♻️ ¿Qué son los RAEEs y por qué su gestión responsable es clave para el futuro del planeta?

Qué son los RAEEs y por qué su gestión responsable es clave para el futuro del planeta?

La gestión de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEEs) se ha convertido en uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI. Computadoras, celulares, televisores, heladeras, impresoras y hasta juguetes eléctricos se acumulan día a día en hogares, oficinas y basurales, generando una nueva forma de contaminación silenciosa. Pero ¿qué son exactamente los RAEEs, por qué representan un riesgo ambiental y qué se está haciendo para reducir su impacto en la Argentina y el mundo?

En esta nota del Diccionario Ambiental de Patagonia Ambiental, exploramos a fondo el significado de los RAEEs, sus impactos, las normativas vigentes, el rol de los municipios y las alternativas sostenibles que buscan transformar este problema global en una oportunidad para la economía circular.

🔌 Definición de RAEEs: más allá de la basura tecnológica

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, los RAEEs son “todos aquellos dispositivos que para funcionar dependen de corrientes eléctricas o campos electromagnéticos, y que han llegado al final de su vida útil o se han descartado”. En otras palabras, se trata de cualquier producto eléctrico o electrónico que ya no sirve o ha sido reemplazado por otro más moderno.

Dentro de esta categoría se incluyen desde grandes electrodomésticos (como lavarropas, heladeras o cocinas eléctricas) hasta pequeños equipos de uso cotidiano (celulares, computadoras, radios, juguetes, herramientas eléctricas, entre otros).

Estos residuos son particularmente problemáticos porque contienen materiales valiosos —como cobre, oro, aluminio y plata—, pero también sustancias peligrosas —como plomo, mercurio, cadmio o bromo— que pueden contaminar el suelo, el agua y el aire si no se gestionan adecuadamente.

♻️ La magnitud del problema: cifras alarmantes a nivel global y nacional

De acuerdo con el Global E-Waste Monitor 2024, elaborado por la ONU y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el mundo generó más de 62 millones de toneladas de residuos electrónicos en 2023, un incremento del 20% en apenas cinco años. Esto equivale a más de 7 kilos por cada habitante del planeta, con una tendencia ascendente impulsada por la rápida obsolescencia tecnológica y el consumo masivo de dispositivos electrónicos.

En América Latina, el crecimiento es igualmente preocupante: se estima que la región produce más de 4 millones de toneladas de RAEEs al año, de los cuales menos del 3% recibe un tratamiento adecuado.

En Argentina, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), cada persona genera aproximadamente 10 kilos de residuos electrónicos por año, pero solo un pequeño porcentaje se recicla en forma segura. El resto termina en vertederos, rellenos sanitarios o, peor aún, en basurales a cielo abierto.

🌍 Los RAEEs como amenaza ambiental y sanitaria

El problema de los RAEEs no es solo una cuestión de volumen, sino de toxicidad. Muchos de estos aparatos contienen componentes peligrosos que, al descomponerse, liberan metales pesados y compuestos químicos dañinos.

El plomo, presente en soldaduras y pantallas antiguas, puede causar daños neurológicos y afectar el desarrollo infantil. El mercurio, utilizado en lámparas fluorescentes y monitores, es un contaminante persistente que se acumula en los ecosistemas acuáticos y en la cadena alimentaria. El cadmio y los retardantes de llama bromados son altamente tóxicos y pueden provocar enfermedades respiratorias, renales o incluso cáncer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el mal manejo de los residuos electrónicos genera riesgos severos, especialmente para las comunidades cercanas a vertederos informales donde se queman o desarman estos equipos sin medidas de seguridad. Niños y adolescentes que participan en la recuperación informal de materiales valiosos son los más vulnerables a estas exposiciones.

⚙️ La otra cara: los RAEEs como fuente de recursos valiosos

Pese a su potencial contaminante, los RAEEs también representan una enorme oportunidad económica y ambiental. Muchos de sus componentes pueden recuperarse, reutilizarse o reciclarse para fabricar nuevos productos.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el reciclaje de los residuos electrónicos podría generar ingresos superiores a los 50.000 millones de dólares anuales, principalmente por la recuperación de metales preciosos. Además, fomenta la creación de empleo verde y la reducción de la extracción minera, lo que disminuye el impacto ambiental de la industria tecnológica.

En este sentido, recuperar un millón de celulares permite rescatar más de 35 kilos de oro, 350 kilos de plata y 16 toneladas de cobre, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).

Esto demuestra que una gestión inteligente de los RAEEs no solo evita la contaminación, sino que impulsa una nueva economía circular basada en el aprovechamiento de materiales y la innovación tecnológica.

En Argentina aún no existe una ley nacional específica sobre RAEEs, aunque se aplican normativas complementarias y programas provinciales. El Ministerio de Ambiente impulsa la gestión integral a través del Plan Nacional de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU), que incluye componentes electrónicos dentro de las estrategias de reciclaje y reutilización.

