Sí, la pandemia me cambió por completo.La pandemia me cambio, pero nada sustancial.No, sigo siendo igual que antes.
Hoy en día, según un relevamiento que hizo el grupo Quiero un Río Gallegos Limpio, a las 80 familias que separaban sus desechos orgánicos para hacer compost en 2019, durante el año pasado se les han sumado 300 más.
Además, según Daniela Collinao, encargada de la comunicación del grupo ecologista mencionado anteriormente, cada día son más los vecinos que se acercan a las actividades de limpieza o que buscan información sobre el reciclaje u otras alternativas para disminuir el impacto negativo que genera su consumo en el medioambiente.
Aunque hay muchos ejemplos de cambios, La Opinión Austral pudo conversar con un par de ellos para compartir sus experiencias a partir de la cuarentena.El famoso compost y las lombrices que ayudan el proceso
Una alimentación más sana
Paula y José “Pichón” Cisternas forman un matrimonio hace muchos años de nuestra ciudad. Ellos, hace un tiempo, venían con la idea de querer armar una huerta en su casa y, de hecho, intentaron hacerlo en otras ocasiones, pero a partir de la pandemia tuvieron su gran oportunidad.
Esos intentos se frustraron en parte porque tienen muchas mascotas y no permitían que la huerta prosperara, pero el punto fundamental era la falta de tiempo. “En este tiempo de pandemia, durante la cuarentena, nos reinventamos para hacer algo útil y que fuera más allá de un pasatiempo, que sirva para tomar conciencia de que la alimentación tiene que ser lo más natural posible”, afirmó Paula.
“Estamos apostando a un tipo de vida más saludable. Buscar una alimentación más consciente, más natural”, se explayó. Al mismo tiempo, José explicó que a raíz del cambio de percepción que les generó la aparición del coronavirus, cambiaron mucho la dieta dentro de la familia. “Si bien en esta casa ya se comía medianamente sano, sin mucho frito y esas cosas, era un popurrí como en cualquier casa”, aclaró.Andrea Schieda, emprendedora naturalista
“Ahora comemos bastante verdura cruda, natural y nos nutre bastante y mejora también nuestra salud”, agregó. Paula sostuvo que “no tiene comparación comer la lechuga o la espinaca de la huerta con lo que uno compra en el supermercado”.
Además relató que ellos probaron esta forma de vida y están “re contentos con el resultado”, porque les pudieron dedicar mucho más tiempo de lo que uno podía dedicarle antes y “ahora quieren ir por más, poder experimentar con otro tipo de verduras. “Los resultados nos entusiasman mucho”, aportó “Pichón”.
“Estamos en un tiempo en el que tenemos que cambiar, tenemos que reinventarnos y empezar a comer muchísimo mejor”, afirmaron. “Y esto es simple, hay que dedicarle tiempo, pero hasta de un macetero puede surgir alimento natural”, aseguraron los dos. “Además, el cambio de la alimentación, pasar a comer cosas naturales, no tiene punto de comparación”, celebraron.
La excusa de la huerta también les sirve para aprender aún más de la tierra y de cómo aportar al cuidado del medioambiente. A la par del cultivo, también comenzaron a hacer compost para sumar a sus vegetales y aportarles los nutrientes naturales que se generan desde la descomposición de los desechos orgánicos.
Paula aseguró que es “increíble la cantidad de residuos que redujeron en su casa”. Desde que separan la basura y comenzaron a reciclar, aprovechan absolutamente todo lo que pueden y es muy poco lo que desechan finalmente.Los jabones vegetales son una opción muy solicitada
“El virus nos cambió la concepción del mundo y el medioambiente”, coincidieron los dos. José relató que: “Ahora tratamos de influir desde nuestra actitud y nuestras formas. Esta pandemia es un antes y un después”. “Esto nos vino a acomodar en un tiempo para darnos cuenta de cosas que quizás pasamos por alto por el trajín de la rutina”, sumó el hombre.
Paula, por su lado, reflexionó: “Capaz necesitábamos de una pandemia para poder darnos cuenta de los hábitos que teníamos y mejorarlos”.
“Esto es prueba y error”, declararon, retomando el tema de la huerta. “Vamos sumando conocimientos de Internet y de conocidos o amigos que ya están metidos en el tema”, comentaron.
Y para finalizar, ambos aseguraron que, al adoptar esta nueva forma de vida, “de esto no hay vuelta atrás”.
Cosmética a base de conciencia
Andrea Schieda es una joven emprendedora de nuestra comunidad que también decidió incursionar en el cuidado del medioambiente. “Yo creo que estando más en su casa uno se da cuenta, realmente, de lo que consume y la cantidad de basura que genera. Al menos en mi caso se dio de ese modo”, afirmó.
