MONITOREO Y ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA EN EL MUNDO Y SU IMPLICANCIA EN LA PATAGONIA

Un argentino, ganador de un concurso mundial de energías limpias con una tecnología disruptiva

AMSTERDAM.- Frente a un público admirado por su sólida e impecable presentación, Ernesto Calvo, director del Instituto de Química, Medio Ambiente y Energía (de la UBA y el Conicet), se llevó ayer el primer premio del concurso Bright Minds Challenge, una competencia global liderada por la compañía DSM y acompañada por una coalición internacional de empresas interesadas en promover el desarrollo de tecnologías que hagan posible la producción sustentable de energía. Entre ellas figuran Greentownlabs, Sungevity, la Escuela de Negocios de la Universidad de Oxford, Solarcentury y Chinese National Center of Supervision and Inspection on Solar Photovoltaic Products Quality (CPVT). Rob van Leen, director de innovación de DSM lo explica de esta manera: “Lo que se acordó en París no es suficiente; tenemos que trabajar juntos para avanzar hacia energías totalmente sostenibles en fast forward”.

El sol aparece tímidamente y los ciclistas pedalean raudos por las avenidas de esta apacible ciudad situada en el norte de Europa cuando culmina la gran final. Tras deliberar sobre las tres propuestas finalistas (una de la Argentina, otra de Brasil y otra de Tanzania), el jurado se apresta a dar su veredicto. De pronto, estallan los aplausos y una lluvia de papelitos dorados llena de destelllos el escenario mientras Calvo avanza con una sonrisa. “Esto nos da visibilidad internacional frente a inversores y académicos, nos permitirá construir un centro del litio en Jujuy y hacer negocios con empresas comprometidas con la energía sustentable -afirmará instantes más tarde-. Y muestra que no estamos equivocados cuando insistimos en que invertir en educación y en la escuela pública es lo que nos trajo hasta acá. Nuestro país tiene dos recursos importantísimos: el litio en el suelo del Noroeste y un sistema científico que puede generar tecnologías disruptivas.”

El camino que tomaron Calvo y Florencia Marchini, una idea ya patentada en los Estados Unidos, es una solución como no existe otra en el mundo y que el primero concibió hace cinco años.

“Los métodos ancestrales y actuales se basan en la evaporación -explica Calvo-. El sol es gratuito, pero muy lento. Lleva entre seis meses y un año que se evapore el agua de la salmuera y quedan barros contaminantes. De modo que nos preguntamos: ¿no sería posible utilizar la tecnología de las baterías para extraer el litio? Y lo probamos, por lo menos en escala de laboratorio.”

“La idea era utilizar baterías en un medio acuoso para capturar el litio que está presente en la salmuera -agrega Marchini, también presente en la ceremonia-. La batería tiene dos electrodos: uno, positivo, absorbe iones litio (átomos cargados positivamente) desde la solución acuosa hasta el seno del electrodo (un óxido que tiene sitios en la red cristalina en los que se puede «meter» y «sacar» litio, como una esponja); el otro puede capturar reversiblemente aniones (de carga negativa), en particular cloruros, que son los que mayormente están presentes en la salmuera. Y eso se logra aplicando una corriente, es un método electroquímico. En una primera etapa se llena el reactor con salmuera, y en la siguiente etapa se vacía la celda, se llena con una solución de recuperación en la cual, simplemente invirtiendo la polaridad de los electrodos, se van a liberar los iones capturados en la etapa anterior.”

“Además -continúa Calvo-, no necesitamos purificar el litio para lograr el «grado de batería», porque el proceso es altamente selectivo. Y usamos energía solar en un lugar «premium»: 2600 kw/hora por metro cuadrado, como en el Sahara o en Arizona. De modo que el litio no solo permitiría el almacenamiento de energía renovable, sino que el método de extracción también sería sostenible. El proceso es limpio, rápido y altamente selectivo, es modular e incluso permite extraer litio 6, un isótopo muy importante para la energía nuclear. Las comunidades que por miles de años vivieron en las salinas, ahora no obtienen nada. Con nuestro proceso, se van a beneficiar porque es mucho más limpio. No sólo es una tecnología disruptiva, sino un nuevo plan de negocios.”

En su estado natural, el litio se encuentra en el agua de mar, en ciertas rocas y disuelto en salmueras. América del Sur posee entre el 65 y el 89% de estas últimas en los salares de altura, esas enormes llanuras blancas ubicadas en el relieve calcinado de la Puna, a miles de metros de altura. Pero esos salares tienen un gramo de litio por litro de salmuera, de modo que para obtener una tonelada de litio hay que procesar cientos de miles de metros cúbicos de salmuera y muchos se preguntan qué pasará cuando empiecen a movilizarse grandes volúmenes de agua. Con el método diseñado por Calvo y su equipo el agua de las salinas volvería a su lugar de origen.

“En los últimos 25 años, las baterías de litio cambiaron nuestra vida en los teléfonos celulares -dice Calvo-. En los próximos 25, algo similar podría pasar con el auto eléctrico. Entre enero y marzo de este año, Tesla vendió 25.000 autos con 4,5 kg de litio en cada batería: más de 100 toneladas de carbonato de litio. Una sola batería equvale a más de 17.000 celulares. El problema ambiental que esto presenta es serio.”

Los otros dos proyectos finalistas fueron un software para distribuir electricidad obtenida de paneles solares utilizando el teléfono celular y prescindiendo de Internet (Tanzania), y un audífono cuyas baterías se cargan con energía solar (Solar Ear, Brasil). El primer premio recibe 500 horas en asesoramiento de expertos de todos los continentes en energías renovables (cuyo valor monetario se calculó en 100.000 dólares), el segundo, 250, y el tercero, 125. Pero, y tal vez éste sea el aspecto más importante, la iniciativa ya hizo visibles estas ideas a posibles inversores de riesgo.

“Involucramos a nuestros empleados, a los científicos, a innovadores, a gobiernos, a empresas, al público y a personalidades que influyen en la toma de decisiones”, destaca van Leen.

“¿Surgirá de esto algo que cambie la historia? ¿Quién lo sabe? Pero el proceso es estimulante y revolucionario”, concluye Jeremy Leggett, fundador de Sungevity y cofundador de Solar Aid.

 

Fuente: Diario La Nación

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