Varias provincias y municipios han tomado la iniciativa:

Buenos Aires, con su programa “Punto Verde Electrónico”, promueve la recolección segura de aparatos eléctricos.

Córdoba, a través del Ente BioCórdoba, organiza campañas periódicas de acopio y reciclaje.

Neuquén y Río Negro, por su parte, implementan campañas locales de recolección de RAEEs, articulando con escuelas, universidades y empresas recicladoras.

En este contexto, la educación ambiental y la participación ciudadana son claves para que las políticas públicas sean efectivas. Sin la colaboración de la comunidad, el ciclo de recuperación de materiales se interrumpe y los residuos terminan en destinos inadecuados.

🏙️ Los municipios como protagonistas del cambio

En Argentina, la gestión de los residuos sólidos urbanos —incluidos los RAEEs— es responsabilidad de los gobiernos locales. Por eso, cada municipio cumple un papel esencial en la promoción de programas de recolección diferenciada, instalación de puntos limpios y coordinación con cooperativas o empresas dedicadas al reciclado.

Ciudades como Viedma, Cipolletti, Neuquén, Rosario y Mendoza ya cuentan con planta de reciclaje o centros de acopio que separan los aparatos eléctricos y electrónicos para su tratamiento adecuado.

Según la Secretaría de Ambiente de Río Negro, “las campañas de recolección de RAEEs permiten recuperar materiales, reducir la cantidad de residuos enviados a rellenos sanitarios y generar conciencia ambiental en la comunidad”.

💚 Educación ambiental: la clave del cambio cultural

Ninguna política ambiental puede sostenerse en el tiempo si no está acompañada por un cambio cultural profundo. Por eso, la educación ambiental es un eje central en la lucha contra los residuos electrónicos.

Escuelas, universidades y organizaciones civiles están desarrollando proyectos para enseñar a los más jóvenes sobre el impacto de la tecnología en el ambiente y la importancia de reutilizar, reparar y reciclar antes de descartar.

El Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) sostiene que “la sensibilización ciudadana es una herramienta esencial para construir hábitos responsables y fortalecer la economía circular”. En este marco, campañas como “Dale una segunda vida a tus aparatos” o “RAEEs al punto limpio” buscan despertar conciencia colectiva.

🔄 Economía circular y oportunidades de innovación

El desafío ambiental que plantean los RAEEs también impulsa la innovación tecnológica y empresarial. Cada vez más startups y cooperativas en Argentina están desarrollando modelos de negocio basados en la reparación, refabricación y reutilización de equipos electrónicos.

El INTI promueve programas de capacitación en desmontaje seguro, mientras que universidades públicas investigan tecnologías limpias para recuperar metales y componentes. Además, algunos municipios están implementando laboratorios de reparación comunitaria (repair cafés) donde vecinos aprenden a arreglar sus dispositivos, prolongando su vida útil.

Este cambio de paradigma —de la economía lineal a la circular— no solo protege al ambiente, sino que crea empleos locales y sostenibles, contribuyendo al desarrollo regional y a la inclusión social.

🌐 El rol de la responsabilidad extendida del productor (REP)

Una de las estrategias más efectivas para abordar el problema de los RAEEs es la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Este principio, adoptado en la Unión Europea y otros países, establece que los fabricantes e importadores deben hacerse cargo del ciclo completo de vida de los productos que colocan en el mercado, incluyendo su recolección y reciclaje al final de la vida útil.

En Argentina, la Ley de Presupuestos Mínimos para la Gestión de Envases (Ley 27.279) sienta precedentes que podrían aplicarse al caso de los electrónicos. Implementar un esquema REP permitiría aliviar la carga sobre los municipios y fomentar que las empresas tecnológicas diseñen productos más duraderos, reparables y reciclables.

⚠️ Desafíos pendientes y perspectivas futuras

A pesar de los avances, la gestión de RAEEs enfrenta varios desafíos: falta de infraestructura, escasa articulación entre niveles de gobierno, informalidad en la recuperación de materiales y baja conciencia ciudadana.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte que la región latinoamericana necesita triplicar su capacidad de reciclaje formal para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030. En este contexto, Argentina tiene la oportunidad de consolidar un sistema nacional coordinado que impulse la trazabilidad, el control y la valorización de los residuos electrónicos.

🌱 Los RAEEs como espejo de nuestra relación con la tecnología

Los RAEEs no son solo un problema técnico, sino un reflejo de cómo la sociedad consume, desecha y valora los recursos. Transformar esta realidad requiere políticas públicas sólidas, compromiso empresarial y participación ciudadana.

Cada computadora reciclada, cada celular reparado o cada batería correctamente dispuesta representa un paso hacia un futuro más limpio y sostenible. En palabras del Ministerio de Ambiente argentino, “el residuo más fácil de gestionar es aquel que no se genera”.

La tecnología puede ser parte del problema, pero también de la solución.

También te puede interesar:

Scroll al inicio