“La cantidad de plásticos, vidrios que uno utiliza y desecha. La verdad, es innecesaria y la podemos evitar”, relató la joven. El confinamiento la llevó a “manejarse distinto y a comenzar a generar menos basura”. De este modo, según ella, “si todos hacemos eso, el mundo entero sería distinto”. “Yo creo que el tema de la cuarentena, de estar tanto tiempo encerrado, te hace prestar atención a un montón de cosas que para uno están naturalizadas y son cotidianas”, concluyó.
Andrea tiene un emprendimiento de cosmética que comenzó a partir de su incursión en el método “curly girl”. Este método consiste en lavar el cabello con productos aptos, sin sulfatos, petrolatos ni siliconas, es decir, prescindir de los componentes artificiales y mantener la limpieza con insumos que tengan componentes más naturales, que realcen también la salud del cuero cabelludo y la naturaleza del pelo.Los perros de rescate tratan de descartar áreas de búsqueda
Uno de los favoritos del método es el champú sólido, que se hace artesanalmente mediante ingredientes provenientes de la naturaleza. “Yo empecé el método curly girl en febrero y hasta el día de hoy, lo mantengo”, celebró Andrea.
Gracias a su experiencia, se propuso comenzar con el emprendimiento en octubre de 2020. Para ese entonces: “Ya no era tanto por el hecho de facilitar los productos aptos para el método, sino que iba más allá de usar un champú sólido”, sostuvo la joven. Y explicó: “Era incentivar el uso de cosas ecológicas, que sean biodegradables, que no dejen desperdicios ni en las cañerías de tu casa ni en el medioambiente”.
Para ella era importante promover el uso de productos que se degraden y que no hagan mal a la naturaleza. “Apuesto a siempre difundir la conciencia de que no haya desperdicios y que si hay envases plásticos o de vidrio, sean retornables o reutilizables”, sentenció Andrea.
A partir del cambio que adoptó, detalló que para su entorno resultó un mundo interesante y, para la mayoría, algo nuevo. Incluso logró que sus allegados adoptaran estas conductas más agradables ecológicamente, como el uso de jabones vegetales, cepillos de dientes de bambú e inclusive incentivar el uso de pasta dental orgánica. Consiguió promover un pequeño cambio que suma a una gran causa.
Comenzar la verdadera vocación
Aunque fueron mayoría, no todos los cambios tuvieron que ver con la ecología. José Luis es un joven que está entrenando a una perrita para realizar tareas de búsqueda y rescate de personas.
“Es la primera vez que realizo esta actividad, pero ya venía trabajando anteriormente con unos amigos que se especializan en esta área. Es algo que me llamó la atención y tenía ganas de meterme en este mundo de la búsqueda”, relató el entrenador mientras conversaba con La Opinión Austral.
La cuarentena fue el momento justo para emprender esta vocación, para la que estuvo esperando el momento y el animal adecuados. “Es un trabajo muy largo, que requiere mucho tiempo, requiere mucha práctica”, afirmó y explicó que: “El entrenamiento consta de una duración de alrededor de dos años y medio, la planificación para que la perra esté lista operativamente, pero es algo que a uno le gusta y se le suma la satisfacción de poder ayudar”.
“A los perros hay que agarrarlos de cachorritos. A mí la perra me llegó con 45 días, era muy chiquita y nos conocimos en plena pandemia, y desde ese momento ya empezamos a trabajar”, comentó José.José, el joven del medio
Respecto a los requerimientos para estos animales, sostuvo que “es una mascota más, solamente cumple una función, un trabajo específico que para ella es solamente un juego, el juego que más le gusta”. “Jugar a las escondidas y buscar gente es su diversión total, pero más allá de eso es una mascota más. Vive en casa, pasa tiempo con los nenes”, detalló el joven.
“Cuando conocí el ambiente de los grupos de rescate, me empezó a atrapar esa actividad, de a poquito. Cuando uno ve el trabajo que realizan los perros de rescate, más si te gustan los perros, te suma convicción para querer hacer eso”, celebró José.
Él es un vecino más al que le gustan los perros. La pandemia le dio la oportunidad de seguir capacitándose y hacer cursos, pero el tiempo que le generó la cuarentena fue fundamental para él porque “la práctica es lo que más te nutre”.
Su objetivo es poder ponerse en servicio, formar parte de los operativos y, fundamentalmente, encontrar. “Como guías, ya sabemos que la mayoría de los perros de búsqueda está destinada a descartar áreas. Pero nunca perdemos la esperanza de poder encontrar a las personas”, detalló el joven.
No entrenaría a otros perros, pero sí le gustaría poder compartir la experiencia y el conocimiento sumando gente a los grupos. La pandemia, en su caso, le dio la oportunidad de dedicarse a lo que más le gusta
Fuente: https://laopinionaustral.com.ar/edicion-impresa/la-cuarentena-sirvio-de-impulso-para-adoptar-nuevos-habitos-326199.html